Tanto Irán como Turquía criticaron en declaraciones oficiales los recientes acuerdos impulsados por Washington entre Israel y los dos estados del Golfo Autor: EPA Publicado: 14/09/2020 | 02:37 pm
El presidente Donald Trump, candidato a la reelección, apuesta a la ganancia electoral de una política exterior en Oriente Medio que privilegia a Israel, la industria militar de EE.UU. y sus intereses de predominio en la región.
La presentación como «actos históricos por la paz» de los recientes acuerdos de normalización de relaciones diplomáticas entre Israel y las monarquías de Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahrein, esconde otros fines políticos, económicos y geoestratégicos.
En los dos casos, el propio secretario de Estado Mike Pompeo ha subrayado que ambas naciones árabes se verán fortalecidas frente a Irán, al que Washington se enfrenta desde 1979, cuando una revolución popular derrocó al régimen dictatorial aliado del Shah Reza Pahlevi y estableció una República Islámica, a la que acusa de «promover el terrorismo».
Esto quiere decir que Estados Unidos tiene un esquema ideal para armar una fuerza de choque contra Irán, movida por la aversión de las monarquías sunitas del Golfo a la República Islámica chiita. A esa coalición le toca pagar la factura del armamento más poderoso y sofisticado «made in USA» —semejante al de Israel— pero con superioridad para el estado sionista judío —su aliado privilegiado— que tendría otros privilegios, como entrega anticipada del material y capacidad de mando.
Por su parte, el experto David Hirst, el bien informado editor del diario árabe Middle East Eye, publicado en Qatar, afirma que el objetivo de la inédita alianza israelo-árabe que gestiona Washington «no es Irán, sino Turquía, cuya influencia regional (entre musulmanes sunitas) se considera una amenaza para los gobernantes del Golfo».
Irán o Turquía, o el descarte definitivo de un estado palestino independiente en Gaza y Cisjordania, con su capital en Jerusalén Oriental, lo menos que auguran los tratados promovidos por el actual inquilino de la Casa Blanca es una nueva era de convivencia pacífica en Oriente Medio.
Fuentes israelíes y árabes revelan que para conseguir su objetivo, durante su reciente gira por la región, Pompeo utilizó todo tipo de presiones, amenazas y hasta el chantaje. Así ocurrió en el fracasado intento de sumar a Sudán a la lista de los dispuestos a romper la regla vigente en la Liga Árabe que condiciona el entendimiento con el régimen sionista a la creación de un estado palestino independiente en los territorios ocupados en 1967.
Según confió al periódico local Al-Tayyar el ministro sudanés de Asuntos Exteriores, Omer Ismail, durante su estancia en Jartum, a finales de agosto, Pompeo puso como condición para la retirada de Sudán de la «lista de estados patrocinadores del terrorismo» a la normalización de sus relaciones diplomáticas con Israel.
La prensa estadounidense rumoró que Sudán sería el próximo país árabe que normalizaría los lazos con Israel después de los EAU, pero el primer ministro sudanés, Abdullah Hamdok, afirmó que el gobierno de transición que encabeza no tiene autoridad para semejante decisión.
A pesar del show publicitario que Trump tiene previsto para este martes en la Casa Blanca, con una firma simbólica de los acuerdos entre dos naciones árabes e Israel, que lo proyecten a escala nacional y mundial como «arquitecto de la paz» en el Oriente Medio y alguna otra rimbombancia, su gestión está enfocada en el rédito interno —ante todo electoral— que le puede dejar la maniobra.
Promover esos acuerdos como garantía de mayor seguridad para el «amenazado» estado sionista tiene su evidente gancho en el numeroso e influyente electorado judío, con su alto potencial financiero en Estados Unidos.
Por otro lado, el complejo militar industrial, que se jacta de proporcionar decenas de miles de empleos, tiene a la vista jugosos contratos de equipo bélico, una fortaleza financiera que Trump espera salpique su campaña y sus propias arcas personales.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, un íntimo del mandatario estadounidense, acorralado por semanas de masivas protestas frente a su casa que lo acusan de corrupto y demandan su dimisión, se declaró «emocionado» al anunciar la firma del acuerdo con Bahrein.
No es para menos. A juicio del diario israelí Haaretz, «Es comprensible la emoción ante la perspectiva de volar a Dubai, alojarse en un hotel en el edificio más alto del mundo y hacer compras en megacentros».
Netanyahu habló el jueves sobre viajes y turismo en el fantástico principado del Golfo, «pero el área en la que Israel tiene más posibilidades de beneficiarse económicamente de los vínculos con los EAU —dijo el diario— es la defensa y la ciberseguridad».
Y cita un dato clave para abrir el apetito de los jerarcas de la industria militar israelí. «Se estima que el presupuesto anual de defensa de los EAU es de unos 23 000 millones de dólares y sigue creciendo, de los que unos 20 000 millones se destinan a la adquisición de armas en Estados Unidos».
En cualquier caso, desde hace mucho tiempo hay una relación en crecimiento entre las dos partes que ahora formalizan sus nexos. «Empresarios israelíes como Mati Kochavi, David Meidan, Avi Leumi y Avihai Stolero han estado activos en el Golfo durante años. Venden equipos de recopilación de inteligencia, drones, aviones de reconocimiento, servicios de actualización de F-16 y tecnologías de piratería de ciberseguridad», reportó Haaretz.
EE.UU., Israel y los Emiratos Árabes Unidos han firmado un acuerdo que permitirá al estado del Golfo adquirir aviones F-35, lo que despertó controversias en los círculos de toma de decisiones en Washington y Tel Aviv. Trump dirimió las discusiones tomándolo como un simple negocio: «Tienen el dinero y les gustaría encargar bastantes F-35».
Según The New York Times, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu aprobó en privado la venta de aviones de combate F-35 a los Emiratos Árabes Unidos, a pesar de que se opuso públicamente al acuerdo.
El trato con los EE. UU. también incluye un envío de aviones EA-18G Growler, un avión de guerra electrónica que puede atascar las defensas aéreas enemigas, añadió el periódico.
Tanto Irán como Turquía criticaron en declaraciones oficiales los recientes acuerdos impulsados por Washington entre Israel y los dos estados del Golfo y han puesto en marcha sus alarmas.
La ceremonia prevista este martes puede ser una buena oportunidad para tomar fotografías del presidente en pose de paladín de la paz, pero la experiencia indica que la política exterior rara vez es un tema importante para los votantes el día de las elecciones.
A sabiendas de su discutible valor electoral, tal vez su verdadero propósito sea tender un manto de nobles intenciones, que encubran una nueva y peligrosa escalada militar en una región que puede desequilibrar al planeta.