Los nueve bateristas que deslumbraron en la noche del miércoles en el teatro Mella. Autor: Raúl Pupo Publicado: 21/09/2017 | 05:06 pm
Nueve hombres desfilaron por el escenario del Teatro Mella el miércoles último. Cada uno con sus influencias musicales y con un estilo propio, tocaron la batería e hicieron de esas actuaciones un espectáculo.
En aproximadamente diez minutos de hacer vibrar el instrumento, de conjugar allí virtuosismo con sabiduría, los músicos dejaron a los espectadores con la sana ambición de disfrutar más, cómplices de una velada única y sin precedentes en la Isla.
La décima edición de la Fiesta del Tambor tuvo la iniciativa de convocar a estos artistas. El experimentado Enrique Plá hizo el opening y cedió el puesto a Ruy López-Nussa, quien puso de pie al auditorio con su intensa ejecución. Su hijo, Ruy Adrián, también expresó esa clara referencia al género que defiende: el jazz; al tiempo que Oliver Valdés nos dejó con ese deseo-sensación de seguir escuchando.
Una noche especial donde además descollaron, por sus maneras de interpretar, representantes de la música popular como Giraldo Piloto (grupo Klímax), Roicel Riverón (Manolito Simonet y su Trabuco), Keysel Jiménez y Rodney Barreto —ambos de Habana de Primera—, y Roelvis Reyes (Pupy y los que son son).
«Me he quedado muy impresionado con los bateristas», confesaba a Juventud Rebelde John Walker, justo después de verlos en acción.
Walker, realizador del documental A drummer’ s dream —que se presenta este sábado, a las
3:00 p.m. en el Multicine Infanta, y que recoge el sentir de instrumentistas como Giovanni Hidalgo, Horacio «el Negro» Hernández, Mike Mangini, Kenwood Dennard, Dennis Chambers y Nasyr Abdul
al-Khabyyr—, destacó «la diversidad de estilos presentes en estos artistas. He podido aprender sobre la complejidad de la música afrocubana de una mejor manera».
Pero el evento no quiso excluir del convite a las mujeres y la historia se repitió el jueves, en el cine teatro Astral. Tres muchachas, acompañadas de una banda, destacaron por su destreza: Nailé Sosa, de David Blanco y su grupo; Yuleisis Greenidge, del grupo de salsa Habana C, y Yissy García, de Anacaona.
Giraldo Piloto, presidente del Comité Organizador de la Fiesta del Tambor, tomó la idea luego de que asistiera a eventos donde se realizan espectáculos de este tipo. «En ellos se reúne a los mejores bateristas del país organizador del certamen o una muestra de los más virtuosos de otras naciones», explica.
«¿Cómo no hacerlo en la Isla si la Fiesta del Tambor es el marco ideal para ello? La batería de por sí es un show. Teníamos que hacerlo», señala el también director de Klímax.
Dentro de la competencia
Otro de los espacios más fuertes dentro del festival es el Concurso Internacional de Percusión que lleva el nombre de Guillermo Barreto, en eterna reverencia a ese gran instrumentista.
Más de un centenar de participantes compiten en las modalidades de batería, pailas, tumbadora, tambores batá y bongoes.
En el certamen, que no pone límites en la edad o los conocimientos académicos de los competidores, se observa un predominio de rostros jóvenes, incluso de pequeños como Franklin Cabrera y David Antonio Rodríguez, quienes impresionan con sus actuaciones en la especialidad de las pailas.
El Concurso, como todo el festival, al decir de Giraldo Piloto, demuestra que «la percusión está gozando ahora mismo de una salud que necesitaba porque, al ser la columna vertebral de la música cubana, tenemos el deber de defenderla y de hacer que las nuevas generaciones se instruyan y sepan cómo transmitirla».
La sección competitiva ha tomado al Palacio de la Rumba como sede. Un jurado compuesto por prestigiosos músicos —Changuito, Enrique Plá, Oliver Valdés y Oderquis Revé, entre otros— evalúa en los competidores la profundidad interpretativa y de conocimientos de los géneros musicales cubanos.
En una valoración preliminar para nuestro diario, Enrique Plá manifiesta que todavía existen lagunas en los participantes y las atribuye a «la falta de información» sobre ritmos específicos que se les pide tocar.
«Cuando se les dice: “Vamos a descargar”, todos están muy bien. Pero siempre les aconsejo que en el tiempo que separa cada edición de la Fiesta del Tambor, se acerquen a los profesores o a algunos de nosotros para que les expliquemos cómo se tocan, para cuando aquí se les pida, puedan hacerlo perfectamente.
«Descargar es una forma de tocar virtuosamente, sin embargo, hay otras cosas que es necesario conocer, como saber cómo se toca, la manera de interpretar los géneros y cómo fusionarlos.
«No hay premios para todos, pero se ve que año tras año la calidad de los concursantes mejora, a la par vamos preservando nuestras costumbres, pues en instrumentos como el bongó se estaban perdiendo».
Defensores de un legado
La Fiesta del Tambor ha ido más allá de las presentaciones y las lides para medir la técnica y la pasión con que se tocan los instrumentos, para ofrecer una panorámica integral de la percusión cubana.
La relación de los tambores con la danza, su presencia en la música popular, en la rumba y el jazz, también han marcado estos días.
El certamen destacó en su inauguración un hecho musical: los diez años del otorgamiento del Grammy Latino al disco La rumba soy yo, producido por la musicóloga Cary Diez y el músico Joaquín Betancourt. Para el cierre, este domingo en el Salón Rosado de La Tropical, los organizadores anuncian a orquestas destacadas como Pupy y los que son son, Habana de Primera, Yoruba Andabo y Caribe Girl.
Solo hay que señalar que el certamen ha pecado en la concepción de algunos de sus espectáculos. Si bien ha mostrado la importancia de los tambores en cada estilo musical, en los espacios dedicados a los mejores bateristas ha alargado las veladas exhibiendo a otros virtuosos artistas cuando el verdadero show reside en ver las ejecuciones de los percusionistas.
No obstante, uno de los logros significativos de este festival sigue siendo el de fomentar en las nuevas generaciones esas ansias por beber de la tradición, por continuar la obra de Tata Güines, Angá (Miguel Díaz), Chano Pozo y Guillermo Barreto, por mantener, como ha dicho Enrique Plá, «las raíces con lo mejor de nuestra contemporaneidad». Es, sin que quepan dudas, una oportunidad para mostrar el positivo desarrollo de la percusión criolla.