Twitter Autor: Falco Publicado: 12/09/2019 | 09:43 pm
La periodista Leticia Martínez Hernández revisaba su línea de tiempo en Twitter poco antes del inicio de la Mesa Redonda de este miércoles, y quiso dar «me gusta» a uno de los tuits, cuando apareció un cartel que le anunciaba la suspensión de su cuenta.
Así, sin más explicaciones, Leticia no pudo comunicar por esa red social lo explicado en el programa televisivo de forma exhaustiva por el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, junto a varios titulares de ministerios cubanos, sobre medidas necesarias ante el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra nuestro país.
De un tajo, la supuesta democracia que pregonan las redes sociales, autoerigidas como baluartes de la libertad de expresión, quedó cercenada.
Lo sucedido a Leticia se replicó en decenas de cuentas, tanto de personas naturales como de instituciones. Así lo demuestran las múltiples denuncias aparecidas desde la tarde del miércoles en internet.
Podría uno pensar que quizá algunas cuentas infringieron las reglas de Twitter, las cuales, según la misma red social, «tienen como objetivo garantizar que todas las personas puedan participar en la conversación pública de manera libre y segura».
Sin embargo, el testimonio de Leticia, y la selectividad en el bloqueo de cuentas, confirma que lo sucedido no es fortuito. La Mesa Redonda, Cubadebate, Dominio Cuba, Granma, el Periódico Cubarte, Radio Rebelde, y periodistas como Rosa Miriam Elizalde, Angélica Paredes o Enrique Gimeranez, entre otros, también han visto sus cuentas cercenadas.
Lo mismo ocurre con cuentas gubernamentales, como la del Ministerio de Comunicaciones, o de funcionarios como Yaira Jiménez Roig, directora de Comunicación e Imagen del Ministerio de Relaciones Exteriores. También fue suspendida la cuenta de la directora del Centro Nacional de Educación Sexual, Mariela Castro Espín (restituida este jueves junto con la del Mincom).
Otros usuarios cubanos han denunciado la pérdida masiva de seguidores, aunque sus cuentas no fueron suspendidas. Granma, por su parte, explicó en su sitio web que, a pesar de hacer gestiones para la recuperación de la cuenta —proceso al que Twitter llama «apelación»—, no tuvo éxito el miércoles.
El caso de Cubadebate es singular, pues no solo cerraron la cuenta oficial del medio, sino las de todos sus periodistas y hasta otras relacionadas, como la de la sección Canal USB.
Oscuridad en 240 caracteres
De acuerdo con las reglas de Twitter, una cuenta puede ser suspendida o eliminada si genera mensajes de violencia, acoso o abuso, incitación al odio, terrorismo o extremismo violento, explotación sexual infantil, spam y suplantación de identidad, entre otras causas.
Como se aprecia, son cuestiones graves las que llevan a una suspensión. Y de sobra se sabe que ninguna de las cuentas afectadas incurre en alguna de esas faltas.
Pero me detengo en el tema del spam, tan socorrido por Twitter para sus bloqueos, los cuales han ocurrido en el caso cubano, generalmente cuando se crea un gran volumen de tuits durante una cobertura en vivo por parte de los actores periodísticos o los ciudadanos, en medio de un hecho como el de la Mesa Redonda de este miércoles.
Twitter se refiere a ello en su Política relativa al spam y la manipulación de la plataforma, que dice lo siguiente: «No puedes amplificar ni obstaculizar de forma artificial las conversaciones mediante el uso de varias cuentas. Por ejemplo: cuentas superpuestas: administrar varias cuentas con casos de uso superpuestos, como personas idénticas o similares o contenido sustancialmente similar; cuentas que interactúan entre sí: administrar varias cuentas que interactúan entre sí para aumentar o manipular la importancia de determinados tuits o cuentas; y coordinación: crear varias cuentas para publicar contenido duplicado o crear interacciones falsas».
¿Habrá interpretado Twitter estas reglas como la causa para suspender las cuentas? Si fuera el caso, hay varios argumentos en su contra.
