Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Nos y Otros

Luego de un razonable éxito en las publicaciones periódicas, Nos y otros considera que dichos textos bien podían ser escenificados

Autor:

JAPE

El próximo día 10 de junio estaría cumpliendo 42 años de fundado un proyecto que ha dejado una innegable huella en la cultura cubana. Nacido en 1982, en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, Nos y otros surge como grupo literario compuesto por Eduardo del Llano, Luis Felipe Calvo, José León y Aldo Busto. Fue una experiencia suigéneris ya que todos escribían o participaban de aquellos textos que se publicaban bajo dicho nombre.

Rápidamente se ganó un reconocido espacio en la prensa cubana, particularmente en dedeté, donde sus escritos cada vez se hacían más populares y se reafirmaban con un sello único a pesar de que estaban escritos por cuatro autores. Lo que había nacido en las aulas de la Facultad, como una pequeña «publicación humorística» manuscrita, con temas internos mayormente, que se deslizaba entre el alumnado, había tomado un nivel inimaginable, a tal punto que aun esa forma de decir, de mirar la vida con visión crítica, empacada en un humor mordaz, inteligente, irreverente y sutil, se mantiene viva en algunos de sus miembros que siguen creando dentro y fuera del país.

Luego de un razonable éxito en las publicaciones periódicas, Nos y otros considera que dichos textos bien podían ser escenificados, más cuando corrían los inolvidables años 80 del pasado siglo y estaban de moda las peñas, descargas culturales y, sobre todo, la Casa del Joven Creador (actual museo del ron). Allí los conocí cuando ya hacían representaciones escénicas a las cuales convocaban a actores y trovadores. También era común verlos actuar en las peñas de la Teatrova, en el teatro Guiñol, junto a los entonces bisoños Santiago Feliú, Carlos Varela, Gerardo Alfonso, Frank Delgado y Ángel Quintero. Nuevos integrantes se sumaron al proyecto como Orlando Cruzata (fundador y máxime responsable de los premios Lucas del video clip cubano) y el actor Octavio Rodríguez, quien asumió con muy buenos resultados el personaje de Armando Churrisco, creado por Nos y otros, que quedó como su nombre artístico, y que lo acompañó en su vasta obra.

A finales de los 80 y principio de los 90, luego de que la plantilla del grupo llegara a tener más de una decena de miembros, incluyendo al reconocido conductor de la radio José Luis Bergantiños, Nos y otros ajustó su nómina a seis nombres: Eduardo del Llano (quien seguía fungiendo como director), Luis Felipe Calvo (que junto a Eduardo eran los únicos fundadores de aquel proyecto literario, que permanecían en la nueva composición), Orlando Cruzata, como fiel y a veces simpático compañero, y la incorporación del periodista y escritor Jorge Fernández Era, Leandro Pérez Priano (informático de profesión) y este humilde redactor, graduado de nada.

A partir de ese momento, Nos y otros sentó bases para incluirse entre los más reconocidos proyectos de humor de aquella época, liderada por el Conjunto Nacional de Espectáculos, con Alejandro García (Virulo) al frente, el Movimiento de Jóvenes Humoristas, y la más notable ola de la cultura cubana del pasado siglo, en todas sus expresiones.

Volviendo al Nos y otros literario, que es lo que nos ocupa en la sección de Los regañones de hoy, este cuarteto, que dio origen a todo lo demás, no solo dejó una estela imborrable en la prensa cubana. Ellos se ubicaron en la vanguardia de aquellos jóvenes que conformaron la colección literaria Pinos Nuevos, de la Asociación Hermanos Saíz. Publicaron varios libros de cuentos, novelas, e incursionaron en la televisión y el cine (guiones cinematográficos) con éxito.

No intentaré hacer una lista para demostrar lo antes dicho. Como siempre, solo doy algunas pistas para que usted se sienta motivado a buscar, investigar, leer, descubrir quiénes jugaron un papel preponderante en la inserción del buen humor en nuestra prensa de antaño. Una vieja costumbre que hemos perdido con el tiempo, con algunas malas decisiones, y ciertos temores.

En lo particular, siempre lo digo, y en estas líneas lo sostengo: Nos y otros fue mi gran escuela, junto al dedeté. Con ellos aprendí cuán eficaz herramienta puede ser el lenguaje del humor siempre que se maneje con inteligencia y responsabilidad.

Oveja

El almuerzo llevaba varios días tan malo que Nicanor O’Donnell, haciéndose portavoz del sentir de todos los trabajadores, declaró en asamblea de servicios que comenzaría una huelga de hambre hasta tanto la comida no mejorara. Todos le aplaudieron. Ese mismo día no fue al comedor y se quedó jugando en la oficina con su mascota, un escorpión que guardaba en un pomito. Al día siguiente, la secretaria le dijo que quería hablar con él.

—Bravo, Nicanor. El responsable del comedor está avergonzado, dijo que iba a hacer gestiones.

Eso es lo que hace falta, que mi sacrificio redunde en un triunfo para todos —dijo Nicanor—. La secretaria asintió; y añadió luego como al descuido:

—Oye, ya que no vas a comer hoy, ¿puedo coger tu almuerzo?

Nicanor, comprensivo ante las debilidades humanas, accedió. Al tercer día vino el jefe de personal, felicitó al huelguista y dijo que era inminente la solución del problema. Salió de allí dejando a Nicanor contento y con su autorización expresa para comerse su almuerzo.

Una semana más tarde, Nicanor había adelgazado visiblemente, pero lo consolaba saber que su sacrificio era en pro del colectivo. Todos los días venía alguien a darle aliento y le tumbaba el almuerzo. Los trabajadores del centro hicieron una lista para determinar sin matazones a quién le correspondería cada almuerzo del huelguista. El administrador afirmó que, gracias a la actitud de Nicanor, la dirección había garantizado que en menos de un mes el problema estaría solucionado.

A comienzos del segundo mes Nicanor devoró al escorpión y dijo que pa’lcarajo, que se sacrificara otro. Al mediodía fue al comedor y almorzó. En la oficina, la gente le volvió la espalda. Hicieron una nueva asamblea de servicios y el jefe técnico —a quien casualmente le había tocado ese día la ración de Nicanor— dijo sin rodeos que los sacrificios a medias implicaban un retroceso en el camino hacia los logros. Nicanor sintió que su espíritu volvía a flote y accedió a seguir en la huelga una semana más.

Tres días más tarde murió Nicanor. El almuerzo no mejoró, pero ahora el comedor lleva su nombre.

 

 

NOS-Y-OTROS, dedeté, 1989

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