Santo Gambino, un constructor siciliano que se encontraba en prisión por arrojar desechos peligrosos, fue trasladado a arresto domiciliario. Para sorpresa del comisario, al poco tiempo, el joven de 30 años pidió que lo volvieran a encerrar porque no soportaba las discusiones con su mujer, quien lo acusaba de no pagar la manutención de sus dos hijos. Pero la policía lo acusó de violar las condiciones de su sentencia y lo obligó a volver a su casa y solucionar las cosas con su esposa.