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Amores y contratiempos

Amores perros, estrenada el 16 de junio de 2000 en México, aborda principalmente el amor y la traición

Autor:

Beliza Ramos Fernández

El cineasta, guionista, productor, locutor y compositor mexicano, ganador de cuatro premios Óscar, Alejandro González Iñárritu, se ha convertido con el paso del tiempo en una figura muy querida en el mundo cinematográfico y un referente ya no solo en México, sino en todo los países de habla hispana, por lo únicas y originales que pueden llegar a ser sus películas. Dentro de ellas, Amores perros fue su debut en el cine, sin contar sus cortometrajes.

Estrenada el 16 de junio de 2000 en México, la película aborda varios temas, principalmente el amor y la traición, pero también el dolor. Se inicia con ella una de las trilogías más famosas y dolorosas de los últimos tiempos entre tres películas de Iñárritu: Amores perros (2000), 21 gramos (2003) y Babel (2006).

Historias entrelazadas

El primer relato que nos presentan es el de Octavio (Gael García Bernal), un joven que se enamora de la esposa de su hermano Ramiro (Marco Pérez), el cual se comporta agresivo con ella y su hijo. Octavio intenta reunir dinero para fugarse con Susana (Vanessa Bauche), y para ello utiliza a su perro y también de Ramiro haciendo peleas ilegales. Es así como se adentra en un mundo violento, del cual se hace cada vez más difícil salir.

La segunda historia es la de Daniel (Álvaro Guerrero), un hombre que se separa de su mujer y sus dos hijas para irse a vivir con su amante, la exitosa modelo Valeria Amaya (Goya Toldedo), pero las cosas no salieron como imaginaba. En cuestión de segundos sus vidas se transforman y el amor y la pasión que los unía se desvanece, y aparece entonces un ambiente hostil y nostálgico en contraposición con lo antes visto al inicio de la relación.

Un elemento que simboliza el deterioro de la relación entre la pareja es el globo rojo en forma de corazón atado al cabezal de la cama. Al inicio se veía bien su forma, su color brillante; pero luego se ve desinflado y tirado en una esquina.

Y la tercera es la de El Chivo, un hombre mayor que hace trabajos sucios de sicario, pero que lo persigue un pasado muy dramático. Vive en muy malas condiciones, tiene un aspecto muy poco higiénico y se le ve caminando por las calles acompañado de sus perros, a los cuales cuida con esmero. Hacia el final de la película vemos un cambio radical en él, tanto en su aspecto físico como sentimental, pues se arregla para ir a casa de su hija y a través de un mensaje en su contestadora nos revela sus más profundos sentimientos.

Estas tres historias que conforman el filme se cruzan justamente en el grave accidente automovilístico que sufren al chocar Valeria y Octavio, como una parábola sobre lo impredecible y lo irónico del destino. Aunque apartándonos de ese enlace, también las escenas se van cruzando entre sí, provocando alguna confusión al espectador, pero que más tarde se resuelve y cobra sentido.

Son relatos que se rozan, aunque sea tangencialmente, unos con otros, se encuentran y se completan, y no participan de ellos solamente los personajes que les dan nombre, sino muchos más, pues estos personajes, por muy mezquinos, miserables y patéticos que sean, también resultan dignos de toda compasión.

Cada una de esas historias, además, expone una escala social diferente, pero a todos ellos los une una particular relación con un perro, o con varios, que se erigen en metáforas de una precariedad anímica irrespirable. Los perros dan sentido interior a la pérdida vital de sus dueños, para los que son mucho más que mascotas: se convierten en expresión física y abstracta de sus propios demonios interiores.

Pero no es un relato sobre los maltratos hacia los animales, y queda descartada cualquier clase de crítica acerca de las peleas de perros con apuestas de grandes sumas de dinero. El director no se resigna a juzgar, sino simplemente a narrar.

No dejes de saber

Antes de convertirse en cineasta, Iñárritu fungió como publicista y director de variados comerciales. En Amores perros autohomenajea su anterior profesión de dos formas: la primera, cuando él mismo aparece en cameo como un publicista en las oficinas donde trabaja Daniel, uno de los personajes; la segunda, un poco más original, mostrando durante el metraje algunos de los comerciales que él mismo dirigió previamente, incluyendo los de un famoso banco.

