Tanmy trata de beber de la raíces, de las células rítmicas más cubanas. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:34 pm
Son el cuidado de los colores, la delimitación de las figuras y un gusto personal por la comunicación en los lienzos, detalles menos conocidos de Tanmy López Moreno. Una galería hogareña expone en su habanero Alamar esa otra pasión de la artista. Y nos sorprenden las líneas que define su pincel al describirnos historias que también quedan «estampadas» en minutos musicalizados.
Dibujar fue un deseo que brotó en la niñez, incentivado por el Museo Nacional de Bellas Artes, sitio que visitaba asiduamente al ser el trabajo de su padre. Ahora es una necesidad consecuente y lógica, como nos devela Tanmy y se detiene en cada cuadro, para narrarnos su origen y su eterna conexión con la melodía.
Anhela fundir las dos artes en una obra de teatro musical, como reverencia eterna a ambas pasiones, y tiene pensado cómo: «Quisiera hacer la escenografía, donde situaré mis pinturas, y escribiré las piezas interpretadas», dice resuelta.
Lo tradicional y lo contemporáneo, lo culto y lo popular confluyen en las composiciones de esta criolla con violín, que habla de la feminidad, la amistad y los sueños de las jóvenes generaciones de cubanos.
Tanmy mostró ser de esas personas que se presentan solas. Su naturalidad no se melló ante nuestra grabadora, y nos habló de la fascinación por el trabajo vocal, la poesía y su pasión por el violín.
Ella es de nuestro siglo, de la Cuba de hoy, como afirmó Silvio Rodríguez en la presentación de La luz es música (2011), su primer disco: «Su trabajo nos ha permitido conocer a una compositora de gran frescura y originalidad, afianzada en expresiones musicales cubanas como el son y la rumba, y latinoamericanas como el tango y el bambuco».
La cantante apenas puede creer que su voz y su violín estuvieran tan cerca del autor de La maza y Ojalá. «Ese es un privilegio, que constituye lo mejor que le ha pasado a mi corta carrera, la cual se ha ido desarrollando también gracias a que la Asociación (Hermanos Saíz) me recibió desde que presenté mi proyecto como cantautora».
La luz es música —laureado con el Premio Ojalá, convocado por la oficina de Silvio Rodríguez, y en Cubadisco 2012, en el apartado de cancionística— se inspira en la poética de Rubén Martínez Villena. De ese hombre sabio y sensible la artista confiesa que solo conocía la visión «de revolucionario que te ofrecen en la escuela, en la asignatura Historia de Cuba. Nunca lo había leído como poeta. Es una de las cosas que agradezco a Silvio y a este concurso, pues conocí esa inmensidad que después despertó en mí, esa música que hoy tiene este disco», asegura.
La musicalización de versos es un universo atractivo para esta compositora, de ahí que hurgamos en su visión de la poesía y la huella que ha dejado en su hacer. «La poesía ha abierto un espectro en mi vida. He descubierto que hago nuevas melodías gracias a ella. Es como si los versos que me plantean otros me abrieran un universo musical que no descubro con mis letras. Es un experimento cada vez. No me gusta imponerme nada. Necesito que la poesía me toque y así brota la creatividad.
«Ahora mismo me sucede con los poemas de Tony Guerrero, Canto de amor a La Habana y Una razón, que están muy bonitos. Hay otros que he seleccionado pero estos, en particular, me llenan. Me gusta este trabajo de musicalizar y a lo mejor hago otro disco. De Tony me gustaría seleccionar alguno para incluirlo, pues estoy un poco halagada con el hecho de que me haya pintado a raíz de un concierto junto a Silvio Rodríguez, en la gira del cantautor por los barrios».
La Tanmy autora puede apreciarse en la exquisita producción discográfica Niña traviesa, donde la acompañan su banda Pura Cepa y cuenta con invitados como Kelvis Ochoa y Descemer Bueno.
