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El «tiempo» de un meteorólogo

El joven Elier Pila Fariñas, jefe de turno del Centro Nacional de Pronósticos, se atrevió a predecir lo que muchas veces resulta impredecible

Autor:

Luis Hernández Serrano

Nos lanza una sonrisa casi «meteorológica» cuando le hacemos la pregunta: ¿Cuál es el susto más grande que has pasado como pronosticador del tiempo?

El joven de 30 años Elier Pila Fariñas hace un rápido repaso de su tiempo en el Instituto de Meteorología, uno de cuyos turnos en el Centro de Pronósticos ahora lidera, y nos devuelve la respuesta como un relámpago.

«Cuando vino el Papa, en septiembre de 2015, llegaría en medio de una amenaza de mal tiempo. Horas antes recibí varias llamadas para saber si llovería precisamente en esa zona del aeropuerto donde todo estaba habilitado para darle la bienvenida al Sumo Pontífice. Querían saber, concretamente, si a las 4:30 p.m. llovería allí, donde se haría el recibimiento oficial.

«Dije que había posibilidad de que lloviera en esa zona, pero que a esa hora, en ese sitio concreto del aeropuerto, no iba a llover. Me atreví a dar esa información como algo oficial del Centro de Pronósticos.

«¡Corría un riesgo! Me basaba en el hecho cierto y científico de que ¡el tiempo es pronosticable, pero a la vez impredecible! Recuerdo que cuando el Papa bajaba la escalerilla del avión vi por la televisión que soplaba fuerte el viento. Sentí aquel incidente en medio del estómago, como señal de que detrás venía la nube con la lluvia, aunque afortunadamente no llovió y nuestro pronóstico fue acertado. Ese ha sido, hasta ahora, ¡mi susto más grande!».

Servicio de primer mundo

La anécdota le sirve a Elier para reafirmar que el pronóstico del tiempo del Instituto de Meteorología cubano es un servicio de Primer Mundo, y supera anualmente el 90 por ciento de eficiencia o acierto.

«A ese porcentaje se llega mediante un software que dice el nivel de exactitud o certeza, a partir de una evaluación hecha por cada jefe de turno, con su grupo de especialistas y basados fundamentalmente en la información de más de 60 estaciones meteorológicas del país y con el apoyo de otros centros de nuestra institución.

«El pronóstico de cada jefe de turno y su grupo es analizado. De ahí surge la evaluación anual de cada especialidad. Se miden para ello las variables de nubosidad, precipitación, temperatura máxima y mínima y la dirección y fuerza del viento, a partir de los datos complementarios que obtienen más de 60 estaciones meteorológicas del país».

La vigilancia meteorológica abarca las 24 horas del día y los 365 días del año. Los otros jefes de turno son Miguel Ángel Hernández, Yinelis Bermúdez Souza y Armando Caymares.

El Instituto cuenta con siete centros especializados: Clima, Agrometeorología, Contaminación, Meteorología Marina, Instrumentos y Métodos de Observación, Física de la Atmósfera y Pronóstico. Todos son importantes, y en la tarea de pronosticar particularmente los tres últimos.

A diario, a la una y media de la tarde, se discute el pronóstico para el día siguiente. Participan el jefe de turno, el especialista de satélite, el que pronostica el plazo medio —de cinco a diez días—, el pronosticador de La Habana y los de las provincias de Artemisa y Mayabeque.

«Manejamos en nuestros análisis lo que se llama el nowcasting o pronóstico de las próximas tres horas. No lleva tantos modelos, sino la información de vigilancia de satélite y la del radar meteorológico. Y al detectar un fenómeno meteorológico importante, emitimos una Alerta Temprana al menos 72 horas antes, vital para la Defensa Civil, cuyo Estado Mayor está muy cerca de nosotros físicamente y espiritualmente.

«El satélite resulta imprescindible, porque ve la atmósfera como un todo, como una foto. Sus sensores miden parámetros esenciales en diferentes longitudes de onda; es como mirar una fotografía con distintos filtros. Un satélite realiza la “radiografía” o la “imagenología” de la atmósfera. ¡Como la placa del médico al paciente!

«Por eso puedo afirmarte que Irma —que se formó en el Atlántico— fue un huracán muy diferente, y, además, va a marcar un antes y un después en la Meteorología y en la forma de llevar la información del tiempo al pueblo. En esto dimos un paso de avance. Ojalá esa información se vuelva en nuestra patria cultura meteorológica de la mayoría de las personas».

Trabajar con los maestros

Este afable y talentoso joven nació el 16 de febrero de 1986 en La Habana, en el hospital ginecobstétrico Ramón González Coro, en el Vedado.

