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Las cosas de la Química

El estudiante espirituano Rodolfo Alejandro Cruz Cruz ganó la primera medalla de oro en la 12ma. Olimpiada Centroamericana y del Caribe de Química, celebrada en Guatemala

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

SANCTI SPÍRITUS.— Cuando Rodolfo Alejandro Cruz Cruz terminó la secundaria básica jamás imaginó que la Química le daría tantas alegrías. Hasta ese momento fueron muchos dolores de cabeza los que le generaban los átomos y las moléculas. Mas al llegar al Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (Ipvce) Eusebio Olivera, de esta provincia, y donde el pasado año terminó sus estudios, esa historia controvertida cambió.

«Cogía siempre ochenta y pico. Entonces cuando llegué a la escuela nueva me sumé al grupo de concurso. Quería aprender para salir bien, porque no me podía ir como en la secundaria», recuerda a la vuelta de tres años, totalmente enamorado de la composición, la estructura y las propiedades que se estudian en esa asignatura.

Tras las primeras clases con el experimentado profesor espirituano Agustín Plasencia Calero —quien cuenta en su currículo con la formación de estudiantes merecedores de alrededor de diez medallas a nivel internacional y 200 nacionales—, este joven de 18 años de edad no tuvo dudas: al mezclar cantidades específicas de voluntad y estudio puedes ver la vida de una forma diferente y consigues aprender y comprender la Química.

«A veces salíamos del Ipvce a las seis de la tarde, repasando. Cuando el resto de los alumnos recibía clases de otras materias, el aula de concurso se concentraba en los ejercicios de Química. Muchas veces el profesor nos citaba hasta bien tarde, pues no se podía perder tiempo. Nuestra escuela tiene una trayectoria con excelentes resultados en esa asignatura; por ejemplo, el pasado curso escolar fuimos la mejor en el certamen nacional», dice.

Ese rigor lo preparó para asumir con disciplina las interminables jornadas de análisis e investigación, en los tres años que formó parte de la preselección nacional de Química en La Habana.

«Escogen siempre a los mejores del concurso nacional. Nos llevan para la capital y ahí la preparación es más completa, pues allá existen laboratorios. Aquí el estudio es solo teórico. En 10mo. grado la cosa es más suave, porque por la edad no puedes competir internacionalmente, pero ya en los otros dos años el nivel es bien alto», añade Cruz Cruz.

Pero todas esas horas de sacrificio fueron recompensadas con creces. El joven espirituano se irguió en lo más alto del podio científico al obtener la medalla de oro absoluta en la 12ma. Olimpiada Centroamericana y del Caribe de Química, celebrada en la Ciudad de Guatemala, donde asistieron cinco naciones.

—¿Cómo estuvo la varilla en tu primera lid internacional?

—Las pruebas duran dos días. Una es práctica y la otra teórica, donde aparecen ejercicios que responden a las cuatro ramas de la Química: analítica, orgánica, inorgánica y química-física. En el laboratorio no me sentí cómodo, porque los equipos que hay allá no son los mismos de aquí, y en la segunda había que responder 26 páginas para resolver en cinco horas.

—¿Entonces, qué hiciste para sortear los obstáculos del examen teórico?

—El laboratorio de La Habana, donde nos preparan, es moderno, pero no como el de ellos. Por ejemplo, nosotros estamos acostumbrados a utilizar las pipetas y allá no. Tuve que llamar al técnico que estaba con nosotros e inventar. Eso, por supuesto, influyó en el error y por tanto perdí puntos. Las dos pruebas las promedian: la práctica en base a 40 y la otra a 60. Cogí más de 80 puntos, pero como es una olimpiada son exámenes muy complejos, no como los de la escuela, en los que resulta fácil obtener 99 y cien puntos.

—Aun así llamaste la atención, porque de solo cinco horas establecidas utilizaste dos…

—Es que habíamos pedido que nos trajeran fresas para probarlas y nos las pusieron delante y estaba loco por comerlas. Eso me hizo terminar tan rápido.

—¿Cómo llegó la noticia de la medalla?

—Cuando salí me sentí bien y más al compararme con el resto. Pero en ese concurso, después que los jueces califican entregan una copia a los entrenadores de cada país para que la revisen, y de no estar de acuerdo con algo, ellos son los encargados de reclamar. Las pruebas no tienen nombre, sino un código y nuestro profesor confundió el mío con el compañero que cogió la plata.

«Cuando dieron el lugar de él, nos quedamos con la boca abierta y comprendimos entonces su equivocación. Enseguida mandé un mensaje electrónico a la familia para que conocieran la noticia porque sabía que estaban desesperados».

—¿Cómo se mira a Cuba en esas lides?

—Nuestro país tiene mucho prestigio. Aunque se compite de forma individual, como nación fuimos la mejor con una de oro, dos de plata y una de bronce. Todos los que participamos trajimos medallas. Resultados similares son históricos en esas lides.

—¿Por qué crees que si no contamos con la tecnología más avanzada logramos siempre ascender al podio?

—Por nuestra disciplina de estudio y entrenamiento. Recuerdo que en la preparación en el centro politécnico Eduardo García Delgado, de La Habana, muchas noches nos decían «vengan, que les daremos clases», y los fines de semana igual. Nos mandaban a leernos un libro de mil páginas en un día. A veces creíamos que nos volveríamos locos, pero no, aprendías. En cambio, allá conocimos que en otros países no es tan así.

—¿Cómo fue la relación con el resto de los participantes?

—Todos sabíamos que estábamos compitiendo, pero se respiraba un buen ambiente. Los anfitriones guatemaltecos fueron muy hospitalarios. Compartieron con nosotros muchas cosas.

Delgado y altísimo, amante del fútbol y de dormir hasta bien entrada la mañana, Rodolfo Alejandro Cruz Cruz, natural de Agabama, una comunidad montañesa de Fomento, que extrañó hasta la médula al mudarse para la ciudad del Yayabo siendo un niño, ya centró su atención en el próximo reto: la Licenciatura en Bioquímica y Biología molecular, la carrera que comenzó a estudiar este 3 de septiembre, con el inicio del curso escolar.

—Me encanta porque tiene que ver con la Química y su aplicación a la vida, expresa, sin dejar que le pregunte.

—¿Y después?

—En el transcurso de la carrera encontraré lo que quiero investigar, porque deseo trabajar en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología y hacer un doctorado. Es lo que me gusta.

Rodolfo Alejandro ingresó este septiembre en la carrera de Bioquímica y Biología molecular.

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