Barrendero de río No 3. 2019. Óleo sobre lienzo, 51x74 cm. Autor: Tomada del perfil de Facebook de la galería Collage Habana Publicado: 21/09/2022 | 10:04 pm
Breves espejismos es el título de la exposición de José Perdomo García (Sancti Spíritus, 1961) que propone un acercamiento a la temática del paisaje desde un enfoque posmoderno, combinando la idea del movimiento dadaísta (la descontextualización), a la que suman estilos pictóricos como el realismo y el movimiento surrealista, utilizando como herramientas la pintura y la fotografía, esta última combinada en el lenguaje de los nuevos medios. Curada con excelencia por el propio artista y con una museografía hecha por Indira Carrillo y Meira Marrero.
En el escenario del arte cubano la temática del paisaje ha sido atendida por excelentes artistas como Eduardo Laplante, Frederic Mialhe, Valentín Sanz Carta, Leopoldo Romañach, Domingo Ramos, Henry Cleenewerck, Esteban Chartrand, por citar algunos dentro de sus períodos más académicos.
A partir de la década de los 80 del siglo XX, el paisaje tuvo una renovación que comenzó con la figura de José Bedia, y su obra Proceso postcolombino, 1983. Por aquel entonces ya estaba también Tomás Sánchez, y su obra Relación, 1986, con sus paisajes contemplativos influenciado por la cultura del yoga y el budismo zen. A principios de la década del 90, surge la inigualable exposición de Kcho Paisaje cubano y posteriormente su serie de árboles-remos, todo esto conectado con el paisaje y la naturaleza. Luego Rafael Villares y quien suscribe estas líneas exponen en la 12da. Bienal de La Habana en 2015, el primero con su obra Árbol de luz en el proyecto Detrás del Muro, y este servidor con su obra Esencia, de la serie de objetos-palmas sobre la identidad y la economía, en la Casa de las Américas, en el proyecto Ejercicios, de Luis Carnitzer. Se debe mencionar al grabador Enrique G. Miralles Tartabull, que también combina elementos del campo y la ciudad dentro de algunas de sus obras, en una orientación filosófica en sintonía con lo anteriormente expuesto. Cabe aludir al pintor Héctor Montaner, que recurre a recursos surrealistas con el paisaje y la identidad, pero su discurso es dirigido a la temática de la migración fundamentalmente. Recientemente en la 14ta. Bienal de La Habana expuso Glenda Salazar su obra El Bosque de nombres, manteniéndose así la tradición de la visión renovadora.
Ahora Perdomo García propone para el paisaje, el uso de la fotografía documental de naturaleza y los nuevos medios, con la obra Ven y mira 2011/2013, una secuencia anecdótica sobre determinado lugar campestre o urbano que muestre su pasado o su presente para hacer un hincapié sobre su condición y estado de preservación ecológica, calidad medioambiental y/o deterioro de este.
La visión del artista en las demás obras es descontextualizar acciones y elementos (recurso dadaísta), provenientes del entorno urbano e insertarlos en un contexto rural o viceversa, creando un discurso crítico que va más allá de la simple contemplación de la naturaleza como objetivo de la obra. Su metodología de trabajo lo ubica más cerca de las influencias del renacimiento, la modernidad y la posmodernidad.
Perdomo hace uso del dadaísmo, que es una rebelión total contra las formas culturales del gastado convencionalismo político, social y artístico de la moral burguesa. Corriente artístico-destructiva–satírica. La contradicción de la praxis de la vida y el idealizado mundo del arte llegó a hacerse insoportable para los dadaístas, marcados por la migración y la protesta contra la guerra. Es Marcel Duchamp, con sus ready-made, quien inicia la descontextualización del objeto y las acciones, al escoger un urinario y titularlo Fuente, en 1917, encarnando que las cosas de la realidad fuesen objeto de la praxis artística que serían los principios de la rebelión a través del anti-arte.
