Es 4 de abril y celebramos los aniversarios 58 y 59 de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y la Organización de Pioneros José Martí (OPJM) respectivamente. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 06/06/2018 | 07:53 pm
Es 4 de abril y celebramos los aniversarios 58 y 59 de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y la Organización de Pioneros José Martí (OPJM) respectivamente. Hace poco menos de un mes pensábamos que hoy estaríamos desarrollando la sesión de clausura del 11 Congreso de la UJC; pero tuvimos que posponer la cita debido a la presencia del nuevo Coronavirus. Desde entonces enfrentamos la terrible pandemia que tiene en jaque a la humanidad; y que ya declaró el mate al sistema capitalista y neoliberal que se le ha impuesto al mundo. Son decenas de miles los muertos a causa de la COVID-19, otras tantas víctimas se deben a la insostenibilidad y despiadadas políticas del capitalismo. Como recientemente expresara Ignacio Ramonet en el programa televisivo Mesa Redonda: esta pandemia ha mostrado la crisis del modelo neoliberal que está asociado al desmantelamiento de la protección social, al predominio del mercado, a un Estado mínimo incapaz de apoyar a los desamparados.
Y ante el aterrador panorama que vive la humanidad, en nuestro país todos los esfuerzos se encaminan a controlar y enfrentar la pandemia. Es esta una batalla de todos; y para los jóvenes, especialmente, es la sesión del Congreso que precisa este tiempo; ¿acaso no estamos debatiendo y reflexionando sobre la realidad, la situación internacional, las medidas que se han tomado en el país?, ¿acaso no estamos haciendo la crítica al capitalismo, no nos involucramos en el debate ideológico que con meridiana claridad nos reafirma la necesidad de un cambio mundial?, ¿acaso no estamos inmersos en la producción de alimentos, en la prestación de esenciales servicios, en las tareas propias del orden, control, defensa y seguridad de la nación?, ¿acaso los estudiantes de medicina no han salido a las calles a realizar las pesquisas?, ¿acaso no han sido las redes sociales escenarios para compartir y posicionar los contenidos emanados de la creación?
Esos son nuestros jóvenes, militantes o no de la UJC, herederos de una tradición de lucha y sacrificio por la Patria, por la humanidad. Y los mueve el amor que se convierte en energía revolucionaria pues, ¿alguien duda que estamos viviendo la Revolución? Defenderla y salvaguardar los valores de un modelo político, económico, social y cultural que los cubanos elegimos: el Socialismo, es hoy reto esencial; que en circunstancias excepcionales como las que atravesamos; adquiere una mayor prioridad. De ahí nuestra fuerza compartida para vencer la COVID19, y con ella, derrotar las amenazas, agresiones y creciente hostilidad del imperialismo. Continúa, y cada vez más recrudecido, el bloqueo contra Cuba, asimismo las campañas mediáticas de desacreditación a nuestro personal de la salud que ha salido a salvar la humanidad con la bandera de la solidaridad como estandarte; y sin olvidar las acciones subversivas y la guerra en el ciberespacio.
Estamos sí en pleno Congreso de las juventudes en Cuba, y nuestra convicción la encontramos en Martí, cuando expresó en uno de sus discursos conmemorativos por el 10 de Octubre: “Me parece que veo cruzar, pasando lista, una sombra colérica y sublime, la sombra de la estrella en el sombrero; y mi deber, mientras me queden pies, el deber de todos nosotros, mientras nos queden pies, es ponernos en pie, y decir: ¡presente!” Volvemos a Martí y no podemos olvidar, he ahí una motivación fundamental, que un día como hoy, hace 150 años era trasladado al presidio después de haber sido condenado el 4 de marzo de 1870 a seis años de prisión y trabajos forzados. Así es nuestra historia, así una vez más, de esos enlaces continuos e invisibles, se va tejiendo el alma de la Patria.
Pero, qué trascendencia tiene este hecho, sobre todo hoy. Era el joven Martí, contaba sólo con 17 años cuando ingresó en el presidio aquel 4 de abril. A su entrada lo destinan a la Primera Brigada de Blancos y le asignan el número 113. Al día siguiente le cortan el cabello y lo visten con la ropa de presidiario; le fijan en el tobillo de la pierna derecha un grillete, unido a una cadena que aprisionaba su cintura; y lo destinan a trabajar en la cantera del presidio conocida como de San Lázaro, a la sección llamada La Criolla. Viviría entonces Martí un dolor infinito, el del presidio, el más desgarrador de todos; forjaría el Apóstol, en circunstancias tan terribles, un carácter, una resistencia que lo marcó para toda la vida y que se grabó en las raíces más profundas de la nación con el orgullo con el que agitó las cadenas de la cárcel y junto a aquellos versos que alientan y enardecen los corazones, y nos hacen levantarnos, salir a luchar y vencer: “Mírame madre y por tu amor no llores,/ Si esclavo de mi edad y mis doctrinas,/ Tu mártir corazón llené de espinas,/ Piensan que nacen entre espinas flores”.
Es la pasión por Cuba la que hoy nos mueve, es la convicción de un pueblo que no padece de cobardía, que sabe erguirse ante las dificultades y superar las barreras por más difíciles que estas sean. Un pueblo que confía en su Revolución, en sus líderes, en las políticas públicas destinadas, hoy a combatir la pandemia, todos los días a construir un modelo que siga garantizando la igualdad y justicia social que alcanzamos al triunfo de la Revolución. Un pueblo que confía en sus jóvenes, los que no fallarán pues son, como decía el Che, la arcilla fundamental de esta obra hermosa. Nos une el carácter, ese que fraguó el joven Martí en los días del presidio, su ejemplo nos acompaña, nos hace resistir, nos define en tiempos de definiciones. Somos fruto de una tradición ética, de una filosofía de lucha que no nos permite rendirnos, que nos hace exclamar como aquel 11 de abril de 1895 hiciera Martí al desembarcar por Playita de Cajobabo: ¡Salto, Dicha Grande!
Y es la misma pasión que nos une hoy en la batalla frente a la COVID19. Ya vendrán las próximas sesiones del 11 Congreso, el debate continúa, los retos ideológicos son cada vez más fuertes, el rol de los jóvenes crece, en nosotros está la continuidad, que no es mañana, es parte indisoluble de nuestra cotidianidad. Vivimos la Revolución, pero no perdamos de vista que hacerlo implica mantenerla viva, desafiante, fuerte. Somos continuidad porque hacemos parte de una construcción colectiva, de una praxis revolucionaria que tiene el privilegio de contar con el ejemplo de una generación heroica que supo sacrificarse hasta el último aliento por la Patria. Somos continuidad porque no nos quedamos dormidos, estamos bien despiertos con la pupila insomne de Villena guiándonos, con las ideas de Martí como proa, con Fidel, Raúl y Díaz-Canel encendiendo nuestra juventud. Sí, estamos en Congreso, y el alma de la Patria se seguirá tejiendo, con los jóvenes cubanos de la mano de Martí.