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La danza es la respiración del alma

«No quiero pasar por la danza solo como un buen bailarín, me gustaría que me reconocieran por el aporte hecho», se atreve a soñar el guantanamero Esteban Santiago Aguilar Domínguez, quien recibió el Premio Ramiro Guerra 2014, en interpretación masculina

Autores:

Lisván Lescaille Durand
Ernesto T. Hermosilla

GUANTÁNAMO.— El joven bailarín guantanamero Esteban Santiago Aguilar Domínguez se siente como si fuese el hijo pródigo que parte de casa para emprender un camino en pos de la realización de un sueño. No debió resultar una decisión fácil y así lo hizo saber. Para ello tuvo que separarse de la compañía Danza Fragmentada (CDF), institución a la que lleva ligado más de 13 años como profesional y a la que tantos buenos recuerdos lo unen.

Allí se inició en el mundo fascinante de los giros y saltos, montó sus primeras coreografías y con ellas ganó sus premios con tan solo seis años, pues desde entonces sentía que el baile formaría parte del resto de su vida. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) desde el 2003 y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba desde el 2010, acaba de obtener el Premio de Interpretación Masculina de Danza Contemporánea Ramiro Guerra por la obra del año.

Esteban asegura que la pasión por el baile la lleva en la sangre por herencia de su madre (Esther Domínguez Pineda, profesora y regisseur de la compañía), quien prematuramente lo puso en contacto con Fragmentada, donde creció. También por eso ve en el director de este colectivo, Ladislao Navarro Tomasén, a un padre y un amigo.

«Yo estoy montando coreografías desde mi infancia; una práctica que siempre nos ha inculcado Ladislao, quien nos motiva a crear y experimentar desde que formamos parte de la Academia Infantil, donde matriculé desde su primer curso en 1996. Desde el principio él nos dejó muy claro que no quería máquinas para moverse, sino personas que pensaran, que crearan. Esa filosofía se la agradeceré toda mi vida.

«Así surgió mi primera obra. La titulé Buscando el venado, inspirada en el filme 1492: la conquista del paraíso, donde Gerard Depardieu asume el rol de Cristóbal Colón a su llegada a América... Las películas son fuentes de inspiración para mí. Gracias a ellas obtuve el Gran Premio en las cinco ediciones del concurso Mi mundo de fantasía, en el que participé, interpretando mis propias obras».

—¿Qué más le agradeces a la CDF?

—Todo lo que soy. Por esa compañía pude entender que la danza es la respiración del alma, en el momento en que se funden cuerpo y movimiento. Experimentar esa sensación ha guiado mi vida desde entonces. Sin Fragmentada, Esteban Aguilar no existiera profesionalmente, porque ella fue mi primera y única escuela; y una extensión de mi familia. Todos lo premios y reconocimientos que he conquistado como bailarín y coreógrafo son también fruto del trabajo que la distingue y de la notable influencia de su director fundador Ladislao Navarro, quien confió en mí, me alentó y educó en ese sentido.

«No puedo olvidar que en el seno de la CDF me he superado profesionalmente, porque no provengo del sistema de academias o escuelas de artes. Con los profesores de la compañía pude formarme hasta convertirme en primer bailarín, alcanzar el primer nivel como coreógrafo, maestro de danza contemporánea y profesor de práctica escénica y repertorio, en el nivel medio en la Escuela Territorial de Danza, que radica en Guantánamo.

«Por eso no puedo irme completamente. Aquí dejo mis obras, mis amigos, todo lo aprendido y mi agradecimiento eterno, porque también recibí mucho amor. Sé que es un lugar al cual siempre podré retornar».

—Entonces, ¿por qué decides irte de la compañía?

—En mi caso ha resultado una decisión difícil, pero necesaria. Me propusieron que asumiera la dirección y me convirtiera en el coreógrafo de la compañía del Instituto Superior de Arte (ISA), Isadanza. Y he aceptado ese gran reto con mucha responsabilidad, consciente de que me ha llegado la oportunidad de formar parte de un proyecto que me abrirá un espectro mayor como artista.

«Isadanza me da la posibilidad, por una parte, de experimentar, de poner en práctica todo lo que he aprendido; y por la otra, me permite estar más cerca de mi sueño: llevar hacia adelante un proyecto en el que soy una especie de líder creativo en una compañía integrada por bailarines muy jóvenes, en este caso estudiantes del ISA.