En sus pinturas es donde Perdomo utiliza el surrealismo y el realismo como estilos pictóricos, lo que sumados a la descontextualización, lo coloca entre quienes pudieran estar vinculados con la filosofía posmoderna, aunque esta intención filosófica no está manifiesta en sus palabras del catálogo.
El artista se apoya en el surrealismo, movimiento proclamado por Andrés Breton, que postula el sueño y la visión alucinada, como realidad igual de válida que pensar y el sentir controlados por la razón. Ensalza el sicoanálisis de Freud, la capacidad de penetración síquica del sueño y eleva la imaginación a máxima suprema de la creación individual.
Además, usa la crítica-paranoica que es dentro del surrealismo un «método espontáneo de conocimiento irracional, basado en asociaciones crítico-interpretativas de fenómenos delirantes» (Salvador Dalí). Establece un procedimiento surrealista como alternativa al pasivo estado de sueños de la escritura automática. Toma el delirio simuladamente sicótico como experiencia a investigar, que descubre al artista potencias creadoras, de las visiones demenciales.
Algunas de las sugerentes ideas de Perdomo son colocar un barrendero citadino (Pike) sobre las aguas de un río con un frondoso paisaje al fondo. Sustituir el reflejo de una palma en el agua por un faro lumínico de la ciudad. En un camino campestre ubica un semáforo de tránsito urbano y una grúa.
El uso de la figura del barrendero como recurso, dentro de las artes plásticas cubanas contemporáneas, tuvo su origen en un performance de finales de la década del 80 del siglo XX. Su autor, conocido popularmente como Peteko, era estudiante de la Universidad de La Habana y la obra proponía, entre otras cosas, una higienización del contexto citadino y cultural. A finales de los 90 con la aparición de la Galería DUPP, liderada por Rene Francisco, en el Pabellón Cuba, en la muestra Con un mirar abstraído, Wilfredo Prieto y Michel Rives retoman otra vez en un performance la figura del barrendero.
La palma real como elemento distintivo de la cultura cubana es ampliamente explotada por diferentes artistas. Su utilización con doble función fue comenzada por Kcho, con su serie de árboles-remos, luego este servidor con su obra Esencia, 2015, y la serie de objetos-palmas. Se suma Enrique Miralles Tartabull (Tente) utilizando la palma como mástil, la cual inserta en un bote, entre otros artistas.
El extraer elementos de un contexto a otro ya sea de la ciudad al campo o viceversa, puede apreciarse en las intenciones de Los Carpinteros con su obra La yunta, 1992. Al igual que José Ángel Vincench, con su obra De la resistencia al folclor, 1995, y Rafael Villares, con su obra Árbol de luz, 2015. En piezas de Enrique Miralles Tartabull, Guillermo Ramírez Malberti con su obra Caballito, 2018, por citar algunos.
Las preocupaciones de José Perdomo giran en torno a la contaminación ambiental y la vida del hombre. La invasión de los procesos de industrialización y urbanización sobre las áreas rurales. Los peligros de las inundaciones producto del cambio climático y la necesidad del hombre contemporáneo de hacer las ciudades más interrelacionadas con la naturaleza.
La influencia ideológica de Tomás Sánchez es notable, mas sus imágenes son de singularidad e índole personal. Bebe de más de una fuente de la paisajística cubana académica. Defiende la tradición, como subterfugio, con pincelada cálida y segura en sus oleos, de impresionante textura visual. En las variadas formas del follaje de nuestros campos capta la forma y la luz de una manera realista en cuanto a la textura y el color. Crea exquisito juego de tonalidades con el verde y el amarrillo. Las aguas y sus detallados reflejos nos deleitan simulando espejos del entorno natural. Podemos percibir el volumen de las nubes, reconociendo su efecto de masas que en ocasiones se difuminan en sus extremos. Virtuosamente plasma el color de nuestro cielo con pincelada y matices influidos quizá por la nostalgia de Domingo Ramos. La luz y la sombra en sus obras esculpen con un sentido del contraste a la manera de un escultor, dando la impresión de que el paisaje vive y respira.