El Doctor en Ciencias Técnicas Uliser Vecino Roldán destaca las ventajas del encadenamiento productivo en el desarrollo local. Autor: Roberto Díaz Martorell Publicado: 01/10/2020 | 08:09 pm
NUEVA GERONA, Isla de la Juventud.— Encadenar los procesos productivos en Cuba a partir de la integración de todos los actores de la economía es una de las claves para asegurar el desarrollo de la nación y lograr la ansiada autonomía, como respuesta local al efecto del bloqueo económico y financiero que le impone Estados Unidos.
Para conocer cómo se desarrolla ese proceso en Isla de la Juventud, JR dialogó con el Doctor en Ciencias Técnicas Uliser Vecino Roldán, profesor auxiliar de la Universidad pinera.
—¿Cómo se conceptualiza el encadenamiento productivo en el contexto económico-social de la Isla de la Juventud?
—Nuestro país transformó las políticas de Ciencia y Tecnología para incorporar la innovación como elemento fundamental en el proceso de desarrollo económico, y llamó a los gobiernos locales a liderar esa estrategia y promover encadenamientos productivos. Así se garantiza la organización, regulación y funcionamiento planificado de los procesos para superar gradualmente el bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, mejorar la productividad y desarrollar la gestión del conocimiento.
—¿Existen condiciones para implementarlo aquí con éxito?
—Considero que sí. Primero, porque la doble insularidad nos urge buscar estrategias permanentes para el desarrollo local, que en muchas ocasiones se ve limitado por la compleja situación de transportación marítima, a lo que se suma que más del 50 por ciento de las empresas tienen subordinación nacional, nuestros suelos son de preferencia para cultivos de la familia de las cucurbitáceas (melón, calabaza, pepino…), y como no poseemos centrales azucareros potenciar la alimentación animal es todo un reto.
«Sin embargo, ya desde 2012 contamos con tres programas para catalizar el desarrollo económico pinero: el Programa de Desarrollo Territorial, el de Desarrollo Agropecuario y un experimento de integración de la Educación Superior, cuya aplicación demostró que la velocidad del cambio para impactar en el desarrollo local no lo impone la escasez de recursos, sino elementos organizacionales y de gestión.
«Se pueden potenciar muchos productos estrella a partir de nichos ecológicos, productivos y de la cultura local: la ganadería, la explotación forestal, la minería (arena sílice, mármol, oro, turba y caolín), el turismo (ecológico y de sol y playa), la apicultura, la pesca, la recreación en los 14 embalses, el deporte, las aguas minero-medicinales… También podemos ser líderes en algunos cultivos, el cítrico y otros frutales, y tenemos un gran potencial profesional.
«Se visualizan nichos para lograr encadenamientos mediante la utilización de productos generados por empresas como la del mármol, materiales de la construcción y la de materias primas. Por ejemplo, se pueden elaborar losas atrapaluz empleando residuos del procesamiento de minerales naturales y polvo de vidrio. Otra alternativa es la utilización de la piedra carbón, residuo del procesamiento del caolín, como filtro de agua en hidropónicos y para mejorar sustratos en organopónicos.
«Existe un proyecto para lograr una variante de la Agromena, un producto útil para la fertilización mineral, que hoy se compra fuera del municipio y se puede producir aquí a partir de minerales naturales del territorio. Para ello se hace necesario generar encadenamientos entre las empresas de Materiales de la Construcción, la Geominera y la Agroindustrial, el Citma y la Universidad.
—¿Qué ralentiza entonces el desarrollo local?
—Los análisis de la máxima dirección del país son aplicables al contexto de la Isla de la Juventud: existen elementos subjetivos que influyen significativamente en el impacto económico previsto a mediano y corto plazos.
«Desde la academia hemos evaluado que aún persiste una limitada institucionalidad del Programa de Desarrollo Integral y prevalece la doble agenda organizacional, planes formulados sin contemplar el entorno donde serán ejecutados y una cultura organizacional caracterizada por bajos niveles de coordinación y comunicación, concentrada en la realización de tareas y no en los procesos, los resultados o la eficacia; así como programas de cambio incompletos, sin incluir articulaciones con otros actores. Esos y otros elementos van más allá de cuestiones financieras y pueden ser solubles si se aplica adecuadamente la metodología de los procesos, bajo la máxima de pensar como país, como indicó nuestro Presidente Miguel Díaz-Canel».
—¿Cómo se involucra la Universidad y cuáles son los principales resultados y fracasos?
—Tras aplicarse de 2014 a 2019 el proyecto Arreglos productivos locales para el desarrollo del sector empresarial, se propició la aplicación de diagnósticos participativos en el sector agropecuario. Tomamos en consideración su objeto social y los criterios de los trabajadores para convocar la voluntad de todos los actores y contribuir a varios objetivos: autoabastecimiento alimentario en todos los surtidos posibles, demandas del turismo, ventas en divisa (para sustituir importaciones y generar exportaciones de productos tradicionales) y el aporte al balance alimentario nacional.
«Los principales resultados fueron fruto de un proceso de gestión a partir de revisar las líneas estratégicas de las políticas estatales aprobadas sobre la producción agropecuaria; el establecimiento de un sistema de gestión con organismos formadores para lograr mayor capacitación y captación de fuerza técnica y profesional; un sistema de gestión que contribuye al control de la propiedad y posesión de tierras y la jurisdicción en el municipio.
«Los mejores indicadores se apreciaron entre 2015 y 2017, cuando se institucionalizaron las ferias agropecuarias, con incrementos productivos expresados en viandas, hortalizas y granos y la producción de huevos y carne de cerdo, a partir de que la Isla de la Juventud se convirtió en un polígono experimental.
«Lo más importante, en nuestra consideración, fue que el sector empresarial y el académico reconocieran que la influencia del gobierno local puede fortalecer vínculos y articulaciones entre diversos actores; enriquecer los procesos de generación, difusión y utilización de conocimientos, e intensificar la dinámica productiva».
—¿Qué necesita la Isla de la Juventud para avanzar?
—El gobierno local, aunque ha aumentado su responsabilidad en cuanto al desarrollo (como consignan los Lineamientos de la Política Económica y Social), requiere un mayor impulso para fortalecer el municipio como instancia fundamental. Debe incrementar su autonomía a través de la solidificación de las bases económico-productivas y aprovechar mejor las potencialidades.
«Todavía los niveles de productividad y eficiencia son bajos, aun cuando se aplica ciencia, tecnología e innovación, porque es necesario adoptar nuevos patrones productivos, modelos gerenciales y de organización. Al territorio le urge desarrollar con eficacia la integración entre el sector estatal y otras formas de propiedad.
«Aunque quedan eslabones de la cadena que no han logrado fortalecerse o mantener sistematicidad, nuestro territorio está ahora en el camino correcto para avanzar en este proceso y lograr la soberanía alimentaria», aseveró Vecino Roldán.
Un encadenamiento eficiente garantizaría la satisfacción de buena parte de la demanda del pueblo en la Isla de la Juventud.