La cinta se filmó en algunas de las zonas más peligrosas de la Ciudad de México, y fue el equipo de producción víctima de varios asaltos durante el rodaje. Cuenta el equipo que, en una de estas ocasiones, cuando se encontraban buscando una casa para filmar, la misma banda criminal que los asaltó anteriormente les pidió dinero y les ofreció protección para no ser asaltados por otras bandas, y sirvió posteriormente como extras en las escenas de las peleas de perros.

Originalmente el Chivo iba a vivir en una casita de lámina, pero el equipo de producción encontró una casa abandonada perfecta para el personaje magistralmente interpretado por Emilio Echevarría. Así mismo la casa donde se hacen las peleas de los perros era otra propiedad abandonada a partir del fallecimiento de sus antiguos dueños, irónicamente víctimas mortales de un accidente de auto.

El primer corte era diez minutos más largo y Alejandro no estaba satisfecho con él, por lo que acudió a un amigo para que lo aconsejara, el cual lo presentó con Guillermo del Toro para una opinión más profesional. Del Toro, al ver el metraje, dijo inmediatamente a Alejandro que esto podría ser considerado una «obra maestra», por lo que le pidió permiso al director para hacer un pequeño corte. Iñárritu aceptó su intervención, y resultó la versión de 150 minutos final conocida por todos.

Alejandro González Iñárritu se ha convertido en una figura reconocida, no solo en México, sino en todo los países de habla hispana.

Al principio de Amores perros aparece una advertencia en la que indican que durante el rodaje ningún animal sufrió daño alguno. Aun así y debido a las fuertes imágenes, la cinta causó controversia por las peleas de perros. Sin embargo, nunca se enfrentaron, solamente fueron  filmados mientras jugaban entre sí o bien cuidándolos con bozales transparentes, resultado de una eficaz edición que tardó siete meses.

Entre sus 55 galardones internacionales, Amores perros se hizo del Bafta y de tres premios en Cannes, con destaque para el Gran Premio de la semana de la crítica. También contó con nominaciones para el Óscar y el Globo de Oro

El choque accidental que acontece en el filme ocurrió en el cruce de las calles Juan Escutia y Atlixco en la colonia Condesa de la Ciudad de México. Este fue grabado con nueve cámaras diferentes simultáneas y uno de los autos estaba conducido por control remoto para disminuir los riesgos, sin embargo, el choque fue tan fuerte que uno de los autos cayó cien metros más lejos de lo calculado, haciendo daño a un taxi aparcado que la producción tuvo que pagar.

Entre los varios elementos nostálgicos, culturales y sociales noventeros que aparecen en el filme, se pueden apreciar pegatinas de Gokú, del equipo mexicano de fútbol Cruz Azul, un póster de la cantante española Martha Sánchez, un calendario de Juan Pablo II y propaganda política de las elecciones del 94. Asimismo, se puede apreciar un anuncio de la película Abre los ojos de Alejandro Amenábar, y otro del libro Fragmentos de amor furtivo de Héctor Abad Faciolince.

Cofi era el nombre del perro del guionista Guillermo Arriaga cuando tenía 11 años. El Chivo le dice a este mismo perro en la última secuencia del filme: «Ya cállate, pinche Negro», que es el apodo de Iñárritu entre sus amigos. Pero quizá la historia más curiosa y trágica es la de Richie, el perro que se queda atrapado bajo el piso del apartamento y que se encuentra inspirada en una historia real de un amigo del director, el cual le contó que al cambiarse de casa, el perro se metió debajo del piso de madera y quedó atrapado. Desgraciadamente la familia decidió tapar el agujero y dejar al perro abajo porque romper todo el piso sería muy costoso. El perro murió solo y abandonado, lo cual conmocionó a Iñárritu, y lo plasmó en la película.

Emilio Echevarría interpreta a El Chivo, un hombre que hace trabajos sucios de sicario, pero perseguido por un pasado muy dramático.

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