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En las corrientes hacia el Coral

Las inapelables decisiones de los jurados (en festivales de cine como el nuestro) suelen ser impredecibles, porque dependen de cuánto cada uno honre los merecimientos de la continuidad, o la impronta de lo novedoso, y también está el imperativo de consensos, las presiones del contexto y la tensión de muy diversas corrientes de opinión

Autor:

Joel del Río

Las inapelables decisiones de los jurados (en festivales de cine como el nuestro) suelen ser impredecibles, porque dependen de cuánto cada uno honre los merecimientos de la continuidad, o la impronta de lo novedoso, y también está el imperativo de consensos, las presiones del contexto y la tensión de muy diversas corrientes de opinión. De todos modos, intento adelantarme a los veredictos y al mismo tiempo recomendarle al espectador todavía desorientado algunos de los filmes premiables, en las competencias de ficción y ópera prima. Aclaro que no se trata de anticipar los títulos más populares, sino de hacer una relación de algunos de los filmes más premiados, renovadores, lúcidos y estimulantes producidos en América Latina durante 2023.

En la competencia de largometrajes de ficción se destacan dos títulos dirigidos por auténticos paladines del cine latinoamericano, desde principios de los años 2000 hasta la tercera década de este siglo: Eureka, del argentino Lisandro Alonso, y Perdidos en la noche, del mexicano Amat Escalante. Con actores internacionales (Viggo Mortensen, Chiara Mastroianni) conformó el argentino este apabullante oeste fantástico, resuelto en dos partes, que viajan en el tiempo y el espacio para desbordar toda clasificación genérica y desafiar al espectador con un discurso tan ambicioso como para tratar de redefinir, en positivo, el legado de los pueblos originarios y las fronteras del Norte «civilizado».

Sobre diferencias de clase y estatus, en última instancia, nos habla Escalante en una película de suspenso criminal, sobre un hombre que busca al culpable de la desaparición de su madre, una activista que protestaba contra la industria minera. Inspirada en la obra y los personajes de Dostoievski, la nueva película del también director de La región salvaje y Heli, trata otra vez el tema de la violencia asociada a la desaparición de mujeres en Guanajuato, pero en lugar de mostrar casos y datos, prefiere ahondar en el vacío, la depresión y las culpas que deja cada ausencia. Algunos críticos hablan de que Escalante ha madurado con esta película, cuando lo que ha ocurrido, creo yo, es que el cineasta, luego de siete años sin rodar ningún largo, ha derivado hacia una narración y un estilo mucho más accesibles, ansioso esta vez de tratar tan graves y complejos problemas que precisan comunicarlos con toda claridad.

Película chilena Los colonos con la mira en el premio Coral en Ópera Prima. Foto: Prensa Latina

En la competencia de largometrajes también destacan otros dos filmes mexicanos, como Tótem, segundo largometraje de Lila Avilés (La camarista), y Heroico (David Zonana). La primera es la historia de Sol, una niña de siete años, y se muestra su perspectiva sobre la vida, la muerte y el paso del tiempo. Es también un drama familiar, engañosamente sencillo, con muy sólido estudio de personajes, y poderosa conexión con tradiciones y filosofías inherentes al pueblo mexicano. Una perspectiva coral adopta Heroico, que aborda el omnipresente tema de la violencia, pero en la faceta del abuso escolar que acontece en una escuela de cadetes. Las reminiscencias de argumentos similares como los de la norteamericana Full Metal Jacket, la peruana La ciudad y los perros, o la cubana Camionero, sin dudas indican que una denuncia tan categórica todavía resulta vigente y estremecedora.

En la competencia por los Corales también se destaca ese policiaco, con matices de lánguida comedia negra, que es la argentina Los delincuentes, escrita y dirigida por Rodrigo Moreno; el drama filial también argentino El viento que arrasa (de la consagrada Paula Hérnandez) que se ambienta en paisajes rurales y está propulsado por las grandes actuaciones de Alfredo Castro y Sergi López; y la singular producción brasileña El extraño, realizada mayormente en torno a un aeropuerto y sus alrededores para observar mejor lo cotidiano y el pasado de una instalación emplazada en territorio indígena. Habría que destacar, por último, en cuanto a la competencia que estamos recomendando, la colombiana El otro hijo, cuyo argumento recuerda, desde lejos, la célebre Ordinary People, de Robert Redford, pero en el filme en competencia hay mayor voluntad sociológica, y una laudable voluntad de fotografiar, sin sentimentalismos, a los jóvenes, sus pérdidas, confusiones y rebeldías.

En cuanto al concurso de óperas primas, ese oeste chileno que es Los colonos ha marcado su tendencia al premio desde que fue elegida para inaugurar este Festival, luego de que ganó el premio de la prensa especializada en la sección Una cierta Mirada, de Cannes, el galardón al mejor guion en Lima, y de ser elegida candidata chilena al Oscar. En este otro concurso vuelve a destacar la representación argentina con una reflexión sobre la maternidad, que se mueve entre el documental y la ficción, y se titula Clara se pierde en el bosque, escrita y dirigida por la actriz y escritora Camila Fabbri.

Ambientada en el estado de Alagoas, en la costa del extremo este brasileño, en los años 90, está Sin corazón, escrito y dirigido por los debutantes Nara Normande y Tiao, quienes abordan el descubrimiento de la sexualidad desde el punto de vista de una adolescente cuyo destino está marcado por el alejamiento del lugar donde fue criada. Clásico estudio de las perturbaciones en la etapa adolescente, el filme tiene la singularidad de que su narrativa confunde, ex profeso, lo que los personajes imaginan y aquellas circunstancias que realmente viven, pero las subtramas están conectadas con habilidad para hablar de muy diversos temas: por supuesto las relaciones entre padres e hijos, pero también la violencia, los prejuicios y la desigualdad social.

En ese subgénero que los norteamericanos llaman coming of age (cuya trama describe el arribo del adolescente a la adultez y el despertar del sexo) trata no solo la brasileña Sin corazón, sino también la mexicana Todos los incendios, cuyo protagonista también se relaciona con las comunidades LGBTQ, en tanto se trata de un adolescente rebelde y pirómano, que está viviendo el duelo por perder a su padre, y además persigue el descubrimiento de su identidad social, sexual. En una línea similar a las recordadas, y premiadas Te prometo anarquía, o la ya clásica Y tu mamá también, el filme tiene mucho más que ver con la primera que con la segunda, gracias a una visualidad que recuerda, conscientemente, el documental hecho por aficionados. Solo que en este caso no es defecto, sino voluntad de estilo.

Por supuesto, porque nunca se recomienda lo suficiente, en la competencia de largos de ficción está Una noche con los Rolling Stone, de Patricia Ramos, y en la de ópera prima concursa nuestro compatriota Alan González con La mujer salvaje. En un texto anterior para JR escribimos con mayor holgura sobre ellas. Y como decía al principio, las decisiones de los jurados son impredecibles, sobre todo cuando hay tantas y tan diversas películas de mérito. Toda la suerte del mundo llegue a los nuestros. El cine cubano la necesita.

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