Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El «fuego» de los jóvenes

¿Son los pinos nuevos protagonistas o simples espectadores en nuestras cuadras? ¿Puede la mayor organización de masas del país ser más atractiva para la juventud? Estas y otras interrogantes ayudan a espolear el debate en vísperas del 28 de septiembre, fecha del 60 cumpleaños de los CDR

Autores:

Osviel Castro Medel
Monica Lezcano Lavandera
Dorelys Canivell Canal
Laura Brunet Portela

Es una teoría venenosa, echada a rodar hace años con toda intención: los jóvenes no quieren saber de cargos cederistas ni comprometerse con tareas del barrio.

Quienes la lanzaron al ruedo dentro y fuera de Cuba pretenden crear fracturas, desconectar a los más nuevos, magnificar ciertas apatías que aparecen en las cuadras y minimizar la importancia de la mayor organización del país —los Comités de Defensa de la Revolución (CDR)—, que cuentan con más de 8 millones de integrantes y este 28 de septiembre llega a 60 años.

Hay cuadras en las que, ciertamente, las responsabilidades de dirección y el empuje de las faenas no recae en las generaciones menores, sino en personas maduras, incluso en los veteranos.

Pero miles de ejemplos a lo largo del país demuestran que hay jóvenes implicados en el «fuego» del barrio, ese lugar donde se decide la vida del proyecto social cubano. Es un fuego intenso, que a veces conlleva incomprensiones y jamás una retribución material.

De cualquier modo, deberíamos prestar atención a las tendencias vinculadas con el desánimo y la dejadez, porque lo peor sería cerrar los ojos y decir que todo marcha viento en popa.

Reflejo de Cuba

Un dato de 2019 resulta revelador: más del 35 por ciento de los dirigentes de base de los CDR tenían menos de cuatro décadas de vida. Tal cifra demuestra que sí hay un compromiso de las generaciones más nuevas, aunque no en todas las zonas se concreta esa realidad.

«Hay lugares donde el ímpetu juvenil es grande y en otros sucede todo lo contrario», comenta Lisandra Pompa Rodríguez, de 27 años, quien desde los 16 ocupó diferentes cargos en su comité, luego a nivel de zona y hoy trabaja como cuadro profesional en la coordinación municipal de Buey Arriba, en la provincia de Granma.

Ella conoce cada palmo de la montaña porque anduvo a pie, a caballo o en mulo por la geografía de su municipio. Convenció a personas que parecían desligadas de los CDR, tuvo debates intensos, supo de problemas de ciudadanos de diversos grupos etarios. Ahora mismo admite que, en su paso por la organización, se ha topado a muchachos apáticos, pero esas actitudes casi siempre son copiadas de personas mayores.

Lisandra es una convencida del potencial de la juventud y opina que «solo hay que llegarle oportunamente, sin teques, con la verdad».

Desde los 16 años Lisandra Pompa Rodríguez, ahora con 27, ha estado inmersa en tareas cederistas.Fotos: Osviel Castro Medel

Esas posibilidades de los mozos las ilustró Gerardo Hernández Nordelo, coordinador nacional de los CDR, quien dialogó con Juventud Rebelde sobre ese y otros temas.

«Más de 23 000 personas menores de 36 años están hoy involucradas en los destacamentos juveniles de los CDR, participando en actividades prioritarias como la agricultura, la construcción de obras sociales, la atención a personas vulnerables, el enfrentamiento a la COVID-19 en centros de aislamiento, entre otras. No obstante, sabemos que la organización puede parecer lejana para una parte considerable de nuestra juventud, y debemos trabajar para que se sienta más motivada», expone.

El dirigente asegura que deben apoyarse las buenas iniciativas, las ganas de trabajar y la ruptura de esquemas, pues algunas maneras de hacer «ya no son funcionales». Y agrega que se ha invitado a la juventud a crear caminos propios de estos tiempos, en los que imperan las nuevas tecnologías y el uso de las redes sociales. «Ahí también tienen que estar los CDR, y ser reflejo de nuestra Cuba», enfatiza.

«El funcionamiento de la organización debe ser responsabilidad de todos aquellos que amen la nación. El peso de reavivarla no puede caer sobre la dirección nacional o las direcciones provinciales únicamente, pues como organización de masas nos debemos al pueblo, porque somos eso: el pueblo. Los CDR son cada cubano y cubana que aporta con su trabajo en los barrios en las tareas del país. Los CDR son los jóvenes que con ese ímpetu y creatividad pueden buscar nuevas alternativas para movilizar las cuadras. Son todas las acciones que por pequeñas que parezcan, ayudan al desarrollo comunitario y familiar», subraya.

