El maestro Guido López-Gavilán sostiene su libro La dirección orquestal sinfónica y su expresión en Cuba. Autor: Néstor Martí Delgado Publicado: 06/01/2024 | 09:22 pm
El alma debe ser forma y la forma debe ser alma, decía Furtwängler, y es por eso que en el marco de la clausura de la 5ta. edición del Festival Habana Clásica, y después del regocijo de conciertos de altísimo nivel, llegó el momento que algunos esperábamos en silencio desde hace meses: la presentación del libro La dirección orquestal sinfónica y su expresión en Cuba, del maestro Guido López-Gavilán.
Un festival internacional, que tuvo en su corpus la realización de casi una veintena de conciertos, acompañados por un conjunto de clases magistrales y acciones sociales en hospitales y comunidades, no podía bajar sus telones sin el sortilegio de un libro. ¿Cuánto podría conocerse de la historia de la música sin esas letras testimoniales que traducen siglos de mudez a la espera de descubrir una partitura o grabación, y que han hilvanado generaciones de músicos, críticos y estudiosos en sus páginas, junto a la savia que sabiduría y experiencia gestan?
Este suceso marca sin dudas un punto de crecimiento en la proyección de la huella que va dejando Habana Clásica en el circuito artístico cubano, haciendo visible también los intereses pedagógicos, ese abono tan preciado para el surgimiento de futuros hacedores. Divulgar y crear lazos es imprescindible en la carrera de todo artista, pero llevar la luz al escritorio y poner en sus manos el conocimiento, seguramente abrirá las puertas necesarias para emprender el vuelo, porque la aptitud debe asirse al entendimiento.
La dirección orquestal sinfónica… nace con el pretexto de una tesis, a partir de la cual el maestro Guido recibió el grado de Doctor en Ciencias sobre Arte, a sus 80 años. Según plantea Daiana García en el prólogo, es «el primer texto cubano que aborda este tema en profundidad y en el que confluyen el quehacer histórico-investigativo con la actividad práctica, desde la perspectiva de uno de sus más ilustres exponentes en la Isla».
Guido López-Gavilán, quien recibió el Premio Nacional de Música en 2015, además de su amplia obra como compositor y director orquestal, formado en las instancias del Conservatorio Tchaikovsky de Moscú, bajo la guía de Leo Guinsburg, ha consolidado su labor docente por casi cinco décadas, dejando una huella imperecedera en los estudiantes del Instituto Superior de Arte que han obtenido la licenciatura en esa especialidad. Mucho le debe la cultura cubana a su entrega y pasión por los sonidos. Ya desde 1975, año en que funda la Orquesta de Cámara de la Brigada Hermanos Saíz, era notable su impulso y deseo de sembrar más allá del espacio del creador. Posteriormente, en 1995, funda la orquesta de cámara Música Eterna, que dirige hasta la actualidad.
Con el objetivo de plasmar ese legado de conocimientos, y valiéndose de un hábil equilibrio entre lo práctico y lo teórico, este libro propone un acercamiento viable tanto para el público entendido como para el entusiasta. En la extensión de las tres partes que conforman el volumen, expone una visión concreta e ingeniosa sobre una profesión que a veces resulta compleja y controversial ante los ojos de espectadores y estudiosos.
El primer capítulo del compendio realiza un viaje por los fundamentos históricos, teóricos y conceptuales de la dirección orquestal sinfónica, analizando las fases del proceso interpretativo. Es un retrato bastante exhaustivo desde sus orígenes hasta la actualidad, y deja constancia de la evolución del oficio y las personalidades que han marcado hitos en el desarrollo de este. La segunda parte traza un acercamiento al panorama cubano, desde la etapa colonial hasta el siglo XX, al abordar temas cardinales como la enseñanza musical, la fundación y el crecimiento de la cátedra de Dirección de Orquesta Sinfónica del Instituto Superior de Arte.
Justo al cierre, el tercer capítulo ofrecerá un estudio en torno a los principios esenciales, técnicas y repertorios gestuales, así como un conjunto de recursos, ejercicios y efectos dinámicos de referencia ineludible para la especialidad. La información gráfica que se aprecia en el interior surge a partir de fotogramas de una multimedia del realizador Leandro de la Rosa, dedicado al maestro Guido, y a las cuales el lector podrá tener acceso mediante el código QR que aparece en la contracubierta.
Estamos no solo ante un título que se convertirá en referencia para los estudiantes, sino en fuente de inspiración para futuras investigaciones sobre el tema y otros caminos aún inexplorados de la música cubana. Es importante destacar que la publicación del volumen, lanzado al cuidado del sello Aurelia Ediciones, es fruto directo del esfuerzo y el patrocinio del Fondo de Arte Joven (FAJ), plataforma cultural creada por la Cooperación Suiza (Cosude) en su propósito de impulsar el arte emergente en Cuba, que además realiza la gestión financiera y operativa del festival.
Habana Clásica, bajo la dirección artística de Marcos Madrigal y la producción general de Lorenzo Suárez, subdirector de Cosude y consejero cultural de la Embajada de Suiza en Cuba, donante líder del evento desde la 5ta, edición, tiene la intención de contribuir al desarrollo de los jóvenes y futuros directores de orquesta, de ahí que el contexto pedagógico sea vital para la colaboración, con el fruto de un texto didáctico como apoyo al programa académico.
Me gusta pensar que cada libro es una familia, porque es el abrazo de muchas confluencias, pero también comparto
el imaginario del equipo de Aurelia Ediciones, al plantear que «un libro es un show», pero sobre las disímiles vicisitudes sorteadas para arribar a este momento tan anunciado seguramente conversarán los amigos en algunas tardes de la posteridad. En la familia de este libro, además de su autor, también figuran: Daiana García, quien ha realizado el prólogo; Claudia Acevedo y Carlos T. Cairo, encargados de la edición y toda la gestión editorial; Yasser Fonseca como diseñador y autor de las ilustraciones técnicas; Rolando Ávalos en la corrección; Lisandra Fernández Tosca en la composición; Néstor Martí en la fotografía de cubierta; y brindé también mi modesta contribución al realizar las ilustraciones de las portadillas.
Los ejemplares de este libro serán donados a escuelas e instituciones cubanas asociadas a la música, así como bibliotecas y centros culturales que conservan el patrimonio cultural. Un grupo de ellos fueron entregados en el acto de presentación, al que también asistieron Markus Glatz (director de Cosude), Perla Rosales (directora de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana), y Luis Morlote (presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba).
«Dirigir es prevenir», nos dice Guido, que es fiel seguidor de estos ideales que comparte. Para él, la misión de un director es hallar, dentro de ese infinito que es la música, su propia verdad; defenderla y transmitirla tanto a la orquesta como al público, para convertirla en una realidad sonora capaz de alcanzar las emociones colectivas deseadas. Verlo interpretar, batuta en mano, con los gestos y el embrujo de la música, construye un andamiaje de sensibilidades entre instrumentos, músicos y espectadores. Súbito piano, el camino ya está anunciado.
Artistas, familiares y el equipo editorial que trabajó en la realización del libro. Foto: Daniel Mendoza