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Un romántico de punta a punta

Álvaro Torres comprobó en Cuba el gusto por la canción romántica cuando deleitó a sus seguidores con tres recientes conciertos. El cantante volverá en 2014 para recorrer la Isla

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Álvaro Torres hizo un agradable descubrimiento en sus tres recientes conciertos en La Habana. El cantante salvadoreño se pensaba «el último romántico» y se encontró con un público conectado con esa estética que defienden sus canciones.

Lo que desconocía Torres es que su carrera era seguida en la Isla caribeña desde sus comienzos en la década de los 70, y que a pesar de la influencia de otros géneros de factura menos elaborada —aunque sí muy populares aquí—, sus canciones encuentran un lugar entre la gente que se enamora y palpita, porque Cuba es un mar de espiritualidad y romanticismo.

Supo el autor de Acaríciame y Nada se compara contigo que sus temas, junto a los de otros representantes de ese estilo que defiende —como el brasileño Roberto Carlos o el mexicano José José—; no quedan fuera de las selecciones de los choferes de las rutas de guaguas, los almendrones y de las personas que en sus casas brindan por el más sublime de los sentimientos.

Pienso en ello y encuentro las respuestas necesarias para entender la emoción de Torres al final del primero de sus tres conciertos, en el capitalino teatro Lázaro Peña. Álvaro, con lágrimas en los ojos, se arrodilló frente a un público que pedía más y agradeció a todos por venir a escucharlo.

Fue esa presentación un repaso por su carrera artística, como había anunciado a su llegada a Cuba. Quería ofrecer todo y eso hizo. Pero, a diferencia de lo que contienen sus discos, hubo en las piezas escuchadas en el Lázaro Peña una sonoridad diferente, dada por el virtuosismo de su banda —donde casi todos los integrantes son cubanos de nacimiento—, y por los 28 primeros atriles de la Orquesta Sinfónica Nacional, guiada por el maestro Enrique Pérez Mesa.

Aunque el viernes hubo pequeños fallos con el sonido, que impidieron escuchar al cantante en algunos momentos —sobre todo al inicio—, el espectáculo de Torres fue todo un acontecimiento, en el que el público coreó prácticamente todas las canciones. Álvaro, anecdótico y emocionado, interpretó desde Hazme olvidarla y Si estuvieras conmigo, hasta Chiquita mía, de la cual, dijo, conocía que ya era una tradición incluirla como banda sonora de los videos de las quinceañeras cubanas.

Un momento especial lo constituyó la interpretación de Patria querida. Como un manifiesto de nostalgias por su tierra podría calificarse este tema de Álvaro. «Esta canción fue como un parto para mí. Empezó a gestarse hace alrededor de 36 años, desde el día que partí con mis poquitas cosas a buscar una oportunidad. Y sencillamente ventilo allí mi amor patrio, cívico. Afortunadamente, cada vez que la canto veo lágrimas de amor en los rostros españoles, venezolanos, puertorriqueños, nicaragüenses, argentinos, chilenos», confesó a JR, días antes del concierto.

Solo dejó a los seguidores el deseo de escucharlo en aquellas piezas en que compartió con otras voces de Latinoamérica, como Selena (Buenos amigos) o Marisela (Mi amor por ti). No obstante, calmó los ánimos precisamente con Patria querida, que grabara junto a Barrio Boyzz y en la que esta vez invitó a su hijo Astor, quien es también integrante de su banda.

Una buena noticia ofreció el cantante esa noche, y que ya se ha extendido por toda la Isla: «Tengo la fortuna de comunicarles que el Instituto Cubano de la Música me ha dado la promesa y el permiso para que el próximo año pueda recorrer Cuba, de “punta a punta”, como dice mi canción», afirmó.

Y aunque con nuevas expectativas por el periplo de Torres en 2014, muchos románticos habaneros se quedaron con el anhelo de verlo en un espacio de mayor capacidad que el teatro Lázaro Peña, dado el amplio número de seguidores con que cuenta en nuestro país ya que verdaderamente no es muy frecuente que nos visiten artistas tan favorecidos por el público internacional. No obstante, reconocemos que los cupos para disfrutar de los conciertos se vieron triplicados cuando se decidió añadir, a los dos pactadas, otra actuación del artista salvadoreño.

Por lo pronto, aquella duda inicial de Torres: «Quería comprobar si era verdad que mis canciones eran tan populares acá», se ha disipado por completo. Esa es una verdad de la que ya no duda el cantante, ni aquellos que quizá le señalan un romanticismo elevado. Porque a fin de cuentas, en la vida, como en la música, todos somos unos «perfectos» enamorados, que colocamos en nuestra banda sonora esa obra que nos estremece.

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