Un puente de solidaridad, de Antonio Guerrero, uno de los cinco cubanos antiterroristas, presos en EE.UU, constituye una mirada a los hombres que se han entregado en estos diez años a la lucha por la excarcelación de él y sus hermanos
No es la primera vez que Antonio Guerrero nos regala sus retratos. De su mano han salido dibujados los rostros de los héroes que han librado contiendas en pos de la soberanía nacional: José Martí, Antonio Maceo, Mariana Grajales, José Antonio Echeverría, Frank País, Vilma Espín, Haydée Santamaría...Pero esta vez Tony detiene su mirada sobre aquellos que, sin amilanarse por los años, han sostenido la lucha por su liberación de las cárceles norteamericanas, y la de sus cuatro compatriotas.
Estos son sus héroes, de carne y sangre tan cercana, de sueños y porfías que trascienden todo laberinto judicial, cualquier artejo político: los familiares de los Cinco, quienes han llevado su causa a los escenarios internacionales; los integrantes del comité norteamericano Libertad para los Cinco —del cual son miembros Bill Hackwell y su esposa Alicia Jrapko—; es también aquel niño no conocido que levanta entusiasta su reclamo solidario; sus abogados, una periodista, Fidel.
En la exposición, sus cuadros van acompañados de las fotografías de Bill Hackwell; y una mirada furtiva pudiera pensar que está ante la mera reproducción de una instantánea, en un intento de aprehender los cánones del realismo fotográfico.
Lo cierto es que las pinturas están realizadas a partir de las imágenes tomadas por Hackwell, pero hay en ellas un deseo artístico por destacar los semblantes, alejados del entorno histórico en que fueron captados por el lente del reportero.
No es que Tony prescinda del tiempo, es que prefiere mirar a los ojos, los gestos, a esas facciones que no pueden esconder lo que anida el alma. Todos tienen tras de sí los colores apacibles que diluyen cualquier desvarío visual, e invitan a pensar que el reclamo de muchos solo se sostiene sobre la base de la protesta individual.
La impronta del momento, de la lucha sostenida en las marchas cubanas, en las calles de Estados Unidos o ante la prensa internacional, aparece como una protagonista de la cámara de Hackwell, quien descubrió en la Guerra de Vietnam el halo social con el que habría de sellar su carrera como fotógrafo.
En el 2006 la galería El reino de este mundo nos permitió acercarnos al trabajo de este artista norteamericano, en la selección de las obras que integraron una homóloga muestra en su país, bajo el título Las luchas en el vientre de la bestia. En aquella ocasión, donde compartió espacios con el colega cubano Jorge Valiente, sobresalía el uso del blanco y negro para mostrar la realidad menos difundida de la vida de muchos norteamericanos y sus luchas intrínsecas.
Llama entonces la atención en Un puente de solidaridad el colorido, que hace honor a una batalla tan llena de matices y transmite, más allá de las prisiones, la fuerza de una sonrisa, el calor de la esperanza.