Entre los grupos emergidos durante la década del 90 del pasado siglo destaca el que lidera Nelda Castillo. El Ciervo Encantado se ha mantenido fiel a sus presupuestos estéticos inaugurales aun cuando en la escena cubana contemporánea la tendencia más generalizada apunta hacia el coqueteo con el realismo y el retorno a la transparencia de la fábula y al texto prescrito.
Esta particularidad, así como el hecho de funcionar como un laboratorio, hacen del conjunto capitalino una rara avis. Tal condición es palpable en Visiones de la Cubanosofía, su más reciente estreno en el teatro de la Facultad de Artes Escénicas del ISA. En lugar de un argumento bien tramado, como es habitual en la poética de El Ciervo... sus hacedores bombardean al espectador con estampas, flashazos, cuadros. La sorpresa y la sugerencia brotan constantemente de ellos.
Pese a su apariencia deshilvanada, a su hechura fragmentada, Visiones... avanza raudo, sin baches ni tropiezos. Se trata de un espectáculo con sabor y saber cubanos que va del desparpajo a la sutileza y de las conductas arquetípicas a paradigmas tutelares de la nación.
A partir de un lenguaje en el cual las imágenes ostentan un innegable protagonismo, se hace eco de un amplio espectro de nuestra iconografía. Al mismo tiempo aborda nuestra realidad y nuestra historia echando mano tanto al choteo —elemental y arrasador de jerarquías y dignidades—, como a la sublimación de sólidos valores entrañables para el cubano.
Textos de José Martí, Alfonso Bernal del Riesgo y Fernando Ortiz, entre otros autores, conforman el sustrato del cual se nutre Visiones... Esteban Salas, Roberto Fonseca, Irakere o Ars Longa, se cuentan entre quienes sostienen el peso sonoro del montaje. A esto hay que sumar una visualidad cuidada, incitadora y robusta, que ha alcanzado la depuración y la síntesis. Porque si algo es notorio en esta puesta en escena es el hecho de que la misma no descansa exclusivamente en la palabra. Por el contrario, la fuerza mayor, los estímulos más eficaces provienen, como ya había acotado, de las imágenes, la banda sonora y la labor de los actores.
En la escena, aforada en negro, un andamio delimita un eje vertical que define con limpieza dos niveles fácilmente reconocibles. El inferior remite a una esfera humana, cruda, cotidiana, palpable. El superior a lo divino o, al menos, divinizado gracias al mito o la leyenda.
El vestuario también juega un rol importantísimo al individualizar a los diferentes personajes que encarnan los tres intérpretes e incluso subrayar sus rasgos y constantes conductuales. A lo cual contribuye también el maquillaje y la peluquería. La iluminación es otro elemento que contribuye notablemente a crear una atmósfera sugestiva y diferenciar locaciones.
Nelda Castillo se ha instalado en un lenguaje, en una manera de construir que no solo la distingue sino que domina y perfecciona constantemente. Poder de síntesis, preciosismo en las imágenes, capacidad escrutadora, incisiva de sus montajes, junto a una vocación abarcadora y sugerente devienen piedra de ángulo de su poética. A esto hay que adjuntar su insistencia en la exploración de los lenguajes del cuerpo, la voz, la iluminación, la máscara y el sonido. Todo lo cual maneja con certera puntería en la puesta de Visiones... En ella mezcla a voluntad géneros y estilos yendo de la farsa al grotesco, pasando por lo alegórico.
La faena actoral es de una calidad innegable. El trabajo con el cuerpo nos habla de un riguroso y efectivo entrenamiento que desemboca en un agradable maridaje entre lo danzario y lo teatral. Tales hallazgos son visibles, por ejemplo, en la relación de los actores con el andamio o la plasticidad de los movimientos. Mariela Brito, Eduardo Martínez y Lorelis Amores llevan adelante sus tareas escénicas con pericia y brillantez. La exploración de efectos y sensaciones a partir tanto de la voz como de sonidos emitidos por los órganos de fonación es otro aspecto de sumo interés en este rubro.
Partiendo de presupuestos poco frecuentes, la tropa de El Ciervo... alcanza, gracias al rigor y la garra de su ejecución, la organicidad y la aceptación del auditorio. Con Visiones de la Cubanosofía, El Ciervo Encantado retorna a la escena luego del éxito de Pájaros de la playa. Regreso que pone en evidencia la destreza alcanzada por los miembros del colectivo.
Ellos mantienen intactas muchas de sus constantes como lo son el interés por adentrarse en la enjundia de lo cubano, solo que de un modo menos vernacular y más apegado a los lenguajes de la vanguardia histórica e incluso la postmodernidad. Mitos, esencias, paradigmas populares, obsesiones de la tradición culta, tradiciones, ritmos, credos... confluyen aquí. Y lo consiguen de un modo tan acoplado y exacto que nos recuerdan el funcionamiento de un mecanismo de relojería. Al tiempo que el texto espectacular lo hace con la dinámica propia de los acertijos que debemos ir desentrañando si queremos adentrarnos en el sentido oculto del acontecer. Ese es otro de los encantos de El Ciervo.