Portada del disco Jorge García en vivo. Foto: Ángel S. González
Jorge García se encuentra entre los cantautores que luchan a guitarra «partía» para que la huella que va dejando su paso por la música cubana no desaparezca con el tiempo, cuando los que somos hoy testigos de su impronta ya no estemos. Por eso es tan consciente de la importancia de que su obra, como la de tantos otros, quede recogida en fonogramas aunque estos no se puedan hacer siempre en casa, como sucedió con su más reciente producción discográfica, Jorge García en vivo.Y la oportunidad de que todos podamos evaluar la calidad de este nuevo empeño no las ofrece esta noche. A las 7:00 p.m., García convoca a los que aman las canciones bellas e inteligentes, para que lo acompañen en la sala teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, la misma donde inició sus pasos con una peña en 1988. Allí él los recibirá junto al guitarrista Alejandro Valdés y el percusionista Ruy Adrián López-Nussa, quienes participaron en el quinto álbum del reconocido músico, el cual es el resultado del concierto grabado en el Amadeo Roldán en mayo de 2005. El pianista Harold López-Nussa también se sumará a esta presentación donde Jorge no solo cantará algunos de los 14 cortes registrados el pasado año por el sello alternativo La canción nuestra, de Uruguay, sino que a través de sus creaciones confesará cuánto le agradece a la trova tradicional (Guárdame el beso), a César Portillo de la Luz (Mi deuda de fe), a Joan Manuel Serrat (Respuesta a Serrat a propósito de los fantasmas del Roxy) y a Noel Nicola (interpretará la inmortal Es más, te perdono), el gran amigo al que le dedica especialmente este disco-recital.
Después del primero que tomó como título su propio nombre y tras Más allá, Cambios y Hay de todo en la viña del Señor, llega ahora el trovador con Jorge García en vivo, quien, a decir del periodista y escritor Leonardo Padura en la nota del CD, «a diferencia de otros contemporáneos suyos, iniciados en la nueva canción trovadoresca, no ensaya las fusiones que se han puesto de moda entre sus colegas, sino que se encierra en su mundo de guitarra, voz y poesía».
Ya iban a ser tres años que García no entraba a un estudio de grabación. Fue en el 2002 la última vez en que él nos regaló uno de esos CDs que, a pesar de ser una obra exquisita, no caminó con buen paso, debido a la escasa promoción y difusión. Así y todo, Hay de todo... es de los que hay que regresar porque tiene el don de la experimentación de altura. En él mezcló el bajo, el piano, el drum y la guitarra, con la viola da gamba, la flauta dulce, la guitarra barroca y el laúd de los muchachos de Ars Longa, y logró increíbles sonoridades que se acoplaron perfectamente con la voz cálida, afinada y hermosa de García.
A diferencia de aquel, en este el graduado del conservatorio Alejandro García Caturla regresa a sus raíces con orquestaciones sencillas pero óptimas. Tiene este fonograma el encanto de las actuaciones en vivo, y ello gracias, en buena medida, a que la grabación, la mezcla y la masterización estuvieron a cargo del experimentado y eficiente Maykel Bárzagas, con lo cual se ha conseguido un producto de primera. En Jorge García en vivo, el genuino representante de la llamada «Generación de la Croqueta» le canta a la vida, que es cantarle (no faltaba más) al amor y al desamor, y nos propone temas tan líricos como Hoy eres la canción, Triste historia de mar y la ya mencionada Mi deuda de fe, exquisita pieza con aires jazzísticos y donde Alejandro Valdés nos entrega magníficos solos, que le permiten el lucimiento que logra igualmente en Dónde estás, La última palabra y Como humo de café, el buen tributo de Jorge a ese son nuestro de cada día.
Este habanero, que comenzó sus estudios de guitarra a los ocho años, se desempeñó por algún tiempo como profesor para luego dedicarse de lleno a la música y se distingue por su modo peculiar de hacer «hablar» a la guitarra. Pero dejemos que sea el propio compositor (es el autor de todos los temas de Jorge García..., excepto Es más, te perdono), arreglista y productor musical quien lo comente: «La academia ha sido mi mayor influencia. Tras dominar la técnica, me propuse buscar una manera que me resultara cómoda y llenara el espectro sonoro que requerían mis canciones. En la forma de cantar no creo que tenga muchas influencias. No soy un cantante. Soy un “tipo” que dice lo que siente».
Interrogado en una ocasión sobre su definición de trovador, él, que ha actuado con éxito en países como Argentina, Uruguay, Alemania, Nicaragua y Venezuela, expresó: «Es una actitud ante el mundo. Es soportar que te digan loco desde la más elemental cordura. Es no temer decir lo que se siente aunque hiera. Es vivir la utilidad de una canción sin ponerle precio y etiqueta. Es una entrega incondicional. Es poetizar con la guitarra». Sean pues estas palabras la mejor invitación para que ninguno de nosotros nos ausentemos de su presentación de esta noche.