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La dicha de amar (+ Fotos)

Juventud Rebelde conversa con jóvenes figuras del ballet en Cuba

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Cascanueces la iluminó. Ver el video siendo muy pequeña llevó a Amanda de Jesús Pérez Duarte a querer «perderse» en aquel mundo de fantasías, encaramada en puntas que hacían volar. Desde entonces amó el ballet. Era tanta su fascinación, que a los diez sus padres la pusieron a estudiarlo en su Ciego de Ávila natal. Un año después, decidieron mudarse para la capital y empezar una vida nueva con tal de asegurarle la felicidad más plena.

«Fue complicado para mi familia también, porque significó dejar atrás la casa, los amigos, sus trabajos... Por suerte ha valido la pena. Casi no me creo que haya logrado entrar al Ballet Nacional de Cuba (BNC), mi sueño mayor. Me parecía una meta inalcanzable. Y, luego, compartir la escena con bailarines que admiré siempre pero que solo había visto por el televisor... Aprender de ellos ha sido una bendición», dice esta muchacha que hace poco más de tres años integra la compañía que fundara Alicia Alonso y que anda por las nubes desde que le confiaron el pas de deux El pájaro azul de La bella durmiente del bosque, ballet al que pertenece el Adagio de la Rosa, que también conforma el programa de la gala que cada 1ro. de enero ofrece el BNC en saludo al triunfo de la Revolución. Lo completan el II acto de El lago de los cisnes, Celeste y Tema y variaciones.   

Soñadora empedernida, Amanda se imagina bailando a toda hora, aprendiendo a cada minuto, creciendo en lo profesional y como ser humano, interpretando los clásicos que han llenado de fama al BNC... «Espero que algún día el público conozca mi arte, pero sé que nada cae del cielo, que debemos entregarnos sin medida para cuando llegue el momento poder dar lo mejor de mí».

La de Amanda es la misma filosofía de Diana Menéndez, en la gala uno de los impresionantes Cuatro Cisnes de El lago... En su caso, la motivación la plantaron su tía y su esposo, el bailarín solista Armando González, quienes no le escondieron, sin embargo, que se enfrentaba a una profesión tremendamente abnegada, «mas me enamoré del ballet para siempre, lo que significa que cargo, sin quejarme, con dolores, lastimaduras, sacrificio... Es un amor medio masoquista mas de esos que iluminan», sonríe esta joven que aún no había culminado el nivel elemental y ya ponía en alto el nombre de la Escuela Cubana de Ballet en Colombia.

 Diana Menéndez Fotos: Cortesía  de  los entrevistados

Con dos medallas de plata brillando en su currículo, Diana consiguió vencer sus dudas (le preocupaba su estatura), imponer su enorme talento y sumarse al colectivo que en la actualidad dirige la primera bailarina Viengsay Valdés, donde ostenta la categoría de corifeo y con el cual se ha lucido asumiendo el papel principal del Grand Pas de Paquita, un momento de 2017 que reproduce una y otra vez en su mente.

Asimismo ubicará en un lugar especial de sus recuerdos los Cuatro Cisnes, «una variación que requiere rendimiento físico y mucha energía, mas despierta admiración por esa precisión, limpieza, armonía, sincronización total que se logra entre las cuatro bailarinas (me acompañan Maureen Gil, Karla Iglesias y Greta Yero), que dan la impresión de parecer una sola».

Darío Hernández. Foto: Cortesía  de  los entrevistados

A diferencia de Diana, Darío Hernández no tenía ni la más remota idea de en qué se estaba metiendo, pero hoy agradece que los suyos notaran ciertas aptitudes y lo llevaran a L y 19. Así comenzó a tejerse esa felicidad gigantesca que ahora lo invade, aunque al principio no le diera mucha gracia. «Los primeros años me los sentí. Para un niño suele ser un poco angustiante alejarse de los amiguitos del barrio, de los juegos para evitar lesionarme, someterse a una disciplina tan estricta... De pronto, me pusieron a bailar... Cuando me vi como el protagonista de El Soldadito de Plomo, de El Principito..., toda la “tragedia” desapareció (sonríe)... Es que da mucho gusto que el público, que se ha emocionado tanto como uno mismo, agradezca con sus aplausos».

