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Inauguran nueva sala de teatro en Cienfuegos

Con la obra La mágica y probable historia del cuento que se durmió, escrita por Norge Espinosa para los titiriteros del grupo Retablo fue abierto el renovado teatro Guanaroca

Autor:

Osvaldo Cano

Llama la atención favorablemente la juventud de los miembros del colectivo. Foto: Aldo del Sol El más reciente estreno de Retablo junto a la inauguración de la sala Guanaroca son dos alentadoras noticias provenientes de Cienfuegos. La mágica y probable historia del cuento que se durmió, pieza que Norge Espinosa escribió especialmente para este colectivo, es el texto escogido por Panait Villalvilla para reabrir el renovado teatro perlasureño.

Conocedor del quehacer de Retablo y, sobre todo, de los rumbos preferenciales de su poética, Espinosa concibió una obra que se ajusta a las características del laborioso conjunto. La mágica... relata la historia de los personajes de un cuento de hadas quienes, hastiados de estar atrapados en una saga que se repite invariablemente, buscan una salida a su situación. Los intentos de modernizar la antigua fábula como vía de escape a la abulia colectiva fracasan cuando, una vez más, el sueño doblega a los involucrados.

El autor de La mágica... opta por el verso y apela al retozo verbal, aspecto este último que ha devenido una constante en el trabajo de Retablo. Este juego, sin duda ingenioso y simpático, llega a tornarse reiterativo a causa de su exuberancia.

La puesta en escena de Panait Villalvilla sigue las pautas trazadas por Retablo desde su debut. Sin que el espectáculo alcance las cotas de calidad logradas en propuestas como ¿Quién le tiene miedo al viento?, Hansel y Gretel o Los músicos de Bremen, lo cierto es que resulta un palpable ejemplo de fidelidad a una poética. La insistencia en los guiños, el sostenido jugueteo o el interés por dialogar con espectadores de edades, gustos y formaciones bien distintas, es apreciable nuevamente aquí. Villalvilla, secundado por un elenco joven, consigue un montaje de buen nivel.

La faena de los actores-manipuladores, el trazado de movimientos, la creación de un entorno y un ambiente acorde con la situación dramática ideada por el dramaturgo, son algunos de los argumentos que avalan la anterior afirmación.

Un diseño de muñecos que combina distintas técnicas (varilla, parlante, plano) y que persigue, con el destaque de aristas distintivas de los personajes; provocar la risa es otro de los aportes del director a esta propuesta. Elementos paródicos, proclividad al choteo e incluso al grotesco, son aspectos reconocibles en el texto que supo captar Villalvilla y trasladarlos a la escena, a partir no solo del juego escénico sino también de las figuras. Jesús Carnero se encarga de confeccionar una banda sonora que se aviene perfectamente al discurso global de la puesta en escena. Citas de conocidas melodías, además de un permanente sentido lúdico, se cuentan entre sus méritos. La escenografía de Antonio Liubar García y Panait Villalvilla sobresale por su funcionalidad y sencillez.

El rubro de las actuaciones es encabezado también por Villalvilla. El líder de Retablo demuestra una vez más su capacidad para simultanear funciones, asumiendo de este modo responsabilidades clave dentro del colectivo con eficacia. En su faena interpretativa se aprecia la paulatina maduración de un modo de hacer y pensar el teatro. Entre las virtudes de su trabajo actoral está la posibilidad de desdoblarse en personajes diferentes y singularizarlos.

Por regla general, el elenco de La mágica y probable historia del cuento que se durmió manipula con seguridad y soltura, cosa esta que contrasta, incluso, con la juventud de sus miembros. Dunia Villafañe, Annie Álvarez, Elaisi Pérez y el debutante Alberto Segura, alcanzan un buen nivel. No obstante, debo apuntar que en ocasiones el tono y el ritmo de la voz de las tres primeras resulta bastante uniforme. A su favor justo es consignar que tienen que vérselas con un texto en verso, y esta no es precisamente la norma de nuestra escena. Pese a tal contingencia, son capaces de asumirlo con naturalidad y gracia.

Con el estreno de la pieza de Norge Espinosa, los miembros de Retablo entablan un diálogo con la más reciente dramaturgia cubana. Siguiendo los presupuestos fundamentales que han animado su manera de hacer facturan una puesta que, aunque no se ubica a la altura de sus mejores espectáculos, alcanza un nivel de calidad que lo convierte en una propuesta digna de ser tomada en cuenta.

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