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La bandera de Martí

Un pequeño estandarte, como el que se guarda en el Museo Provincial de Historia de Ciego de Ávila, puede abrir muchas preguntas

 

Autor:

Luis Raúl Vázquez Muñoz

CIEGO DE ÁVILA.— Entre tantos objetos, pudiera pasar inadvertida o quizá solo recibiría una mirada. A su alrededor hay machetes collins y paraguayos, usados por los mambises en las guerras de independencia.

Están los revólveres portados por los coroneles Nicolás Hernández Moreno (el Tocayo) y Simón Reyes, el Águila de la Trocha, quienes se destacaron por la zona de Ciego de Ávila.

Hay una inmensa maqueta de la Trocha Militar de Júcaro a Morón y también una colección de fusiles de época (maúseres, springfields, remingtons, es posible que algún peabody y winchesters), y que ayudarían a poner a volar la imaginación.

Pero al conocer sus orígenes, más por estos días, la pieza invita a la reverencia. Ella (humilde, pequeña, marcada por el tiempo) estuvo, nada más y nada menos, que en las manos sagradas de José Martí.

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En el Museo Provincial de Historia Coronel Simón Reyes Hernández se atesora una bandera cubana que fue sostenida por Martí.

«La información recogida en su momento indica que el Apóstol entregó la bandera al patriota santiaguero Emilio Gordillo Romero», explica José Luis León Hidalgo, museólogo del Museo Provincial.

De acuerdo con la documentación, la hija del veterano, María Emilia Gordillo, hizo la entrega el 2 de agosto de 1990, momento en el cual declaró que la enseña era una reliquia familiar, pues el Héroe Nacional de Cuba se la entregó a su padre en señal de reconocimiento por los vínculos de Emilio con el Partido Revolucionario Cubano (PRC), la organización política creada por Martí para unir a los cubanos en la organización de la guerra de 1895.

Otros datos aportados por la señora indican a Estados Unidos como el lugar de origen. Se consigna, además, que al momento de recibirse la donación no pudieron tomarse las medidas reales por el nivel de deterioro.

«No obstante hay elementos para pensar la vida cotidiana y las costumbres de los independentistas», apunta León.

A primera vista, señala, se observa que la bandera no se cosió porque no muestra evidencias de surcido. Esta parece que se confeccionó a través de un método de estampado en tela, lo que hace suponer una producción en serie.

Otro detalle es su tamaño. Pese a no conocerse sus medidas originales, la dimensión de las figuras que conforman la enseña indican que esta no era de gran tamaño.

«No es una banderita —aclara el especialista—, pero tampoco se muestra como un gran estandarte. Esto hace pensar en un tipo de pieza diseñada para decorar. Se conoce que las actividades públicas de los clubes revolucionarios en Estados Unidos se daban en espacios para representaciones o encuentros sociales, y esos locales se podían engalanar con escarapelas, banderas, cintas y otros tipos de objetos para acentuar el mensaje y el ambiente independentista.

«Una bandera como la que tenemos en el Museo, la cual posiblemente rondó los 60 centímetros de largo, se pudiera haber usado para esos fines. Pero también podía reservarse para momentos especiales, como el reconocimiento a una persona.

«Esto apunta a la fuerza que tenía lo simbólico dentro de las relaciones personales de los independentistas. Fíjese, no era un cheque o una pieza de valor material lo que se entregó a Emilio Gordillo Romero, sino un objeto con una profunda carga de significados, acentuados por el momento y la persona que hizo la entrega».

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El propio Martí guardaba una profunda veneración por los objetos simbólicos, y era muy consciente de la fuerza moral que podían aportar en una contienda libertadora.

Entre los tantos ejemplos, se encuentra la escarapela de Carlos Manuel de Céspedes portada por el Apóstol al morir en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895.

Esa pieza, Céspedes se la entregó a su secretario y ayudante, el coronel Fernando Figueredo Socarrás cuando fue destituido en su cargo de presidente de la República de Cuba en Armas por la Cámara de Representantes el 27 de octubre de 1873. Posteriormente, el militar se la regaló a Martí en los días en que este organizaba su retorno a Cuba para incorporarse a la Guerra Necesaria.

«La bandera es de los objetos, personas, menciones y hechos que vinculan a José Martí con Ciego de Ávila», señala el investigador José Martín Suárez. Las menciones a la provincia avileña por parte del Apóstol son escasas, pero no por ello dejan de ser significativas y dignas de profundizar».

Expresa el historiador que el Héroe de Dos Ríos mencionó a Ciego de Ávila al referirse a los hermanos La Hera, ambos veteranos; a la Trocha Militar de Júcaro a Morón y a Alejandro Suero Balbín, comerciante español, que llegó a ser alcalde del pueblo y tuvo un papel destacado en la atención a las víctimas del ciclón de 1885.

«Suero Balbín —dice Martín Suárez— fue expulsado por el capitán general Valeriano Weyler por sus vínculos con los independentistas cubanos. ¿A qué nivel llegaban esas relaciones? ¿Qué motivó la mención de Martí en sus apuntes? ¿Por qué Weyler lo expulsó a pesar de ser español y una personalidad en la comarca? Las respuestas darían mucha información relevante».

Ya en el plano familiar, el vínculo avileño con el Apóstol se aprecia en las visitas realizadas por su hijo José Francisco Martí Zayas-Bazán a distintas localidades de la provincia.

El Ismaelillo, como se le conocía, estuvo en 1906 en Ciego de Ávila, donde la Sociedad La Gloria le rindió homenaje. Después estuvo en otras ocasiones y la última se registró durante un recorrido de activismo político en la localidad de Majagua.

«Lo importante —precisa José Martín Suárez— es profundizar en la historia. Por eso, objetos como la bandera tocada por Martí son una invitación a recorrer un pasado apasionante y que puede descubrirnos muchas cosas, y más en este año de recordación».

El investigador José Luis León Hidalgo revisa los documentos de la enseña entregada por el Apóstol al patriota Emilio Gordillo Romero.

 Para el historiador José Martín Suárez resulta necesario adentrarse en el pasado contenido en los objetos relacionados con los independentistas cubanos. Fotos: Luis Raúl Vázquez Muñoz

José Martí, al centro, rodeado de los tabaqueros de la fábrica El Príncipe de Gales. A su lado, el general Serafín Sánchez Valdivia.

 

 

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