«Me dieron la tarea de catapultar la compañía, de hacerla más visible dentro del amplio y diverso panorama danzario cubano, de darle un nombre, de lograr un reconocimiento como lo tuvo años atrás, pero, a su vez, me han dado la oportunidad de formar parte de una compañía profesional radicada en la capital del país, en la que puedo realizarme plenamente como bailarín y coreógrafo, y conquistar otros espacios, otro público».

—¿Cuál es tu metodología para montar una coreografía?

—Es un proceso algo raro, por lo menos conmigo sucede así. En mi cabeza se diseña la coreografía, cómo son los pasos, pero después el proceso es medio loco, las imágenes fluyen solas. En ocasiones quito, otras veces pongo algún movimiento, hasta que la obra queda lo más acabada posible, porque nunca me siento satisfecho.

«Cualquier cosa me puede inspirar: el ser humano, los sentimientos, el medioambiente, una partitura, el cine, una pintura..., la vida. Luego los movimientos se acoplan con la música y lo último que escribo es el guión. Tengo varias obras donde utilizo los elementos de la naturaleza y la teatralidad, algo que asumí de Fragmentada.

«La danza teatro es una de mis líneas estéticas. Por eso para mí resulta muy importante el uso del silencio, de la gestualidad. Cuando hay un silencio total se puede sentir la respiración y el movimiento del bailarín. En ese momento me siento muy libre, es también genial crear sin estar atado a una música creada, sino aprovechando la energía que surge en ese instante. Pienso que utilizar todas las posibilidades del cuerpo forma parte ya de mi sello como coreógrafo».

—¿Te has propuesto ser un bailarín de éxito?

—Me he propuesto ser un bailarín y un coreógrafo reconocido. No quiero pasar por la danza solo como un buen bailarín, me gustaría que me reconocieran por el aporte hecho, porque mis obras sean punto de referencia para el estudio. Sé que tal vez sea un poco pretencioso, pero no he dejado de trabajar, de estudiar, de esforzarme por ser cada día mejor.

«He leído muchos libros de danza y cada vez que veo un nombre en ellos, me gustaría que el mío también estuviera allí. Sí, son metas muy ambiciosas, pero estoy enfocado en lograrlo. Trabajo por tener mi compañía, por desarrollar un estilo propio que le sirva de referencia a las futuras generaciones. Y en esta nueva etapa de mi vida tengo esa oportunidad y no pienso desaprovecharla. Cuando sea muy mayor, si llego a la vejez, espero que mis alumnos piensen en mí como alguien que les ha aportado, que los ha marcado».

—Has sido un creador muy premiado...

—Hay quien puede considerar que los premios llegaron solo por obra y gracia de la suerte en la vida. En mi caso, ha sido por un poco de todo. Seguramente he sido una persona muy dichosa, pero también hay mucho de sacrificio, de trabajo y de amor por lo que hago. Los bailarines profesionales que respetan su trabajo deben leer mucho, ver cine, ir a las exposiciones de artes plásticas y ver la mayor cantidad de espectáculos danzarios posible, porque todo eso te alimenta, te nutre. Es también importante ser firme en tus criterios, creencias, nunca perder la identidad, y es lo que busco constantemente. Cuando bailo soy yo el que trata de transmitir sensaciones y sentimientos.

—¿Cómo debe ser el entrenamiento del bailarín?

—Como el de un deportista de alto rendimiento. Hay que ser muy exigente y responsable con tu cuerpo. La carrera del bailarín es muy corta y si no nos cuidamos dura mucho menos. En el caso de danza contemporánea, lo que pierdas un día por haber dejado de entrenar, después resultará difícil recuperarlo.

—¿Momentos significativos en tu vida?

—Muchos. Mi carrera ha tenido momentos muy importantes en diferentes etapas. Sobresalen los reconocimientos que obtuve y los avances que experimenté en cuanto a mi quehacer en los años 2004, 2010 y ahora en el 2014. Siempre quise tener el Premio Ramiro Guerra en interpretación masculina de danza contemporánea, pero en verdad el premio que más aprecio es el aplauso del público, los bravos.

«No he podido olvidar vivencias como aquella cuando participé por primera vez en el Concurso nacional de coreografía e interpretación Solamente solos, en Ciego de Ávila, en 2005. Fue muy estimulante que no pasara inadvertida mi obra The road is back to you. Tanto así que al año siguiente cuando volví al mismo teatro, los tramoyistas enseguida me identificaron gracias a esa pieza, que resultó mi debut en la coreografía, ya como bailarín profesional. Experiencias como esa me encantaría tener constantemente: que el público para el que uno trabaja reconozca mi obra».

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