Esos conceptos se entroncan de algún modo con los del cienfueguero de 33 primaveras Roberto Martínez García, quien considera que los imberbes tienen que asumir protagonismo en los CDR, organización que no puede verse como «la que solo convoca una fiesta esperando el 28 de septiembre».

«Debe preocuparse por la higiene comunal, por el agua de los vecinos, los grupos vulnerables, los casos de violencia doméstica, los jóvenes desempleados y la marginalidad existente en su entorno», expresa este residente en el consejo popular La Juanita, de la capital cienfueguera.

Por su parte, el granmense Yuniel Acosta Estrada, organizador de la zona 204 de Bayamo, ubicada en El Ingenito, cerca de El Horno, estima que hay incontables maneras de motivar a los pinos nuevos, pero en muchas ocasiones se impone la rutina.

Yuniel Acosta Estrada considera que existen muchas maneras para motivar a los jóvenes. Fotos: Osviel Castro Medel

«En nuestra zona hemos logrado la armonía y el colectivismo, que son fundamentales para que los CDR funcionen. Antes había un mito: que los jóvenes no querían donar sangre. Sin embargo, hicimos un trabajo de convencimiento, explicamos la importancia de un acto tan humanista y enseguida diez de ellos, que jamás habían donado, dieron el paso al frente», cuenta este profesor universitario de 35 años.

Por cierto, ese es uno de los empeños más nobles de la organización, como bien dice Gerardo Hernández Nordelo. Esas donaciones, informó en la entrevista con JR, ayudaron a realizar en Cuba en 2019 más de 1 200 000 cirugías.

Si no hay semillas...

¿Cómo podemos pedirle entusiasmo cederista a la juventud cuando los mayores se muestran indiferentes? Si no existe el llevado y traído ejemplo, difícilmente se logrará convocar a los bisoños.

Por suerte, siempre encontraremos historias de muchachos que llegaron a dirigir en la organización gracias a las semillas que plantaron sus antecesores.

Eso lo saben bien Osbel Benítez Polo (28 años), organizador de la zona 32 en Pinar del Río, y el cienfueguero de 35 abriles Euclides Galán Moncada.

El primero refiere que llegó a los CDR por la familia, pues su abuela era de las más entusiastas de la cuadra y mereció las distinciones 28 de Septiembre y Por la defensa y unidad del barrio.

«De pequeño salía con ella a las reuniones y hasta a recoger a personas para evacuarlas por los ciclones. Eso me trajo el amor por los CDR. Mi madre fue cuadro profesional durante 16 años. Andaba siempre con mi hermano y conmigo en las reuniones, en las donaciones de sangre, en fin, éramos unos cederistas más».

Él narra con orgullo que cuando «fui jefe del destacamento provincial hicimos varias actividades con los cederistas que no tenían casas en buen estado; realizamos acampadas y tareas productivas. Muchos de los que me acompañaron en ese momento siguen siendo dirigentes de base y ese es un logro innegable».

Por su parte, Euclides Galán, quien se prepara como cuadro de la dirección provincial de la organización, relata que creció escuchando a su mamá hablar de los CDR, «la vi preparar actividades, preocuparse por los vecinos y exigir los deberes de cada uno con la sociedad».

Para el cienfueguero Euclides Galán Moncada, el CDR debe ser como una casa grande. Foto: Laura Brunet Portela

Los dos son líderes en sus respectivos barrios, pero no por eso dejan de reconocer las lagunas que tienen los comités.

«Todavía hay mal funcionamiento, trabajo ineficiente por parte de algunos cuadros, y falta llegar a la base con más fuerza. Si no se trabaja con los jóvenes no hay continuidad posible. Esa es la mayor dificultad que tenemos», opina Galán Moncada.

En tanto, Osbel entiende que la organización no es una consigna y está necesitada de más brío. «Hay incomprensiones en algunos, falta de participación en otros» y hasta expresiones bien críticas con los CDR. «Solo trabajando se modifica eso», asevera.

Luces en el destacamento

Los pinareños Alejandro Bosmenier León y Leidys Peraza Rodríguez, y la cienfueguera Yadelí Cancio Gómez son integrantes de destacamentos juveniles 60 Aniversario de los CDR, en los que se han sentido muy útiles.

