La rebelión de Eva. Autor: Raúl Pupo Publicado: 21/09/2017 | 05:44 pm
La obra de Gólgota explora el carácter fronterizo de la piel, penetra en la riqueza metafórica de las membranas (ya sean paredes, instrumentos musicales, objetos y la piel misma) que separan lo interior de lo exterior, que dividen un universo de otro que es su anverso, su opuesto. A lo largo de estos últimos lustros, ha habido desvíos y hasta cambios formales, graduales pero sustanciales, que parecen indicar incluso una ruptura entre la producción más antigua y la más actual... Aunque en el centro de sus preocupaciones permanece, de forma bastante nítida, el mismo conjunto de temas: el hombre (y la mujer, por supuesto), la vida, el movimiento y... la música, no solo la sonora, sino aquella que llevamos dentro los humanos.
Para reconocer estas palabras visualmente pudimos pasear por su exposición La otra mirada a la luz, que estuvo recientemente en la sala transitoria del Memorial José Martí (Plaza de la Revolución), dedicada e inspirada en la mujer, su universo interno y la aspiración de alcanzar de una vez y por todas, la NO violencia.
Diversos rostros de personas, que pueden ser amigas, vecinas o la propia familia, son atrapados y recreados en el prisma pictórico del artista que se regodea en el misterio de luces y sombras para entregar nuevas sinfonías acerca del mejoramiento humano y su estancia en la tierra. Gólgota convoca a la memoria, a partir de un entramado que resulta al mismo tiempo constatación física de sus variadas reflexiones acerca de la vida, el arte y otras íntimas vinculaciones que entre ellos existen. Involucrando imágenes en una sutil escenografía. Son arquitecturas cromáticamente sobrias. No hay excesos. Ajustado en el color, encuentra en él un elemento definidor de su pintura de siempre, configurando espacios, creando el clima preciso que envuelve sus piezas, el artista nos entregó un espacio metafísico, su interpretación de los sucesos y ese complemento poético y conceptual que vibra dentro y sale en forma de pinturas.
Esta muestra de Gólgota acercó trazos conocidos, pero también novedades, más allá de las luces y sombras comunes en su quehacer, y ese movimiento constante, surgido de la acción espontánea al aplicar la pintura en sus composiciones, amén de esa sensibilidad nata para crear perspectiva y profundidad, regaló trabajos diferentes donde la luz (la claridad) resulta una brújula hacia donde van sus seres. Plasmada como concepto, se erige en el mejoramiento humano, en la justicia, en lo que debemos alcanzar…
Hay en esta serie algo de radiografía de un vasto teatro de situaciones, donde la estructura subterránea emerge y se graba en las telas con un hermoso ritmo alado. Ahora, toca el turno a protagonistas de estas historias... El retrato, a través de los siglos, ha tomado posiciones en las paletas de los artistas de todas las épocas. Él, original hasta donde la palabra pueda llegar en estos tiempos, nos lo trae salpicado con su ingenio. La imagen del hombre/mujer en sus pinturas, además de ser evocada a través de los productos creados por su intelecto, se manifiesta como presencia retratada, en primerísimos planos en su obra, de manera personal. Porque la postura de sus personajes, algunos en pleno movimiento, refuerza la lógica del discurso y la facultad introspectiva de la obra de este creador, deudor de muchos maestros de otras épocas, y de esta también.
Una contenida ambivalencia se creó en los trabajos de este inteligente artista, entre una orientación general hacia una economía compositiva y el uso de planos uniformes de color y la acentuación dramática que la sombra, la luz y ciertas matizaciones espaciales introducen. De ahí que su pintura alcance un atractivo potencial de misterio.
Mirando la luz
El creador —graduado de la Academia de San Alejandro— traduce también su incansable interés por la búsqueda y la investigación constante a través del estudio y observación de la naturaleza y de las múltiples formas orgánicas con las que consigue una personal manera de hacer. En estos «retablos» confluyen campos de energía de muy distintas filiaciones, porque nacen a la vez de una peculiar sensibilidad hacia el potencial mágico y la inmediata expresividad de una tradición pictórica, de un vigoroso sentido dramático de la teatralidad objetual del Barroco, y de un delicado refinamiento en el tratamiento epidérmico de los materiales que a veces queda eclipsado por el impacto inmediato de una forma...
En títulos sugestivos: El grito, Bajando hacia la luz, La rebelión de Eva, El pelo suelto, Paisaje interior…, y con mano diestra, Gólgota entregó en La otra mirada... un conjunto de óleos/lienzo que constituyen un retrato del alma humana, de sentimientos de las mujeres, captados por su pincel y talento, con líneas/tonalidades que convergen en nuestro tiempo. Allí Gólgota entregó en La otra mirada... un conjunto de óleos/lienzo que constituyen un retrato del alma humana, de sentimientos de las mujeres, captados por su pincel y talento, con líneas/tonalidades que convergen en nuestro tiempo. Allí develó realidades que afloran hoy en muchas relaciones, reflexiona, critica y deja puertas abiertas.
«Es imprescindible dejarlo todo y mirar, todos, en una misma dirección... El espacio es amplio en el mundo, no hace falta definir quién es mejor y quién no… La rebelión de Eva está en marcha y yo voy en ella. Para seguir sintiéndome orgulloso de mi amiga o mi vecina, para seguir sintiéndome protegido por mi madre y que, junto a mi esposa, seamos dos en la vida. Para que cuando vea a la mujer vea, para siempre, a una compañera. De ahí la otra mirada a la luz, propuesta de aceptación a compartir el camino, a ser uno y cada uno, a ser humanos para siempre», este es el mensaje y el testimonio del autor.