Pero sucedió que tras el pase de nivel elemental a medio se puso largo y flaco, «al punto de que no podía controlar mi cuerpo y me costó aprender a dominarlo para entonces poder bailar como Dios manda». ¡Y lo consiguió! Lo saben perfectamente quienes lo ovacionaron en México DF, Cancún, Chicago, en su época de estudiante, por su Albrecht de Giselle, por los pas de deux de El Corsario, La esclava y el mercader, Paquita...; y quienes luego han seguido su carrera en ascenso en el BNC, que lo recibió con 17 años y no demoró en llevarlo a la escena junto a la primera bailarina Anette Delgado y Adrián Sánchez, con Anyali, la creación que Ely Regina Hernández estrenó en 2017. «¿Te imaginas qué privilegio para mí: bailar con Anette Delgado y una pieza nueva?».

Darío se lo cuenta a JR y apenas se lo cree. De hecho, se ha tenido que pellizcar más de una vez por haber obtenido roles como el Quijote de Don Quijote, el Yago de Prólogo para una tragedia, el hechicero Von Rothbart de El lago... y, sobre todo, por el Gustavo de La Cenicienta, al lado de Chavela Riera. Después una lesión en la tibia izquierda y la COVID-19 se encargarían de «bajarlo» del cielo y afincarlo en la tierra, hasta que, tras casi dos años de añorar bailar, retornó a la Sala García Lorca junto a Chanell Cabrera (Vals) para el homenaje al maestro Alberto Méndez, preámbulo de este Celeste que defenderá, como partner de Claudia García, en esta función del 1ro. de enero. 

   

 Ana Zamora Fotos : Cortesía  de  los entrevistados

Como los de Darío, los progenitores de Ana Zamora, amantes del arte en general, intentaron poner en práctica los mismos incentivos que probaron con la hija mayor, quien rápido les hizo saber su preferencia por las matemáticas. Sin embargo, con la más chiquita los resultados halagüeños se vieron de inmediato. De hecho, que no diera ni una sola perreta cuando la sometieron con un añito a Coppelia y mantuviera los ojos bien abiertos como si entendiera, les dio muchas esperanzas. «Y lo cierto es que el ballet ha sido mi mayor fortuna. Lo disfruté desde que me inscribieron en el taller de Rosa Elena Álvarez, un regocijo que me duró hasta que jugando se me partió un brazo».

Con todo y ello, Anita no perdió el chance cuando el Taller Vocacional de Prado, el de la Escuela Nacional de Ballet, hizo las captaciones en su primaria. De vuelta a ese mundo que le infla de amor el pecho, la maestra Rosa Elena convenció a la familia de que podía pulir el diamante, y con su guía la solista del BNC que este viernes admiraremos en Celeste, matriculó en la Alejo Carpentier.

Más tarde luciría con orgullo la Medalla de Oro del 12mo. Concurso Internacional de Ballet y en México se transformaría en la inocente campesina que solo tiene ojos para el Albrecht de Darío Hernández, antes de que la compañía danzaria más renombrada de Cuba le abriera las puertas en 2016 y le entregara roles en Majísimo, en El lago... (Dos cisnes), y otra vez en Giselle (Dos Willis) y Cascanueces (Reina de las Nieves), obra por la cual volaría a Chicago, sin todavía haberse graduado, para representar a la Escuela Nacional de Ballet.

