Mayra Navarro Autor: Pedro Quiroga Jiménez Publicado: 08/03/2019 | 10:02 pm
A la narradora oral Mayra Navarro una pasión la mantiene atrapada hace más de cinco décadas: contar cuentos. Lo hace desde que tenía 15 años y, sin la menor idea de la responsabilidad que asumía, empezó a narrar historias a los niños que asistían al espacio La hora del cuento, de la Biblioteca Nacional José Martí.
La otrora estudiante de piano abandonó la música, a partir de ese momento, para dedicarse a un arte que la ha convertido en maestra de maestros. «Quiero ser una buena narradora oral», dijo, y lo logró.
Mayra Navarro está considerada como «la mujer que mejor narra oralmente en los escenarios del mundo». Ostenta la Distinción por la Cultura Nacional y el Premio Iberoamericano Chamán. Es coordinadora de la Red Internacional de Cuentacuentos, es Máster en Educación por el Arte (Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona), es profesora Titular del Instituto Superior de Arte, y directora del Foro de Narración Oral del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
«Me fui formando con lecturas, adaptando el cuento para contarlo, versionándolo. Creando un repertorio. Primero lo hice para el público infantil y, luego, cuando pasé a la dirección del Centro de Teatro de La Habana, empecé a narrar también para adultos.
«La narración oral es el arte de la palabra viva, porque la palabra nunca está sola, transita por la voz y va acompañada siempre por el lenguaje no verbal. Es un arte en sí mismo capaz de promover valores. Un esfuerzo creador, único e irrepetible, porque aunque contemos las mismas historias siempre hay un proceso de reinvención, e improvisación que puede ir por muchos caminos desde el punto de vista de lo que dices. No se aprende de memoria. Es una apropiación a partir de la historia original y pasa por la emoción, lo gestual, espacial)», explicó Mayra Navarro y más adelante aclaró:
«En la narración oral, el público es un interlocutor que se relaciona con lo que está pasando (risas, emociones, aplausos), recibe la energía del narrador y se la devuelve para que pueda seguir contando».
—¿Existen estudios de narración oral en Cuba?
—No. La preparación del narrador oral en nuestro país es mediante los talleres que imparto en el Foro del Gran Teatro de La Habana y los que imparten mis alumnos (que son ya narradores profesionales).
«La narración oral no está institucionalizada como escuela. Se da como una asignatura más en la Escuela de Instructores de Arte. Sin embargo, contar cuentos es una profesión en toda la extensión de la palabra. Cualquiera no puede hacerlo como muchos creen. Requiere dedicación, entrega, autodisciplina, búsquedas constantes.
«El público recibe el cuento pleno de vida como si estuviera ocurriendo por vez primera delante de sus ojos y el narrador lo convoca a que se involucre y creen juntos una historia donde el protagonista es el cuento».
—¿Qué criterios de selección tiene en cuenta al elegir un cuento?
—El cuento te elige a ti. Los narradores tienen que ser buenos lectores y disfrutar el uso de la palabra. Tener pasión por el diálogo, la palabra. Hay veces que lees libros enteros y no encuentras nada. Pero otros te atrapan. Me sucedió con el cuento Caballo, de Onelio Jorge Cardoso. Me conmovió tanto que le hice una versión oral.
—Cómo fue que La mujer chiquirritica se convirtió en un clásico que mantienes en tu repertorio desde hace tantos años.
—Es un cuento que llegó a mí en idioma inglés. En aquella época no lo hablaba, y ahora lo chapurreo. Mi maestra María del Carmen Garcini lo tradujo. Lo escribió Rhoda W. Bacmeister. Es un cuento de contraste para niños más pequeños pero como es un cuento del absurdo funciona muy bien también con los adultos. ¡No imagina la autora lo mucho que he aprovechado su historia!
—¿Escribes cuentos?
—No. Escribir no es mi fuerte. Hago adaptaciones. Puedo hablar horas. He escrito prólogos, libros (Aprendiendo a contar cuentos y Gota curiosa y otros cuentos), tengo algunos audiolibros. Pero mi verdadero disfrute está en la reelaboración de los cuentos que escojo para adaptarlos y, encima de esa adaptación, hacerles una versión oral. Una de las cosas que enseño en mis talleres es la diferencia entre oralidad y literatura. Los narradores no podemos perder de vista nunca que la narración oral es una pequeña obra de arte.
