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Los cuentos del griot Amadou Koumba

Casi 20 años después de la primera edición de Cuentos de Amadou Koumba que se hiciera en Cuba, la Editorial Gente Nueva nos la devuelve, esta vez apelando a un público juvenil que mucho puede disfrutar y aprender de estos textos

Autor:

Juventud Rebelde

Historias de la infancia, archivadas en la memoria; convivencia de duendes, genios, hombres y animales; temas que se remontan a los más lejanos tiempos, todo orgánicamente mezclado en las páginas de un libro que constituye modelo de asimilación de la tradición popular a la literatura verdadera. Cuentos de Amadou Koumba reúne 19 relatos infiltrados por la imaginería de esos pueblos ágrafos que, sin embargo, han aportado un gran acervo oral que en las manos hábiles de escritores como Birago Diop (Senegal, 1906-1989) se transforma en hitos de una época y de una cultura determinadas.

«Mientras regresaba a mi país —escribe Diop en la introducción al libro—, sin haber olvidado casi nada de lo que había aprendido siendo niño, tuve la inmensa suerte de encontrarme, en el largo camino, con el viejo Amadou Koumba, el griot de mi familia.

«Amadou Koumba me contó algunas noches —y a veces de día, lo confieso— las mismas historias que acompañaron mi infancia. Me contó también otras que adornaba con las sentencias y los apotegmas en los cuales se encierra la sabiduría de los antepasados.

«Esos mismos cuentos y esas mismas leyendas —con alguna variante— los escuché también durante mis caminatas por las orillas del Níger y en las llanuras de Sudán, lejos de Senegal».

Con esta voluntad de rescatar la esencia de la idiosincrasia africana, Birago Diop trabajó el cuento popular, y para eso empleó como mediador a una de las figuras más auténticas de esas esencias en el África Occidental: la del griot. Especie de cuentero-narrador, encargado de atesorar la sabiduría acumulada a través de las generaciones, recrearla con su arte del bien decir, llevarla de aldea en aldea, trasmitirla e imbricarla en la sociedad africana actual, actúa como un juglar que, además de decir cuentos, es genealogista de una familia o de un grupo de familias, alberga el patrimonio de la comunidad y expresa el genio popular que deriva de un conocimiento empírico, y por eso mismo muy agudo, de la vida y de los hombres. Narra cuentos creados por la imaginación popular y leyendas épicas e históricas. Su talento para el uso de la palabra y el dominio de la atención del auditorio —principalmente rural— constituyen sus recursos de comunicación fundamentales.

Como forma adicional de reivindicación, Diop entrelaza y pone en contraste en estos relatos ese material originario con las costumbres impuestas por el pasado colonial, y con ello acentúa el carácter genuinamente identitario de esos rasgos específicos de la cultura africana.

Estos relatos, estructurados sobre la base de ingeniosas situaciones que tienen como saldo una experiencia útil de carácter práctico y moral, interpretan el mágico mundo de las fábulas populares en las que se dirime la eterna lucha entre el bien y el mal. Puestas en boca del griot Amadou Koumba, refuerzan la atmósfera ancestral de sus propios orígenes.

Birago Diop nació en Uakam, suburbio de Dakar. Su familia era de origen uolof y a través de ella recibió la influencia del islamismo. Toda su juventud transcurrió en Dakar y allí estudió, hasta que ingresó en el Liceo Faidherbe, de la ciudad senegalesa de Saint Louis. Posteriormente viajó a Francia para estudiar Medicina veterinaria en la Universidad de Toulouse. En París encontró un inquieto ambiente cultural entre los antillanos, norteamericanos y africanos que estudiaban en Francia, quienes se afanaban por otorgar expresión propia a una pretendida idiosincrasia negroafricana. En 1932 este empeño había intentado organizarse alrededor de Légitime Défense, revista fundada por los estudiantes martiniqueños Etienne Léro, René Ménil y Jules Monnerot, y cuyo único número constituyó un decidido rechazo a las convenciones burguesas, a la vez que una toma de partido por el surrealismo como experiencia a través de la cual llegar a la manifestación artística de la esencia negroafricana. Sin embargo, no es hasta 1934 que estas preocupaciones logran consolidarse con la fundación de L’Étudiant Noir por el senegalés Léopold Sédar Senghor, León Damas, de la Guayana, y el martiniqueño Aimé Césaire, revista que nucleó al grupo inicial de la corriente literaria que se conocería como la negritud. Birago Diop fue uno de los animadores de este movimiento y le ofreció, precisamente con la publicación de Cuentos de Amadou Koumba en 1947, un modelo para la prosa, empleando el francés como instrumento de expresión. La lengua fue un terreno fundamental donde se dirimió la contradicción con el colonialismo europeo. Escritores como Birago Diop se apropiaron de la lengua del colonizador para convertirla en un lenguaje propio, quebrantando sus moldes para reflejar los temas nuevos, los nuevos ritmos, la nueva semántica que exigía la expresión de la cultura africana.

Diop regresó a Senegal y ejerció como médico veterinario en varios países africanos. Esto le permitió entrar en contacto con la diversidad y riqueza étnica y cultural del continente. De este material se compone la levadura de estos cuentos, en los que se pone de manifiesto su decisión de hurgar en las raíces con el fin de plasmar la configuración particular y a la vez universal del pueblo africano. El cuento es considerado una de las más genuinas manifestaciones literarias de África, de tradición oral muy anterior a la colonización europea. La mayoría de los aspectos distintivos de la obra cuentística de Diop comparte las características del cuento popular: el didactismo, el enraizamiento en la historia y en la geografía, la pintura de la vida cotidiana en el medio rural, la plasmación de las creencias populares, su cualidad documental, el lenguaje salpicado de sentencias y el realismo. Tras la independencia de Senegal en 1960, ejerció también la carrera diplomática.

En 1958 Diop publica Les nouveaux contes d’ Amadou Koumba y en 1963 Contes y Lavanes. Fue autor además del cuaderno de poesía Leurres et lueurs (1960), de la pieza de teatro L’Os de Mor Lam (1977) y del libro de memorias La plume raboutée (1976).

La primera edición de Cuentos de Amadou Koumba en Cuba la realizó la Editorial Arte y Literatura en 1988, en una primera traducción al español de Julia Calzadilla, reconocida escritora y traductora literaria. Casi 20 años después nos la devuelve la Editorial Gente Nueva, esta vez apelando a un público juvenil que mucho puede disfrutar y aprender de estos textos. Al leerlos por primera vez, o al releerlos —aquellos que hayan tenido la oportunidad de conocerlos en su anterior edición en español—, se constatará, aun cuando Diop no se cuente entre los escritores privilegiados por los centros comerciales del libro de Estados Unidos y Europa, como sucede con muchos otros de África, Asia y América Latina, la calidad imperecedera de estos relatos y las resonancias y hallazgos que les confiere la pátina del tiempo.

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