Es una guerra y como tal se comporta. No habrá un empate en su resultado para dos bandos ganadores, sino solo uno victorioso: el del decoro y el humanismo, o el de la estupidez y la mercantilización.
El hecho que Randy ha analizado en dos artículos en Cubadebate es también una representación vulgar y demasiado soez de ejemplificar cómo se lleva a cabo esta guerra de símbolos capitalistas, mercantiles, colonizadores de nuestra imaginación y nuestras mentes.
Pero es apenas, una de las tantas aristas desde las cuales el capitalismo y sus intelectuales orgánicos (con el perdón de aplicarles semejante belleza conceptual, a tan deleznable incidente y sus ejecutores) reproducen la incultura del mal gusto, de la violencia social, del mal ejemplo convertido en referente para algunos. Pero tiene para todos los «gustos». Diversifica sus producciones para que no quede persona en este planeta sin ser alcanzada por algún objeto hecho a nuestra medida y así, poco a poco, ir reformando nuestra subjetividad. Para que nuestros deseos, necesidades, hábitos y aspiraciones ya solo tengan cabida y satisfacción por la senda de las mercancías y sus cosas.
¿Cómo vamos nosotros en esta lucha? ¿Cómo nos estamos defendiendo en la batalla de ideas, en la guerra cultural de un sistema hegemónico mundial contra todos, y específicamente contra Cuba, que se levanta todos los días como ejemplo vivo de contrahegemonía al sistema imperante?
¿Cómo nos defendemos, pero sobre todo, cómo estamos «atacando» este sinfín de objetos que el mercado capitalista multiplica para ampliarse y fortalecerse él, reduciéndonos y simplificándonos a nosotros? ¿Y si ante tan despreciable hecho ocurrido en la capital, la respuesta popular hubiera sido otra? Sin embargo, para nuestra tristeza como pueblo, no lo fue.
¿Quiénes respondieron al llamado del dinero? ¿Cómo lo hicieron? ¿Por qué? ¿Cómo vamos a interpretarlo, para aprender de ello y sabernos movilizar en función de la formación y reproducción de valores afines a la decencia, la educación cívica, la dignidad humana?
Ellos nos lanzaron espejitos (como los primeros colonizadores) y nosotros les entregamos el oro (como nuestros antepasados). Solo que hoy los espejitos tienen forma de dinero, y el oro que dimos se lleva en esencia nuestra identidad y decoro.
Coincidencias: por estos días están de aniversario los instructores de arte. «Valientes abanderados de la cultura y del humanismo» como los nombró Fidel hacia 2004. Los que —entre otros— tanta falta nos hacen para intensificar nuestro trabajo desde las comunidades, a través del arte y la cultura. Esta sigue siendo una batalla de ideas, de símbolos, de sentidos, y sobre todo: de supervivencia. (Tomado de Cubadebate)