En conversación con el periodista Luis Eduardo Domínguez, quien no gusta mucho de Twitter y no lo emplea desde el pasado febrero, confirmó a este redactor que también su cuenta fue suspendida el miércoles en la tarde. Luis Eduardo es el editor de la sección Canal USB, y lleva esa cuenta en Twitter. Canal USB no generó ningún tuit este miércoles y su cuenta fue igualmente bloqueada. ¿Por qué? Porque ambos están relacionados con Cubadebate, acaso el más grande objetivo de los ataques.
Leticia —cuya cuenta le fue devuelta en la tarde del jueves— solo revisaba su Twitter antes de la Mesa Redonda, cuando le fue suspendido su usuario. ¿Revisar la línea de tiempo infringe las normas? Por mi parte, durante la Mesa Redonda generé muchos tuits con lo que se explicaba, y también hice retuits. Mi cuenta está activa.
¿Cómo explica Twitter que una cuenta inactiva desde febrero, otra cuenta que ayer no tuiteó nada, una tercera que solo revisaba su línea de tiempo, todas tengan en común la suspensión? ¿Por qué todas las cuentas suspendidas están relacionadas con la Revolución Cubana?
Acaso la clave se encuentra en esta explicación de la vicepresidenta primera de la Unión de Periodistas de Cuba, Rosa Miriam Elizalde, quien escribió en su perfil de Facebook: «Parece una operación concertada de denuncias falsas por uso abusivo y violación de políticas de la plataforma. Sorprende el sesgo político, la selectividad de los usuarios afectados y la oportunidad (oportunismo): cuando habla el Presidente Díaz-Canel».
En el apartado de cuentas suspendidas del centro de ayuda al usuario en Twitter, se explica que «la mayoría de las cuentas que suspendemos tienen características de spam o directamente son falsas, e implican riesgos para la seguridad de Twitter y de todos nuestros usuarios. Estos tipos de cuentas va en contra de las reglas de Twitter. Lamentablemente, puede ocurrir que se suspenda por error la cuenta de una persona real, en cuyo caso trabajaremos con esa persona para asegurarnos de que se reactive su usuario».
Según conoció este diario, hasta este jueves ninguno de los usuarios bloqueados había sido contactado por Twitter para reactivar sus cuentas. Aunque algunas fueron restituidas, hasta el momento de finalizar estas líneas la mayoría de las bloqueadas seguía con ese estatus.
Pero todo apunta a un ataque concertado de denuncias mediante múltiples cuentas para acallar las voces de los cubanos afectados, así como de nuestros medios, instituciones y funcionarios, justo en el momento en que serían anunciadas al país importantes medidas como parte de la situación coyuntural que vivimos.
Lo ocurrido no deja margen a la ingenuidad. Tal y como ha reflejado la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en una declaración publicada este miércoles, «no es la primera vez que usuarios cubanos de Twitter reportan problemas para ingresar a sus cuentas y reciben mensajes de que estas han sido bloqueadas y deben seguir el procedimiento para recuperarlas. Lo nuevo es la masividad de este acto de guerra cibernética, obviamente planificado, que busca limitar la libertad de expresión de instituciones y ciudadanos cubanos y silenciar a los líderes de la Revolución».
De hecho, hasta hace unos meses era imposible siquiera abrir una cuenta de Twitter desde Cuba, pues esta no estaba incluida en la lista de países permitidos.
Agrega la UPEC en su declaración con claridad meridiana: «El Grupo de Tareas de Internet para Cuba, del Departamento de Estado, en junio pasado emitió sus recomendaciones para utilizar la red como autopista de subversión en Cuba. Ha propuesto entregar más fondos para abrir sitios digitales, generar “contenidos atractivos” en la red, dotar de becas y financiar a una cibermilitancia entrenada en el acoso, la mentira y el sicariato político, que no suele ser afectada por este tipo de acciones de Twitter».
Lo sucedido pone de manifiesto la importancia de trabajar cada vez más, y mejor, en el proceso de informatización de la sociedad cubana. Si bien a las redes sociales de internet no podemos renunciar, acaso nuestro país necesita también de plataformas propias que promuevan el diálogo entre todos de una forma eficaz, transparente y sin las censuras de herramientas que nos brindan zanahorias para, cuando menos lo esperemos, darnos con el garrote.