«Soy único hijo, vivo en el barrio de La Victoria, cerca del pediátrico de Centro Habana. Tengo un niño de un año y medio, Fabián. Cuando oye en el televisor la música del anuncio del Tiempo, creo que le llama la atención, pues dice “piem-po” o “fiem-po”… en su jerigonza, ¿no? ¡Pero quién sabe lo que va a estudiar cuando sea grande!».

Nuestro entrevistado estudió el pre en la Vocacional Vladimir Ilich Lenin, y el nivel universitario en Meteorología durante cinco años (hoy son cuatro). Se graduó en 2009 como Licenciado, en el Instituto Superior de Ciencias y Tecnologías Aplicadas (Instec).

«Por suerte mis profesores se convirtieron en mis compañeros de trabajo en el Instituto, como Armando Lima (ya fallecido) en primer año, y como el Doctor Rubiera, que imparte Comunicación meteorológica en el quinto año.

«Al graduarme me ubicaron en el Centro de Pronósticos, donde se evalúan las imágenes, en el Departamento de Satélites. Tal información no es la foto o la foto exacta de la atmósfera, pero se le parece bastante. Aprendí mucho en tres años. Y después durante más de 12 meses, fui el sustituto de la entonces segunda jefa del Centro, Miriam Teresita Llanes Monteagudo, hoy la Doctora que lo dirige».

Amor en español y en francés

Elier confiesa que cuando estudiaba la licenciatura no imaginó nunca que iba a salir por la televisión. «Solo pensé en la Meteorología y resulta que ahora salgo dos veces a la semana en la Revista de la mañana, y de vez en cuando de «bateador emergente» en el Noticiero Nacional de Televisión. Me conocen más hoy por el huracán Irma, y en la calle me preguntan si van a venir más ciclones.

«Estoy, como el resto de los meteorólogos, en una dicotomía: me convienen los ciclones y huracanes, porque aprendo bastante siguiéndolos y dándolos a conocer. O sea, me convienen profesionalmente, pero nunca deseo que vengan para acá, por el daño y hasta las muertes que causan.

«Hay ciertas dudas en la calle. Las personas ven lo que les pasa, dónde llueve. Puede lloverles en la esquina de su casa y no en su casa, en una cuadra y en otra no, en un reparto de un municipio y en otro no. Pero eso no significa que nos equivocamos, sino que nuestros pronósticos son más abarcadores y generales. Nuestro centro trata de saber qué va a pasar, o qué puede pasar mañana, o pasado mañana, aunque no en un barrio, sino en una región o en el país. Cuando el día es rutinario, el pronóstico que hacemos es más fácil, porque entonces los días se parecen mucho unos a otros. Soy un meteorólogo muy feliz, hasta que algún pronóstico quede mal».

Indagamos si solo sabe de Meteorología y cuánto de romántico puede haber en un meteorólogo y responde: «Sé también de informática, de física, de matemática. Y claro que me considero un romántico. Para estar aquí a veces 48 o más horas ininterrumpidas, hacerlo con gusto y sentir sano orgullo profesional, tiene que haber amor, no por los ciclones y huracanes, sino por la Meteorología.

«Además se necesitan amor y sensibilidad para decirles al pueblo, al Gobierno y a la nación qué trayectoria va a tomar un huracán y que nuestra Defensa Civil pueda alertar y cuidar oportunamente a nuestra gente, como siempre lo hace, ¡y también con amor!».

Le preguntamos en ráfaga si es casado, el nombre y el quehacer laboral de su esposa, si ella sabe algo de Meteorología, y si él ha sido y es romántico con ella… Se sonríe y nos dice que se llama Yanira Serrano Hechavarría, que es bancaria, y que por estar a su lado ha aprendido de ciclones, pero que es muy modesta y no quiere que hable de ella, porque no le gusta ser una figura pública.

Como omite lo romántico con respecto a ella, le preguntamos cómo le expresó su amor. «Bueno, la verdad es que yo la enamoré en francés y ella me dijo que sí en español, pues los dos estudiábamos juntos en la Alianza Francesa, en J y 15, en el Vedado. ¿Satisfecha su curiosidad?».

Primero fuegos, después huracanes

Elier lleva más de dos años como jefe de turno del Centro de Pronósticos. Hizo el Servicio Militar Activo (SMA) en una unidad habanera del Cuerpo de Bomberos, en Corrales y Zulueta. Nos interesamos en saber si apagó algún fuego y nos dice que sí, que varios y que no olvida, por ejemplo, el de Radio Progreso, en 2004.

Comentamos en broma que entonces primero apagó fuegos reales y que ahora se dedica a «apagar huracanes». Se ríe y confiesa:

«¡Ah… ojalá pudiera apagar el fuego de los huracanes. No he podido lograrlo en los 13 años que he pasado vinculado con la Meteorología».

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