Herencia letrada para los hombres futuros Como agasajo por el Día del Bibliotecario cubano Autor: Cortesía del entrevistado. Publicado: 06/06/2024 | 10:52 pm
Entre los vastos perfiles profesionales que confluyen en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM), ninguno resulta tan decisivo para la perdurabilidad de las colecciones patrimoniales como la conservación documental. Sin menospreciar otras aristas troncales de la práctica bibliotecológica —la catalogación, el desarrollo de colecciones, los estudios histórico-bibliográficos, el servicio de referencias y la digitalización—, los restauradores son los héroes anónimos y decisivos en la batalla por sistematizar el registro antropológico del pasado. Ha sido por tanto un notable regocijo haber interactuado durante más de un lustro de trabajo en la BNCJM con Osdiel Ramírez Vila, cuyo saber enciclopédico solo es equiparable con sus empeños quijotescos por recuperar nuestra herencia como seres sensibles, actuantes y pensantes.
Apartado de ciertos estereotipos que han prevalecido sobre la vida profesional de los bibliotecarios, Osdiel Ramírez ha asumido todo el compromiso cultural, académico y comunitario que implica satisfacer la demanda informativa de los usuarios. Además de la especialidad en conservación patrimonial adquirida en la Universidad de las Artes; sus diagnósticos eruditos sobre las encuadernaciones antiguas y sus décadas de aportes en el Departamento de Conservación y Digitalización de la BNCJM, Osdiel se ha consagrado con particular fervor a la gestión de conferencias, posgrados, seminarios y eventos científicos.
Además del olvido —la aspiración secreta de las voces menores de la Literatura, según una afirmación de Jorge Luis Borges—, existen otros riesgos de la desmemoria que ha tenido que enfrentar la civilización humana: las catástrofes naturales, el pillaje, la deslocalización de las obras maestras, y el inevitable deterioro de archivos, colecciones etnográficas y obras de arte. Por lo tanto, su contribución continúa siendo admirada por sus pares curadores, restauradores, museólogos investigadores, pedagogos, coleccionistas; conscientes de cuánto le debe la cultura nacional a quienes salvaguardan las fuentes primarias del saber para los sujetos inquisitivos del porvenir.
—¿Qué importancia le confiere a la salvaguarda permanente de la memoria documental?
—Los humanos hemos tenido la tendencia a proteger y conservar lo que por diversos motivos nos ha sido valioso, pero esta ha sufrido una serie de trasformaciones a lo largo de la historia, determinado por el avance del concepto de propiedad, así como de los distintos significados mágicos, religiosos, culturales y políticos atribuidos a sus producciones y pertenencias, lo que ha dado un sentido y alcance diferente, según el momento histórico y sus circunstancias a ese interés conservador.
«Todo esto conservado por los humanos lo vamos a entender como documentos bibliográficos y hoy son patrimonio cultural. Por lo tanto, la importancia de la memoria documental tiene un peso fundamental en cómo conservemos esos materiales».
—¿Qué responsabilidad ocupa el personal bibliotecológico en la protección de la memoria histórica?
—El patrimonio bibliográfico que atesora la BNCJM representa una prioridad desde el trabajo de educación que se realizar con trabajadores y usuarios, para la comprensión de que la conservación de todo el acervo atesorado en esta emblemática institución de la cultura; es un acto de respeto y amor.
«La preservación representa la satisfacción en el momento de dar un servicio; tradicional o digital, ya que gracias a tener fondos protegidos se hace posible la transmisión de los conocimientos a los nuevos soportes digitales.
«Para estos tiempos los bibliotecarios, conservadores o no, pero trabajadores de la información, son los encargados de todos los procesos. Es decir, es muy importante la cultura de esta ciencia para entender el día a día de especialistas que hacen de lo imposible algo posible, la salvaguarda de lo que se tiene atesorado.
«La importancia de la preservación del patrimonio documental es vital; esta especialidad no intenta reparar el perjuicio, sino retardarlo, evitar que el tiempo, y demás factores acrecienten el daño sobre el documento. Para la biblioteca u otro centro que atesore fondos documentales la conservación tiene un rol predominante.
«El documento es valioso, importante, y la forma en que se conserve este es importante para el trabajo bibliotecario. La inversión en conservación se hace para resguardar la memoria de la sociedad, es cultura y dentro de ella el patrimonio documental le proporciona un sentido a la vida no solo de los bibliotecarios, sino de las personas que se acercan a estas instituciones».
—¿Cómo el conservador puede mitigar el daño causado a los materiales bibliográficos por las condiciones naturales de almacenamiento?
—Un fondo sin ningún tipo de protección supone siempre un problema de conservación; el deterioro del soporte celulósico afecta dos conceptos del papel como soporte del patrimonio documental, la durabilidad —grado de resistencia necesario para mantener un alto nivel de manipulación con un bajo deterioro—, y la permanencia; es decir, el grado de estabilidad química que propicie un lento deterioro con el tiempo.
«Solo identificando las causas del deterioro interno o externo no se contribuye a la salvaguarda de un fondo, sino que se debe determinar y actuar para detener el riesgo teniendo en cuenta el estado actual de conservación de la colección que se trabaja. La experiencia demuestra que es fundamental un diagnóstico en el que se describen formalmente y comunican la interrelación de un conjunto complejo de factores que dañan un fondo, pero la preservación solo llega a ser exitosa, cuando después de la comprensión de los datos se logra un resultado para su rescate y también se predice cómo disminuir más daños a través de los años».
—¿Qué particularidad representa para el restaurador el trabajo con los fondos personales?
—El fondo personal tiene mucho de la forma e interés coleccionista de su dueño o la figura de la cultura que lo ha creado, porque puede contener su obra; puede tener materiales recopilados por interés de esa persona; y lo personal o más íntimo que representa a esa figura o su familia. Por lo tanto, estos fondos, en primer lugar, nos hablan de la persona, su vida, sus intereses, y del intelectual o la personalidad que fue en vida.
«De igual forma para entenderlos y comprender esa vida depende del respeto en el momento de realizar su conservación preventiva, respetando sus características y dándole valor a la autenticidad con que fue creado. Ejemplo, en estos fondos personales mucho de lo que puede ser no conservativo a la mirada del conocedor, pasa a ser valor histórico o valor de memoria, puede ser una costura mal realizada, pero costura realizada por su autor para unir un manuscrito, forma de ordenar sus documentos, en la BNCJM lo tenemos en los fondos de Dulce María Loynaz, Julián del Casal, Lezama Lima, Jaime Sarusky, entre otros.
«Es importante comprender que esto es algo novedoso para la bibliotecología en la BNCJM, porque la vieja escuela de conservación no entendía la suma de objetos documentales como un fondo único, sino que se separaban por las distintas áreas de la institución. Hoy ya se mantienen unidos, como fondos personales, y el mayor beneficiado es el usuario, que logra tener un servicio completo, integral de la figura, no solo de su obra escrita, sino que obtiene una parte de su vida personal»
—¿Cómo valora el trabajo investigativo dentro de la práctica de la conservación?
—El restaurador debe tener sólido interés por la investigación para entender las condiciones ambientales de los fondos y la institución, los materiales que componen el objeto a tratar, los materiales a emplear en la intervención, la historia de vida del documento como tal, la figura o coleccionista a la que perteneció, si será expuesto, etc. Es decir, que son numerosos los datos de la investigación que deben tenerse en cuenta para no adulterar la historia del objeto o la colección. Para decirlo en una idea general: la investigación es el respaldo con el que se cuenta para no cambiar la historia de un documento restaurado.