Con apenas 17 abriles Alejandro Bosmenier León participó en un destacamento juvenil 60 Aniversario. Foto: Cortesía del entrevistado

El primero vive en Viñales y apenas tiene 17 años. Siente satisfacción por ser parte de este proyecto y de haber visto cómo ha ido mejorando el vínculo de los CDR con las organizaciones estudiantiles, como la Feem y la Feu.

Es partidario de que el 60 cumpleaños de los Comités de Defensa de la Revolución, puede constituir un punto de partida para lograr que los mozos se sumen y «no siga como un estereotipo de que los CDR son solo para los más adultos del barrio».

Leidys, quien reside en el municipio de La Palma, cree a sus 26 años que el destacamento la ha ayudado a ganar en responsabilidad y a entender mejor los procesos vinculados con la organización.

«El mayor desafío de los CDR está en lograr atraer a las nuevas generaciones, y eso incluye pensar actividades para ellas. Muchas veces se toman decisiones sin consultar a los jóvenes y aunque sean los de más experiencia quienes lleven las riendas de la organización, sería magnífico que contaran con el acompañamiento nuestro», alega.

Yadelí habla con sana presunción de su experiencia cuando, en abril, 22 manzanas del consejo popular Tulipán, de la cabecera provincial, fueron cerradas después de la confirmación de tres personas enfermas con la COVID-19. Entonces muchos tuvieron que ir al aislamiento. «Pero los que estábamos fuera ayudamos para que ellos estuvieran tranquilos, velamos por sus bienes, sus hogares. Fue una modesta contribución desde los CDR», rememora.

Su integración al destacamento le ha espoleado el ánimo y también la ha llevado a analizar con realismo la cotidianidad. «Hay cuadras poco activas, en las que existe un ejecutivo solo de manera formal, eso preocupa en tiempos en que la máxima dirección del país ha ratificado al barrio como un eslabón importante para preservar la tranquilidad ciudadana, pero nos queda el deseo de seguir transformando esa realidad», dice esta joven de 34 años.

Epílogo

Alguien escribió una vez que no hay nada peor que no ser de ningún barrio. En él nacen incontables sueños, el coro improvisado o el juego de nuestros hijos, el dominó, el abrazo entre vecinos, nuestra proyección ante la vida.

En reciente recorrido por la provincia de Sancti Spíritus, Gerardo reconoció el trabajo que realizan los jóvenes y niños que en cualquier parte se suman a las labores de la organización. Foto: Vicente Brito/Periódico Escambray

Por eso, los CDR, como sentencia Gerardo Hernández Nordelo, deben luchar por convertirlo en un lugar mejor, donde se promueva la cultura, la hermandad, el civismo, los valores y el amor.

La batalla es la misma,pero con métodos diferentes

Desde el barrio mucho puede hacerse  por el bien colectivo. Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez

Algunas consideraciones del coordinador nacional de los CDR, Gerardo Hernández Nordelo:

  • Defender la Revolución desde las comunidades sigue siendo tan necesario como en aquellos años en que al país le enfilaron los cañones porque no concebían la idea de que una islita pequeña fuera libre e independiente.
  • Lograr que los más de 138 000 comités que tenemos en el país funcionen en correspondencia con las necesidades actuales es un reto, sobre todo en estos momentos en que han cambiado los modos de hacer.
  • Los CDR deben reinventar sus métodos para acercarse más a las necesidades reales de las personas.
  • Nos planteamos orientar nuestra labor hacia un enfoque social más activo y eficiente, poniendo énfasis en la atención a familias y comunidades con situaciones de vulnerabilidad y los problemas que más los afectan, con el fin de indagar las vías para posibles soluciones.
  • Nos involucramos en promover la cultura medioambiental del pueblo, el reciclaje, la higiene comunal y la lucha contra el maltrato animal.
  • Este año ha sido crucial por el aporte en la lucha contra la COVID-19, con el trabajo diferenciado con personas vulnerables, el apoyo en las pesquisas sanitarias, la organización de colas y el trabajo en centros de aislamiento, entre otras acciones.
  • Necesitamos concientizar a las personas de que las tareas que se realizan en las comunidades son para beneficio de todos sus habitantes.
  • Debemos generar una participación popular en la identificación de problemas que a veces tienen solución en el mismo barrio.

 

 

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