El álbum mereció una sincera valoración del escritor Daniel Chavarría, quien destacó en sus palabras al disco: «Aparte de original, el título me huele a muy sincero y autobiográfico, y como escritor y un poco como esteta, quiero entrometerme para afirmar, con total convicción, que estamos en presencia de una artista destinada a hacer época en la música de Cuba».
La música ha sido necesidad de expresión en Tanmy. Escogió el violín desde muy pequeña. «Es un instrumento que respeto. Puedo asegurar que no estoy a su nivel actualmente, pues he dejado de estudiar un poco la música clásica. Sin embargo, me pertenece, es parte de mi cuerpo, de mi alma. Desde los siete años lo estudio. Mis padres me llevaron a varios teatros para decidir qué instrumento me gustaría tocar, y entonces lo elegí, o él a mí».
Para complementar su conocimiento académico, la artista se formó en la escuela Manuel Saumell y los conservatorios Guillermo Tomás y Amadeo Roldán. Fue en su etapa de estudiante del Instituto Superior de Arte (ISA) que conoció a la destacada directora Zenaida Romeu, quien le propuso integrar la Camerata Romeu. Luego, vino su etapa con Interactivo, grupo al cual continúa conectada.
Comenta que cantar «es la más reciente» de sus incursiones. Tras graduarse en 2008 en el ISA —de violín—, se sintió obligada. «Al componer y querer demostrar cómo decía la letra o cómo quería que se dijera, comencé a hacerlo. Algunas personas afirmaron que me quedaba bien, que no lo hacía mal, y entonces fui adquiriendo confianza. En La luz es música alcancé un poco más de madurez y seguridad y en ello me ayudó Silvio».
La Asociación Hermanos Saíz ha sido esencial en la vida artística de esta novel músico. A la AHS, dice, «le tengo que agradecer también mis promociones. Es importante que haya una organización que reúna a jóvenes con los mismos intereses de llevar adelante sus proyectos en el arte y que sirva de espacio de participación y promoción».
Cuando la interrogamos sobre los nuevos desafíos de esa organización, que tendrá su congreso en octubre venidero, expresa que la Asociación tiene que ganar más en legitimidad e identidad. Debe seguir siendo una organización fuerte, joven, dinámica, con liderazgo dentro del panorama creativo y más allá de sus fronteras.
Le acotamos entonces sobre los recursos pedestres que pueden lastrar las buenas canciones, sobre lo cual la Tanmy compositora sentencia que debemos recurrir siempre a la sensibilidad para crear, y a la honestidad y el respeto como valores primordiales para ser espejos musicales de la sociedad.
¿De ahí el nombrar a tu grupo Pura Cepa?, preguntamos. Nuestra interlocutora contesta que trata «de beber de la raíces, de las células rítmicas más cubanas. Siento que no pertenezco a esta época y que podría haber nacido en el siglo XIX o en la década de 1920, porque me gusta mucho el danzón, el chachachá... Son géneros que me cautivan.
«Por eso Pura Cepa, porque es beber de la raíz, de donde va a salir la planta y también porque tengo la canción Cubana de pura cepa, que en el estribillo se repite tanto. Igualmente, cuando estoy en un espectáculo, me gusta que la gente disfrute ser cubano. Por eso le puse así a mi banda».
—La cubanía es un tema recurrente en tu obra. ¿Cómo la defines entonces?
—Estoy criada desde chiquita con el sacrificio de mis padres, quienes me han apoyado muchísimo en mi carrera, al punto de sacrificar sus propias vidas. Esa es una de las características de un buen cubano: gente pura, de buen corazón, solidaria, de avanzada, de entrega. Definiría la cubanía como la convicción de estar disfrutando de lo que uno es —con lo bueno y con lo malo—, y tratar de ir hacia delante con orgullo. Pero también es la rebeldía, el amor y la ira. Todo eso hace falta para ser cubano.