La Revé en una de sus actuaciones en la plaza Pedro Agustín Pérez, de Guantánamo. Autor: Cubadebate Publicado: 21/09/2017 | 05:21 pm
Guantánamo.— Ante los toques de la marímbula, el tres, el bongó, las maracas y el guayo juntos, no hay quien sucumba en la Casa del Changüí Chito Latamblé, de esta ciudad. Allí se erige un monumento a un género tradicional de la región, que Elio Revé Matos internacionalizó.
Parejas de bailadores se deslizan por el amplio escenario del establecimiento de la tierra del río Guaso, moviéndose al compás de un ritmo al que, aunque muchos tratan de encontrarle similitudes con el son, tiene una identidad propia.
Cada grupo que se presenta en escena tiene su modo de hacer el changüí. Para mí todo es nuevo y único, para los presentes se trata de una tradición que les viene en los genes desde el siglo XIX, y que exteriorizan como una necesidad, como una forma de expresión regional.
Aunque el recién concluido Festival Nacional del Changüí Elio Revé Matos programó un sinnúmero de actividades —y la Casa del Changüí devino una de sus plazas más importantes—, que manifestaron todos los elementos esenciales del género, el estilo vive más allá del evento.
Para José Cuenca, director del Centro de Información y Documentación de la Música Rafael Inciarte de Guantánamo, se trata de «una tradición viva, de un fenómeno popular que está en la naturaleza de los guantanameros, por eso se la podemos mostrar a Cuba y el mundo».
Resulta interesante entonces apreciar hoy que el changüí se cultiva desde el jazz, la música coral, la trova, y por supuesto, desde la música popular bailable.
De esta última, se pudo palpar una visión muy lograda de dos orquestas medulares dentro del panorama sonero criollo. La unión sin precedentes en la Isla de los Van Van y la Revé coronaron de masividad un certamen que cuenta con una amplia popularidad en la ciudad.
Tres noches de presentaciones de ambos grupos se sucedieron en la plaza Pedro Agustín Pérez y una matiné del Charangón al pie de la estatua de Elio Revé Matos, en el barrio emblemático de la Loma del Chivo, dignificaron esa «fusión» entre el son y el changüí.
La buena noticia es que los líderes de ambas agrupaciones no descartaron la posibilidad de dejar estampada la experiencia en un soporte fonográfico y repetir el concierto en la capital.
Para Elito Revé, presidente del Festival Nacional del Changüí, fue significativa la presencia de Juan Formell y los Van Van en Guantánamo, así como la participación de las agrupaciones changüiseras de la provincia, las cuales mantienen vivo el estilo. Lo más importante, dijo, es que en Cuba y en el mundo existe con la unión de todos los guantanameros.
Por su parte, Formell resaltó la importancia de los eventos dedicados a la música popular bailable, ya que esta melodía «es imprescindible en la historia de nuestro país y es un momento muy importante para que vuelva a retomar la fuerza que ha tenido».
Asimismo, el Festival Nacional del Changüí hurgó en los estudios sobre el estilo hecho por reconocidos especialistas como los musicólogos Olavo Alén y Neris González Bello, quienes participaron en el coloquio Rafael Inciarte: simientes, paralelos y proyecciones del changüí.
Igualmente fue significativo el desarrollo de certámenes competitivos de creación changüisera y de instrumentos empleados en el género, los cuales tuvieron lugar en la Casa del Changüí Chito Latamblé.
Y como expresión máxima de todo ese movimiento changüisero, esta sexta edición del festival motivó a unas 28 agrupaciones del territorio, de Santiago de Cuba y de Sancti Spíritus, a tocar El changüí más largo del mundo, en la céntrica calle Los Maceos, donde se superó con creces las 14 horas que anteriormente se habían impuesto como récord para una actividad de ese tipo.
Sin dudas, Guantánamo mostró el changüí en todas sus formas, pero más allá de ello, lo exhibió como uno de sus símbolos de identidad y popularidad, la máxima condición a la que puede aspirar un género musical.