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Jorge Ángel y HP

Jorge Ángel Hernández Pérez fue miembro del grupo humorísticonLa Leña del Humor. Es, uno de los más notables escritores de nuestra literatura contemporánea, además de reconocido poeta, narrador y ensayista. Ganador de múltiples premios y distinciones. Su extensa obra ha sido publicada por importantes editoriales de Cuba y el extranjero. 

 

Autor:

JAPE

Casi se gastaban los años de la década de los 80 del siglo pasado cuando lo conocí en Santa Clara, gracias a los muchos eventos que convocaba el grupo La Leña del Humor, del cual era miembro. Ya contaba con varios libros de poesía, textos humorísticos en diversas publicaciones; y si mal no recuerdo era directivo de la Asociación Hermanos Saíz. Me llamó la atención que todos lo llamaban HP. Pensé que no era justo pues me parecía buena persona, luego supe que eran las siglas de sus apellidos, con las que firmaba sus primeras obras.

Les hablo de Jorge Ángel Hernández Pérez, uno de los más notables escritores de nuestra literatura contemporánea, además de reconocido poeta, narrador y ensayista. Ganador de múltiples premios y distinciones. Su extensa obra ha sido publicada por importantes editoriales de Cuba y el extranjero.

Después de aquellos años, en que también formó parte del Movimiento de Jóvenes Humoristas, Jorge Ángel se alejó de la escena y sus textos ya ocuparon mayores espacios y empresas. Quizá por eso lo perdimos un poco de vista dentro del ámbito humorístico.

Hace apenas unos días nos encontramos y le comenté mi intención de presentarlo en esta sección. Me agradeció y cuando ya se retiraba le pregunté al descuido: ¿HP, y ya no haces humor? Me miró como quien tiene mucho que decir y no alcanzaba el tiempo, y a modo de despedida prometió: «¡Después te escribo!» Y cumplió su promesa, así que lo mejor es que sea el propio Jorge Ángel quien nos cuente:

«El humor ha sido parte de mi vida, incluso antes de que descubriera mi vocación literaria y supiera que a ella me dedicaría. No había nada que me gustara más, de niño, que escuchar los chistes de guajiros y poblanos donde vivía. La Leña del Humor, de la que fui uno de sus fundadores, surge alrededor del movimiento de talleres literarios. Así escribí textos que privilegiaban hacer reír, ya fueran breves viñetas y parodias o piezas cortas para representar en escena. La sección de Zumbado en Bohemia, que se llamaba La Bobería, publicó algunas de ellas, y además Melaíto, dedeté, la revista de la AHS, La hiena triste… y no sé si otras más.

«Luego me separé de La Leña y fundé el grupo Hisopo, que hizo un par de espectáculos en Camajuaní y Remedios. Ese trabajo me puso la disyuntiva de dedicarme a la escena o a la literatura, lo que elegí sin renunciar al humor. Mi primer libro de cuentos, Hamartia, Premio de la Ciudad de Santa Clara 1994, es un conjunto de sátiras que luego se unió al libro Los graduados de Kafka, en el que la sátira y el absurdo acompañan a la literatura. Hasta los días de hoy he escrito humor y sátiras (la revista Violas publicó tres o cuatro de ellas hace más o menos un año), aunque no me presenten como humorista, sino como poeta, narrador, crítico literario y sociólogo, tal vez cómicamente.

«He estudiado los modos de hacer humor y he publicado reseñas críticas de la obra de varios humoristas (Carrillo, Zardoyas, Tellerías, entre otros), además de una teoría sobre la risa, en Cubaliteraria. Y así muchas más aventuras que dan risa y fatiga y que lamentablemente se discriminan. De entre los varios libros inéditos que tengo en mis archivos de PC, está un libro de sátiras breves, de esas que privilegian lo humorístico a través de la literatura. Así que, si alguien te contó que ya no hago humor, ¡es porque está tratando que no regañe más con eso!».

Tal cual me contó este querido y viejo amigo que además me invitó a su blog, ogunguerrero.wordpress.com, visita que yo también recomiendo.

El mencionado

El joven poeta Obdulio Marcos recibía menciones en cuanto concurso competía. Esa era su especialidad. Comprobado quedó con el penúltimo telegrama: Usted recibió Mención. Premiación día tal. Obdulio Marcos no había enviado trabajo alguno al concurso de marras.

Pero el último telegrama lo desconcertó: Ud. Resultó premio en nuestro concurso. Era imposible. Inconcebible para su dignidad de poeta mencionado. Había que actuar enérgicamente. Fue a hablar con los organizadores del certamen y les planteó su inconformidad. Los organizadores rehusaron rectificar los resultados, pero su firme postura los obligó a ceder.

Llamaron a los miembros del jurado. También el jurado rehusó cambiar la decisión final, pero el joven poeta estaba dispuesto a no dejarse ofender. Argumentó, alegó, discrepó y estornudó. Se ofreció para arreglar el acta, correr trámites, correr con los gastos y simplemente correr, para mantenerse en forma.

Y logró el triunfo.

Y con el triunfo una pregunta comenzó a preocupar a todos: ¿Por qué renunciaba a la posibilidad del premio? Conversaciones amistosas inspiradas por amistosas e inspiradas botellas de ron, hicieron posible que Obdulio Marcos revelara el porqué de su actitud.

Es mi único libro —dijo— con él he logrado todas las menciones. Si acepto el premio no podré recibir ni una más.

Jorge Ángel, dedeté, 1987

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