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Al mando, lo que es del mando

Antes bastaba con pasar por el lado de la tele y apretar, sin mucha fuerza porque podías partirlo, el botón de encendido del televisor

Autor:

JAPE

Antes bastaba con pasar por el lado de la tele y apretar, sin mucha fuerza porque podías partirlo, el botón de encendido del televisor (Krim-218 o Caribe) en blanco y negro. El ventilador (Órbita) también se ponía en movimiento por un interruptor en forma de roseta que giraba 360 grados y, en algunos casos, uniendo dos cablecitos, como la luz…

Cuando hablo de la luz me refiero al bombillo incandescente que también solía funcionar dándole rosca (izquierda o derecha, según la intención de encendido o apagado) en el «soque» que guindaba, cable mediante, del techo. Todo era muy rudimentario, pero simplemente funcionaba así.

Ustedes se preguntarán: ¿a qué viene toda esa introducción al pasado electrodoméstico cubano? Pues bien, el problema es que hasta hace unos minutos   pensaba que yo era el único que pasaba trabajo a la hora de sentarme en la casa, después de un largo día de labor, a regocijarme con la placentera comodidad de mi sofá mientras disfruto de la tele (valga la imaginación).

Resulta que cuando me siento y miro hacia la mesita de centro de la sala, y sobre ella veo cuatro mandos diferentes, de distintas marcas, tamaño y diseño, es cuando se complica todo. Uno es para encender el televisor, otro para la cajita, y con el mando del televisor buscar los canales, y darle volumen con el otro mando, pues el sistema está acoplado a un equipo de sonido independiente. Si la cajita está instalada a la misma entrada del DVD, entonces debes quitar antes este, y montar la cajita para poder disfrutar de toda la gama de canales, incluyendo Clave; eso sí, la clave de todo está en saber reconocer cada mando y cuándo usarlo.

A esa hora en que casi perdiste la mitad del Noticiero llega el desespero. Aunque hace apenas unos minutos te bañaste, comienzan a rodar gruesas gotas de sudor por tu frente y la digestión se hace pesada. Llegó el momento de encender el ventilador para refrescar, claro está, si aún no has identificado los mandos, no podrás saber, ni siquiera por decantación, cuál es el que debes utilizar para echar a andar el abanico (como le llaman en otros países), y después localizar los botones para que el susodicho gire…

No sé si a usted le ha pasado algo así, pero ya le dije que me siento feliz porque entre mis compañeros he encontrado hermanos de causa. No tenga pena, no se sienta solo, ni ridículo. Usted no es el único que ha perdido el mando de su corazón por culpa de los mandos.

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