Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Con los pulmones y la vida, levantar la Patria

Este 20 de octubre saldaremos una deuda en la recapitulación de aquel hermoso episodio: a las 8:00 a.m., coincidiendo con la evocación de Bayamo, el país entero entonará el Himno, el de Perucho, el del Ejército Libertador, el de todos nosotros

Autor:

Osviel Castro Medel

De todas las narraciones que se nos bombean en el alma hay una hermosamente especial: la de un guerrero entrando al centro de la plaza con su caballo, que soltaba «sangre por los ijares y espuma por la boca», para luego estremecer a una ciudad-país con la revelación de un himno de fuegos.

 Aún hoy, a 152 años de aquel volcán en Bayamo, parecen iluminarse de pasión los ojos de Perucho escribiendo con un pie cruzado sobre su corcel, mientras la multitud clama a gritos una letra que traspasaría los tiempos.

Poco importa ahora mismo si fue sobre una montura, llena de pólvora de la batalla recién ganada, que aquel patriota de lentes octagonales compuso La Bayamesa —hoy inmortal— o si la escribió antes, como hace suponer la lógica, en los fragores conspirativos contra España.

En definitiva, el nacimiento de aquel 20 de octubre de 1868 sobrepasó el contexto de un coro colectivo cantando palabras de clarín, muerte gloriosa y bayameses sin miedo.

 ¡Cuánto se habrán inflamado las venas del cuello y del cuerpo todo entonando a voz rajada, a pecho y cielo  abiertos la hermosa marcha guerrera, tan solo diez días después de haberle avisado al mundo que queríamos ser nación verdadera y no almohada para sueños de amos foráneos!

 Ese día, zafados por vez primera los grilletes del brazo de hierro español, derribado el cartel de Plaza Isabel II y  cambiado por el de Plaza de la Revolución, emergió un símbolo con muchísimos costados sagrados, que comienzan por el concepto de libertad suprema, uno que deberíamos cuidar como nuestros ojos mismos.

Ese día, convertida Bayamo en algarabía mambisa después de la fiesta del machete, ondeando la bandera en manos de Canducha —la hija del compositor-libertador—, empezó a tejerse el sueño de una Cuba de todos.

Este 20 de octubre saldaremos una deuda en la recapitulación de aquel hermoso episodio: a las 8:00 a.m., coincidiendo con la evocación de Bayamo, el país entero entonará el Himno, el de Perucho, el del Ejército Libertador, el de todos nosotros.

En las redes sociales, lo acompañaremos con las imágenes de la bandera de Céspedes y la enseña nacional, con Perucho cabalgando hasta nuestros días, con nuestras mezclas de colores, con la proyección de otros emblemas supremos.

Tendríamos que cantarlo como entonces: con los pulmones y la vida, con el latido de los que nos enseñaron cuánta sangre ha costado levantar la Patria.

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