 Omar Hernández. Foto: Cortesía de los entrevistados

Es más: el arte de las puntas y los giros se puso de acuerdo incluso con Cupido para presentarle a Omi, como la Zamora llama a Omar Hernández, quien como miembro del BNC, ha continuado acentuando la notoriedad de Mantua como cuna de bailarines sobresalientes. El secreto radica, dicen todos, en los poderes de Élida Justis Reyes como maestra, y lo reafirma quien decidió seguir los pasos de su primo Liván Pujada, exsolista de la compañía.

Tras su acostumbrada pesquisa por los barrios, Élida le ofreció desde los ocho años de edad a quien de seguro captará la atención como integrante de las cuatro parejas solistas de Tema y variaciones este 1ro. de enero, las herramientas que le permitirían cursar con más soltura el nivel elemental en la Escuela Vocacional de Arte de Pinar del Río.

En lugar de tres, para Omar Hernández fueron cuatro los años que le tomaron llevar aparejado a la de bailarín, la carrera profesoral, en la capital. Jamás olvidará de ese período «las enseñanzas que me dejó la inolvidable y espectacular Mirta Hermida, mi querida profesora de Metodología del ballet; tampoco a Martha Iris Fernández, quien confiada en las condiciones que me veía como bailarín, me impulsó a presentarme en las audiciones del Ballet Nacional de 2012, y llevaba razón, por eso le agradezco tanto. No es que haya sido un “paseo”: entré en una época en la cual había que sudar la gota gorda y la fina para clasificar en un elenco, pero esa entrega me ha dado no pocas satisfacciones. Ha requerido sacrificio permanente, un esfuerzo que no disminuye, pero ha sido un camino bonito. Al mirar hacia atrás, lo recorrido, no puedo evitar que se encienda mi orgullo».

Ana Zamora como la Reina de las Nieves del ballet Cascanueces.  Foto: Cortesía de los entrevistados

Amanda Pérez quedó hipnotizada con Cascanueces y quiso de inmediato ser bailarina. Foto: Cortesía de los entrevistados

Ana Zamora en Majísimo. Foto: Cortesía de los entrevistados

Chanell Cabrera y Darío Herández en Vals, de Alberto Méndez. Foto: Cortesía de los entrevistados

Claudia García y Darío Hernández en Celeste. Foto: Cortesía de los entrevistados

Darío Hernández como Yago de Prólogo para una tragedia. Foto: Cortesía de los entrevistados

De izquierda a derecha, Darío Hernández, Anette Delgado y Adrián Sánchez en Anyali. Foto: Cortesía de los entrevistados

Diana Menéndez asumiendo el papel principal del Grand Pas de Paquita. Foto: Cortesía de los entrevistados

El Grand Pas de Paquita fue la gran primera oportunidad de Diana Menéndez en el BNC. Foto: Cortesía de los entrevistados

En La Cenicienta, Darío Hernández en el rol de Monsieur Toucour. Foto: Cortesía de los entrevistados

En la actualidad, Diana Menéndez ostenta la categoría de corifeo. Foto: Cortesía de los entrevistados

Love Fear Loss, de Ricardo Amarante, ha sido  otro momento importante en la carrera de Amanda Pérez. Foto: Cortesía de los entrevistados

La Pérez como una de las hermanastras de Cenicienta. Foto: Cortesía de los entrevistados

Protagonizar La Cenicienta junto a Chavela Riera fue una experiencia que lo ha marcado enormemente. Foto: Cortesía de los entrevistados

Omar Hernández en el ballet A la luz de tus canciones, dedicado a Esther Borja. Foto: Nancy Reyes

Omar Hernández en Majísimo. Foto: Cortesía de los entrevistados

Dos medallas de plata brillan en el currículo de Diana Menéndez.  Foto: Cortesía de los entrevistados

Amanda Pérez y Darío Hernández en Giselle. Foto: Cortesía de los entrevistados

Bailar Giselle fue un regalo inolvidable para Amanda Pérez. Foto: Cortesía de los entrevistados

Amanda Pérez interpretando a Giselle. Foto: Cortesía de los entrevistados

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