—Dentro de unos días llegará otra vez a La Habana el Festival Primavera de Cuentos.
—Sí. Este festival es convocado por el Foro de Narración Oral del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso y el Proyecto NarrArte. En su décima edición, tendrá lugar del 17 al 23 de marzo, con los auspicios del Centro de Teatro de La Habana, el Gran Teatro, el Consejo de las Artes Escénicas, la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y otras prestigiosas instituciones y entidades culturales.
«El nombre de este Festival está relacionado con la llegada de la primavera al hemisferio boreal. Como hacemos cada año, estará dedicado a celebrar el 20 de marzo, Día Internacional de la Narración Oral, y, en esta ocasión, además, vamos a homenajear el 500 aniversario de la fundación de La Habana y el 30 del Consejo Nacional de las Artes Escénicas.
«Un total de 18 narradores extranjeros y más de 70 cubanos se presentarán ante el público capitalino. Vendrán narradores de Argentina, Ecuador, Francia, España, Canadá, Colombia, Costa Rica, Chile, Escocia, Jamaica, México, Perú, Polonia y Uruguay.
«La gala inaugural será el domingo 17 de marzo, a las 5:00 p.m., con la programación para jóvenes y adultos en la Sala Lecuona del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Esa misma tarde, la Asociación de Artistas Escénicos de la Uneac y su Sección de Narradores Orales, entregarán los Premios Juglar Honorífico a varios narradores orales, cubanos y extranjeros. Las funciones para jóvenes y adultos continuarán, en las noches, en el Café Teatro Bertolt Brecht.
«También para el disfrute de jóvenes y adultos, el viernes 21, en el Salón de Actos de la Biblioteca Villena del Centro Histórico, tendrá lugar el Concurso Contar la Vida, en el que los participantes en el festival contarán anécdotas personales que, por su fuerza dramática o humorística, han dejado una huella permanente en sus memorias.
«La programación para niños se desarrollará a partir de las 3:00 p.m., en el Teatro-Museo El Arca, la Sala Teatro La Tintalla y el sábado 23, a las 11:00 a.m., en el Café Brecht. Los cuentos para el público infantil llegarán. igualmente, a los alumnos de la Escuela Primaria Nicolás Estévanez, la Secundaria Básica Rubén Martínez Villena, del municipio de Plaza, y a la Casa de la Poesía, de La Habana Vieja.
«Para los adultos mayores están previstas varias presentaciones en instituciones del centro histórico, en horas de la mañana y el sábado 23. Por coincidir las fechas del Festival con la Jornada de la Francofonía que organiza la Alianza Francesa de Cuba, los narradores de habla francesa ofrecerán funciones especiales, para adultos y niños, en las sedes Finlay y Sartre de esa institución y en la escuela francesa Alejo Carpentier.
«Como parte de las actividades del Aula de Teoría y Pensamiento del Foro de Narración oral del Gran Teatro se impartirá el Taller Aprendiendo a contar cuentos (pre y post Festival) y habrá un encuentro teórico con el tema Contar cuentos… ¿es un oficio?
«Cualquier espacio es el del cuento. Lo importante es la historia y la relación que el que la cuenta sea capaz de establecer con el público».
—Eres una mujer muy activa. ¿Qué viene después de este evento?
—Montar nuevos repertorios, concebir otros espectáculos, continuar formando alumnos. Para mí la docencia es un disfrute. Lo que he sistematizado no me lo puedo llevar cuando no esté sin haberlo compartido antes con otras personas: cómo tomar un cuento y desmenuzarlo, cómo aprendérselo. T engo una metodología para eso. Ser maestro para mí es poder enseñar a otros el arte que cultivo.
«¿Dónde estamos habitualmente? En El Arca y la Biblioteca Rubén Martinez Villena hacemos funciones para niños y en la casa de la poesía tengo un espacio para jóvenes y adultos».
—Alguna sugerencia para quienes transitan por este camino o empiezan a hacerlo.
—Que estudien mucho, trabajen duro y piensen que lo pueden hacer mejor. A la narración oral hay que dedicarle tiempo, vivirla, sentirla, pensarla, elaborarla, porque tiene un proceso de creación que requiere de horas. Hay una frase de Ruth Sawyer que siempre tengo presente: «Para contar bien, hay que estar gloriosamente vivos, porque no se puede encender fuego con leña mojada».