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Por los ojos de un niño

Entre 30 y 40 pacientes en edades pediátricas llegan cada día hasta la consulta de Oftalmología del hospital pediátrico Pepe Portilla. Las cataratas congénitas son atendidas con total prioridad

Autor:

Dorelys Canivell Canal

PINAR DEL RÍO.— Hace unos días las redes se llenaron de mensajes de gratitud y reconocimiento a esos galenos que contra viento y marea hacen honor a su profesión. El hospital pediátrico Pepe Portilla publicaba sobre una cirugía de catarata congénita a un bebé de dos meses y medio de nacido.

Era el 20 de noviembre y la cercanía del Día de la Medicina solo hacía crecer las muestras de cariño. En ese momento Eduandris Boloy Velázquez se convertía en el más pequeño de los operados este año de esa patología en el «Pepe Portilla».

«Desde ese día hasta los posteriores en los que debió guardar reposo, el bebé permaneció arropado como una oruga», ilustra su padre para describir la única forma que encontraron para que no se llevara las manos hasta el ojo derecho.

«La recuperación ha sido difícil; hemos cuidado que no se mueva mucho,  que no se lastime ni se rasque el ojo, de cumplir con sus gotas cada dos horas; pero es un lactante, entonces hay que despertarlo. La doctora ha estado pendiente todo el tiempo de su evolución», explica Eduandris Boloy Tamayo, el papá, vía telefónica.

Luego de la operación, el pequeño Eduandris Boloy Velázquez junto a sus padres. Cortesía de la familia.

Zabeisy Palomares Aguilera, especialista de Primer Grado en Oftalmología, al frente de la consulta de Oftalmología, radicada en el Policlínico Especialidades, perteneciente al Pediátrico, explicó que la catarata se le diagnosticó en el área de Salud en el municipio de Consolación del Sur y fue remitido al servicio provincial de forma inmediata.

Tras ser evaluado y comprobar que reunía criterio quirúrgico, comenta la doctora, se planificó la intervención con el previo consentimiento de sus padres.

«Nos explicaron cada detalle, incluso fuera de consulta y a través de whatsapp, cada duda que tuvimos su mamá y yo fue aclarada», reconoce el padre.

La catarata es una opacidad del cristalino.  Entre otros criterios para operar, la catarata monocular (en un solo ojo), debe medir más de tres milímetros y ocupar casi toda el área pupilar, de manera que impide que entre la luz y el bebé no desarrolla la visión.

Este año en el hospital pediátrico pinareño se han operado tres casos similares: una niña de seis años con catarata infantil, un bebé de tres meses y más reciente el pequeño Eduandris, estos dos con catarata congénita.

Zabeisy Palomares Aguilera, especialista de Primer Grado en Oftalmología, refiere que las cataratas congénitas son tratadas con prioridad. Foto: Dorelys Canivell Canal.

 

La doctora explicó que al mes de la operación se hace una medición y se le colocan espejuelos o lentes de contacto para corregir ese cristalino que se quitó.

«Haciéndolo todo a tiempo, cada caso es uno, pero está descrito en los libros de Medicina que las cataratas monoculares tienen un pronóstico visual reservado, no así las que son binoculares, con un mejor pronóstico quirúrgico», refiere Palomares Aguilera.

No obstante, aclara, una parte importante del resultado recae en el proceso de recuperación, por ello es esencial el papel de la familia y su vínculo directo con el médico.

Entre 30 y 40 niños son atendidos diariamente en la consulta de Oftalmología de este Pediátrico. La mayoría llega hasta ella con patologías asociadas a estrabismos, defectos refractivos como miopía, hipermetropía, astigmatismo, obstrucción de vías lagrimales y conjuntivitis alérgica.

No obstante, señala la doctora, lo más priorizado dentro de la oftalmología pediátrica son las cataratas, aunque también se hacen cirugías de estrabismos, obstrucción de vías lagrimales y tumores de párpados.

El caso de Eduandris es especial, sobre todo, por la edad del pequeño, aunque aclara la doctora que en años anteriores han sido intervenidos otros menores, entre las tres y seis semanas de nacidos.

Ahora solo resta esperar y apostar por un proceso de rehabilitación visual cuyo fin es que el paciente logre ver lo mejor posible.

En ello confían sus padres Boloy Tamayo y Miriam Velázquez La Rosa. En ello y en la calidad de la Medicina, demostrada en la entrega sin reparos aquí para atender a un niño.

Luego de la operación, el pequeño Eduandris Boloy Velázquez junto a sus padres. Cortesía de la familia.

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