Inocentemente salía por la calle con un disfraz de conejo. O tal vez no tanto, porque los vecinos comenzaron a quejarse de que William Falkingham, estadounidense de 34 años, asustaba a los niños de su pueblo con el traje de su animalito preferido. La Policía local se lo ha prohibido. Con o sin zanahoria, lo cierto es que el joven, quien ha declarado que le gusta su otra piel, no podrá usarla más. Nada, que de humano tendrá que ir.