Los cubanos del coloquio. De izquierda a derecha: Ulises, Juan Campos, María Elena Mora, Miguel Barnet, Geovani del Pino, Lázaro Castillo e Irma Castillo. Autor: José Luis Estrada Betancourt Publicado: 21/09/2017 | 05:34 pm
VERACRUZ, México.— Todavía deben andar como «por el aire», moviendo hombros, brazos, pies, caderas, quienes este domingo se sorprendieron en el Zócalo, en el centro de la primera ciudad fundada por europeos en el continente americano, dejándose llevar por el ritmo contagioso de la rumba, género del cual bebió también ese danzón que les es tan familiar.
Después lo comentaban los habitantes de Veracruz: resultó completamente diferente el acostumbrado paseo por la antigua Plaza de Armas, al menos hace apenas cuatro días. Y es que no siempre se tiene el privilegio de ver actuar en vivo a Juan Campos (Chan) y a Geovani del Pino, cantante y director, respectivamente, de Yoruba Andabo, esa emblemática agrupación cubana ganadora de un Grammy; y más si allí, escoltados por fabulosas construcciones como la impresionante Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, el Palacio Municipal y el Edificio de Correos pudieron maravillar sus oídos con algunos de los temas del álbum El espíritu de la rumba, su más reciente producción discográfica (sello Bis Music), que ahora compite en el Cubadisco.
Justo la presentación de El espíritu..., la actuación de TNT la Banda y la aplaudida demostración de un cubanísimo y elegante danzar, regalo de Irma Castillo y Ulises Mora, para quienes colmaron esa noche el histórico parque, dieron fin al I Coloquio Internacional Turismo cultural, patrimonio y diversidad, que se despidió invitando al pueblo jalapeño a hacer suyo el nuevo Centro Cultural Latinoamericano Timbalaye, recién abierto.
Inmejorable colofón, pleno de buena energía, para un coloquio que dejó como legado un espacio respaldado por el gobernador Javier Duarte, donde no solo tienen cabida el arte y la cultura de nuestros pueblos, sino que le otorga un lugar preponderante al pensamiento.
«Al igual que el Proyecto Internacional Timbalaye defiende las culturas autóctonas, explicó su guía Ulises Mora, esta institución le da una significación fundamental a las ideas, porque solo así nos podremos defender, mantener nuestra identidad. Por eso hemos constituido el Consejo Científico, encabezado por Miguel Barnet, presidente de la Uneac; la Dra. Luz María Martínez Montiel, catedrática de la Universidad Autónoma de México (UNAM); y el Dr. Antonino Colajanni, de la Universidad de Roma La Sapienza.
«Necesitamos un respaldo científico que nos guíe, que nos indique cómo dar pasos cada vez más firmes en este otro esfuerzo de integración. Necesitamos a grandes intelectuales que se mezclen con la gente para saber qué piensan, que les preocupan; que estén conscientes de que solo se puede avanzar cuando se anda acompañado por los pueblos.
«Ciertamente comprobamos con tristeza que no son muchos los que aprecian el valor de la cultura, sino que les da fastidio. Porque, como decía Martí, ser cultos es el único modo de ser libres, a ellos no les conviene darle acceso a la cultura», enfatizó quien afirma con orgullo ser Miembro de Honor de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), organización que junto a la Uneac y a la Fundación Fernando Ortiz, auspician, en representación de la Isla, al Centro Cultural Timbalaye.
Convicción, compromiso, pasión
No muy lejos de la Playa Martí, enclavada en el malecón de Veracruz y que toma su nombre en honor a nuestro Apóstol, se halla el Centro Cultural Timbalaye que, regido por la incansable María Elena Mora, en lo adelante dará la bienvenida a todo lo que venga de las naciones latinoamericanas.
