Shrivel, un cincuentón de Pensilvania se ha quedado con la boca abierta de asombro y aún no la cierra. Resulta que recibió una llamada anónima hace unos días de alguien que decía tener su billetera, perdida ¡en 1989! «No me conoces pero sé tu nombre, tu fecha de nacimiento, tu altura, peso y dirección», le dijeron a través de la línea telefónica. Y era cierto, Shrivel recuperó su vieja billetera, la que, admite, se mantuvo sorprendentemente bien conservada. Por suerte Shrivel no esperó para volver a emitir sus documentos.