Esta joven espirituana cambió su atuendo de payasita por el de verde para laborar en una zona roja. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 02/12/2021 | 12:24 pm
SANCTI SPÍRITUS.— El ir y venir como hormigas locas detrás del telón, era un goce. Ni tan siquiera le perturbaba qué encontraría del otro lado de la gran tela roja. Esperaba con ansiedad que los aplausos la hicieran crecerse, a pesar de su pequeño tamaño.
«Tenía cuatro años cuando llegué al teatro —recuerda Lil Laura Castillo Rodríguez, y en su voz cabalga la nostalgia–. Fuimos por mucho tiempo el Payaso y la niña. Mi papá, Juan Modesto Castillo, Tato Zapato para muchas generaciones, es desde entonces mi maestro en la escena».
Regresa a aquel día en que entre bastidores repasó de memoria lo que debía hacer, mientras otros participantes del evento Centro moda infantil corrían de un lado hacia el otro para que la propuesta no perdiera el ritmo.
«Presentaríamos una variedad de payasos y al salir tropezamos y nos caímos. Como con solo mirarnos sabíamos lo que seguía, para el público aquello fue una broma y los aplausos llovieron. Nosotros continuamos como si nada pasara. Al terminar me di cuenta de que mi rodilla sangraba. Aprendí que, si logras resarcir con naturalidad el más mínimo error, nadie o pocas personas se percatan».
Fue así que, espectáculo a espectáculo, nació Lily Alelí, su personaje insigne. Desde julio de 1999, la eterna niña con nariz roja, a semejanza de la carismática pequeña de cuatro años que hizo suyas las tablas, asombra a quienes dialogan con ella desde la escena.
«Su primera vez fue en Espacio juglaresco, un evento con carácter nacional que tuvo lugar en Sancti Spíritus. Desde entonces va conmigo a todos los lugares».
Ha pasado tiempo y Lil Laura no olvida las horas de ensayo para los números de telepatía, las poesías para declamar, las canciones y bailes… En casa, la familia toda se ponía a su disposición: «Nunca me negué. No me daba pena. No hubo matutino o actividad de la que me pudiera escapar».
Ya en secundaria básica —rememora—, escuchó hablar de la otrora Escuela Profesional de Arte Samuel Feijóo, de Villa Clara. Unas cuantas personas la impulsaron a someterse a pruebas de aptitud. Con su naturalidad sobre el escenario y tantas experiencias, parecía un paso más en su vida.
«Pero no aprobé, y fue cuando me decidí por la Escuela de Instructores de Arte. Estuve primero en la de Villa Clara, por falta de capacidades en la nuestra, pero egresé en la Vladislav Volkov, de Sancti Spíritus».
Cuatro años que permanecen con los pies firmes: Teoría en el aula y la tan anhelada práctica en el proyecto Insombras, dirigido por el reconocido director de teatro espirituano Laudel de Jesús, entonces profesor del centro.
«Ahí construí el personaje más difícil hasta este momento de mi carrera. El montaje de El festín durante la peste, de Pushkin, fue una escuela. La presentamos en varios certámenes, como en los festivales de teatro aficionados Olga Alonso y Por los Caminos de Cañambrú.
«Interpretar obras dramáticas es el anhelo de todo artista escénico, pero te confieso que para mí siempre es un reto manipular títeres. Lograr el control, las miradas, llevarle mi sentir a ese objeto que necesita cobrar vida resulta un desafío».
Con el título en mano y alejada un tiempo del mundo de las tablas por el nacimiento de sus dos hijos y la culminación de la Licenciatura en Comunicación Social, Lil Laura Castillo Rodríguez experimentó sus saberes como instructora de arte en las enseñanzas técnica, especial y primaria.
«De todas tengo muy buenos recuerdos, pero prefiero el trabajo con los más pequeños. En la primaria Carlos Manuel Loyarte, ubicada en la zona norte de la urbe espirituana, conduzco el proyecto sociocultural Jugar jugando.
«Hemos logrado, mediante todas las manifestaciones, estimular a los estudiantes por el fascinante mundo artístico. No solo nos presentamos en el plantel, sino que lo hacemos en la comunidad. Cuando regresemos, estamos conscientes de que tendremos que volver a hacer diagnósticos, porque la pandemia nos ha cambiado. Pero el arte nos ayudará a desestresarnos».
Por tanta entrega, en su currículo se guardan lauros y reconocimientos: Premio por Los traviesos del humor en la Fiesta del teatro, 2010; y en 2020 el galardón a la mejor puesta en escena por Cuentos de primavera. Durante tres ediciones consecutivas representó a Sancti Spíritus en el Concurso Nacional Escaramujo, y cuando sus rutinas parecían haber tomado un respiro por la COVID-19, cumplió en la zona roja, por lo que recibió la condición Jóvenes por la Vida.
«Muchos de los que egresamos de la Escuela de Instructores de Arte sentimos la necesidad de hacer una carrera artística. Por eso en 2013 formé parte del otrora proyecto Piramidal, dirigido por mi papá, y desde 2019 integramos Teatro Garabato. En ambos grupos nos hemos especializado en el clown, aunque tenemos un amplio repertorio».
Los espectáculos en su sede frente al parque Serafín Sánchez, o en escenarios improvisados como la Casa del joven creador (donde la peña Saludarte atraía las sonrisas infantiles antes de que el contexto epidemiológico se complicara), y ahora en los vacunatorios, confirma el trabajo sostenido del grupo, liderado por José Meneses.
—¿Cómo llegas a la vicepresidencia de la filial espirituana de la Asociación Hermanos Saíz (AHS)?
—Fue en 2018, en el mismo año en que ingresé. Ha sido una experiencia que me ha hecho madurar y aprender a ponerme en los zapatos de los otros artistas. Duele muchísimo cuando no se recibe todo el apoyo a la hora de hacer un evento o cuando un creador es incomprendido.
«Hoy podemos decir con orgullo que logramos que Dador Teatro, en Trinidad, ya tenga su sede, y la Casa del joven creador, en Sancti Spíritus, ha cambiado su imagen y confort. Además, tenemos listos los expedientes de varios artistas escénicos para el proceso de profesionalización y a la Casa del Joven creador de la ciudad Museo del Caribe ya casi se le devuelve su belleza colonial… Pero tenemos como deuda lograr que la AHS en Sancti Spíritus estremezca nuestra vida sociocultural: eso nos corresponde a sus líderes y al resto de la membresía».
En casa, Lil Laura Castillo Rodríguez aguarda porque cesen los vientos de más de un vendaval sentimental que han azotado a su familia. Sabe que encontrará en su refugio fiel las energías necesarias para seguir robándose el cariño y respeto de su público.
«Extraño demasiado el teatro… ¡Pero estará siempre!».
Por su labor como instructora de arte en la escuela primaria Carlos Manuel Loyarte lidera el proyecto sociocultural Jugar jugando.
Junto a su padre, el actor Juan Modesto Castillo, se le ve con frecuencia en escenarios espirituanos y de otras provincias.
Desde el año 2011, el personaje Lily Alelí acompaña a los públicos espirituanos.
Lil Laura Castillo Rodríguez es vicepresidenta de la filial espirituana de la Asociación Hermanos Saíz, (AHS), desde el 2018.