En esta primera vez no quisieron estar ausentes Ecuador, Perú, Guatemala, México, Cuba y República Dominicana. De hecho, Paola Torres de la Cruz, ministra consejera de la Embajada del hermano pueblo que comparte su pequeña isla con Haití, aplaudió con entusiasmo el esperado nacimiento. «Timbalaye, dijo, ya está con nosotros como un acto de fe inquebrantable.
«Se trata de un proyecto que debemos agigantar. Y habrá mucho por hacer: obtener recursos, captar al público e ir fomando otros nuevos, lograr que sea un espacio autosostenible, manejar siempre estándares de calidad, propiciar una adecuada promoción de las actividades, mantener el vínculo con los medios de difusión, coordinar una agenda de actividades constante que suscite el interés...
«Es difícil pero posible, máxime cuando detrás de la creación Timbalaye existe un serio trabajo, y una convicción, un compromiso y una pasión enormes, que han permitido que la idea germine. Esperamos, de todo corazón, que también arraigue.
«Este centro también es del Caribe insular y continental, que posee una fuerza que no se doblega. En él estará siempre mi país, que seguirá los pasos de figuras que antes cristalizaron esfuerzos que trasciendieron las fronteras nacionales a favor de la vital integración, como el pensador Pedro Henríquez Sureña, Máximo Gómez, Eugenio María de Hostos... No estamos aquí por casualidad», expresó la Ministra Consejera, quien sabe que es cierto lo que su madre le decía: «Una mujer es capaz de pensar el mundo desde el rincón de una mecedora».
Alfonso López Araújo, embajador del Ecuador en México, por su parte, está seguro de que pasará muchas otras veces por el Centro Cultural Latinoamericano Timbalaye, sitio que, pronostica, «se convertirá en el punto de encuentro, de reunión de todos nuestros países, en el lugar donde nos podamos sentir como en casa. Eso sí: debemos conseguir que se vuelva como un imán para la juventud veracruzana, que también sienta que este es su hogar, con lo cual puedan ir absorbiendo lo mucho y bueno que tenemos para mostrarles, y de lo cual puedan vivir orgullosos. Esa es la mejor manera de lograr una verdadera integración».
No fue privativo de López Araújo, en cuya tierra se celebrará el XVIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, el pensamiento de atraer a las nuevas generaciones. Ese debe ser, según la Dra. Luz María Martínez Montiel, uno de los principales empeños de Timbalaye, institución a la que ofreció las conferencias de los miembros de la Asociación Civil Afroamérica-México, que ella representa.
«Debemos convocar a nuestros estudiantes, que es lo más importante que podemos hacer. En la medida en que los jóvenes se cultiven, se apropien de nuestras culturas, estaremos garantizando las próximas generaciones. Nosotros los viejos vamos de salida, pero ellos tienen a quiénes heredar y a quién entregar esa herencia cultural».
Como la Premio Internacional Fernando Ortiz, el Dr. Colajanni no duda que se pueda despertar el interés de los más nuevos, y confía en la educación, en lo cual Timbalaye puede jugar un papel fundamental.
«Hoy observamos en los jóvenes el efecto clásico de las innovaciones técnicas, y la gente a veces no entiende que lo mejor es mezclarlas con lo tradicional. Hay que utilizarlas para potenciar el conocimiento, para abreviar los procesos de aprendizaje, mas no se pueden abandonar los libros de papel, la lectura.
«Para mí, la educación tiene que estimular la creatividad individual, eso es fundamental. Una sociedad solo consolida su futuro cuando la gente participa con su punto de vista, con su creatividad. Y las artes resultan indispensables».
Y porque el futuro está en las manos de los jóvenes —esos que en Veracruz pudieron conocer más de cerca la obra de Don Fernando Ortiz motivados por la inspirada conferencia que dictara Miguel Barnet sobre el «verdadero descubridor de Cuba»—, fue que la AHS llegó no solo con la poesía de Lázaro E. Castillo, uno de sus vicepresidentes, sino además con un proyecto de becas de creación e investigación sobre la rumba, las cuales si bien ahora solo incentivarán a los cubanos, inspirará experiencias similares en países amigos.