Apenas unos días después de traer a nuestra Isla la exposición colectiva Cartografías disidentes —permanecerá en la Biblioteca Nacional José Martí hasta el venidero 27 de agosto—, la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior de España (CEASEX) propone en este caluroso verano otras dos excelentes muestras que abrirán sus puertas al público esta semana.
La primera, La piel de los hijos de Gea, quedará inaugurada esta tarde, a las 4:00 p.m., en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, unas pocas horas después (11:00 a.m.) de que las reconocidas artistas que intervienen en ella: Isabel Muñoz y Maribel Doménech, hayan sostenido un encuentro, en ese mismo espacio, con creadores, investigadores, estudiantes de arte, críticos y público en general.
Lo mismo sucederá cuando le corresponda el turno a Cazadores de sombras, la cual verá la luz el viernes, a las 5:00 p.m., en el Edificio de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas Artes, donde intervienen 16 fotógrafos españoles cuyas edades, según explica la curadora de la muestra, Rosa Olivares, van desde los 30 hasta poco más de los 60, y constituyen un grupo heterogéno, además, por estilos, tendencias... (Dos de ellos: Manel Esclusa y Rafael Navarro, centrarán una mesa redonda este 7 de agosto, a las 2:00 p.m.).
«Muchos de estos artistas, dice la Olivares, no se conocen entre sí ni habían expuesto antes juntos. Pertenecen a muy diferentes lugares geográficos y mentales de la Península. Todo esto demuestra la riqueza impresionante que existe ahora mismo en mi país en cualquier terreno creativo, y que España no es solo una tierra de pintores, sino también de fotógrafos».
Con el prestigioso intelectual Amador Griñó como comisario, Los hijos de Gea —al igual que Cazadores de sombras—, ha vencido un largo, pero exitoso recorrido por América Latina antes de llegar a La Habana, cuyos habitantes serán, a decir de Griñó, muy afortunados, pues tendrán una visión más completa de lo que se hace en el campo de la fotografía en el país europeo.
«Los hijos de Gea muestra una vertiente más clásica, más formal, que, en este caso, apoya un discurso. Yo casi diría que las instantáneas de Isabel Muñoz (conocida en Cuba por su exposición La sublime utilidad de la inútil), son de estudio, pero realizadas en el campo. Como mismo sucede con el «profe» en el aula, quien le solicita a sus alumnos que escriban una redacción sobre un tema determinado, yo le propuse a ella y a Doménech, que indagaran en la contemplación de nuestro cuerpo, lo mismo vestido que desnudo.
«De la Muñoz elegí su trabajo sobre las tribus que estaban alrededor del río Omo, en Etiopía, mientras que de Maribel seleccioné sus esculturas concebidas con hilos eléctricos, que también hablan del cuerpo por ausencia, y que se refieren a los miedos, la soledad, la distancia, el abandono, la incomunicación... La “piel” que Maribel nos propone —es decir, sus vestidos— a veces tiene connotaciones púdicas; y otras estéticas o protésicas, porque una buena capa todo lo tapa. ¿Por qué la piel? Porque esa corteza nos une y al mismo tiempo nos separa».
En Cazadores de sombras, Rosa Olivares prefirió moverse en otra dirección. «La fotografía, explica, por lo general se relaciona con la documentación, la historia, la memoria...; con el hecho real, que cuando uno indaga no es tal. Nos percatamos cuando sabemos que la foto es una construcción estética, social o cultural, que es, en definitiva, lo que hace un artista, sea con el pincel o con la cámara».
Para que quede claro lo que expresa, Rosa pone como ejemplo una imagen tan afamada como aquella que resultara del reportaje que le encargara la revista Life a Robert Doisneau sobre los amantes de París. Después se conoció que en Besos, que más tarde se expuso en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el fotógrafo había captado a dos modelos que cobraron por su trabajo y repitieron el famoso beso instantáneo hasta que quedó perfectamente encuadrado con lo cual pasó a la posteridad.
«Es decir, que todo parece indicar que las casualidades no existen en la fotografía documental, y que por tanto puede ser mentira, pues no documenta más que una construcción social o política. Por eso en Cazadores de sombras hemos querido volver a la creación subjetiva del artista, conscientes de que la fotografía tiene también, en el territorio de lo inaprensible, un camino muy amplio por donde transitar.
«Esta es una muestra que, entre muchas otras cosas, intenta demostrar cómo la fotografía también constituye una herramienta eficaz para hablar de aquello que incluso es difícil expresar con palabras: sobre los miedos, las sensaciones, el deseo, la necesidad de ser aceptado..., cuando todo indicaba lo contrario.
«Esas situaciones anímicas son las que mis fotógrafos han plasmando en esta expo, siguiendo una corriente que está muy de moda en Europa y que ha sido de alguna manera incomprendida, porque seguimos viendo la fotografía como una excusa para vernos a nosotros mismos o para recalar una vez más en todos estos estereotipos de la memoria, de la historia.
«Cazadores de sombras muestra que este arte ha llegado a su mayoría de edad, y que por tanto está en condiciones de asumir caminos diferentes, como lo han hecho otros lenguajes artísticos».