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El embrujo de Remedios

A las puertas de cumplir su medio milenio, la ciudad sigue seduciendo con un alma que va más allá de su valiosísimo patrimonio colonial tangible. Sus símbolos, magnos y pequeños, conforman una singularidad deslumbrante

Autor:

Nelson García Santos

REMEDIOS, Villa Clara.— En esta vetusta villa la vista se puede deslumbrar ante la arquitectura colonial o un simple detalle, y sobrevenir el asombro al escuchar sobre sus mitos y leyendas.

Desandar sus calles irregulares, de casas con aleros que protegen a los caminantes de la intensidad del sol, y asomarse hacia los interiores de añejísimas edificaciones, resulta un verdadero viaje al pasado, ese que comenzó a cimentarse en 1515, hace 500 años.

Pero, quizá, la vista más privilegiada brota en la plaza alrededor del parque, flanqueado por hermosos framboyanes, y que posee la singularidad, única en el país, de contar con dos iglesias católicas situadas una frente a la otra: la de Nuestra Señora del Buen Viaje y la Parroquial Mayor de San Juan Bautista, que datan del siglo XVI.

El que traspasa la puerta de esta última podrá apreciar un bellísimo altar enchapado en oro y dentro de una vitrina se puede admirar una escultura tallada en madera de la Inmaculada Concepción embarazada, que es una representación de la Virgen María.

La iglesia de Nuestra Señora del Buen Viaje constituye una verdadera joya de la arquitectura colonial, y su construcción está relacionada, según se cuenta, con el hallazgo por parte de unos pescadores de una caja de madera entre los manglares. Para sorpresa de estos, cuando la abrieron encontraron una bella imagen policromada de la Virgen María, tallada en madera, que provenía de Barcelona, España.

Por este último motivo la nombraron Nuestra Señora del Buen Viaje, basado en el razonamiento de que a pesar del largo viaje, la virgen había llegado hasta la villa.

De acuerdo con la leyenda, inicialmente la dejaron en la casa de un anciano lucumí para que este informara sobre el hallazgo al cura, y trasladara después la imagen a la parroquia. Este decidió dejarla en su casa, pero cuando descubrieron que no había cumplido con su palabra, autoridades y pobladores llevaron la imagen de Nuestra Señora del Buen Viaje en procesión hacia la iglesia del pueblo. Cuenta la tradición oral que la nueva virgen desapareció a la mañana siguiente de haberse situado en la iglesia y la encontraron después en casa del anciano lucumí.

Entonces surgió la creencia de que fue la misma virgen quien se trasladó hasta allí, lo que hacía cada vez que la ponían en la iglesia. Esto afianzó la creencia de que la virgen deseaba estar en el lugar donde había pasado las primeras horas de estancia, tras ser encontrada en el mar. Por ello, los remedianos decidieron construir un templo dedicado a Nuestra Señora del Buen Viaje en el mismo sitio donde vivió el lucumí.

También en el corazón fundacional de la ciudad está la majestuosa Estatua de La Libertad remediana, única que existe en el país, inaugurada a principios del siglo XX, destinada a enaltecer a los mártires de la Patria, y que representa a Cuba rompiendo las cadenas del coloniaje.

En la estatua, de unos tres metros de altura, una bella mujer emerge victoriosa hacia el futuro. Tiene en su mano izquierda la antorcha que ilumina el sendero libertario a sus mejores hijos; le cubre la cabeza un gorro frigio como el que corona el escudo nacional cubano, y porta en la diestra una espada que representa el machete mambí.

La raíz remediana no solo está atrapada en edificios y monumentos, también surge en pequeños detalles como aleros de casas, los amplios portales, en artísticos ventanales de hierro, las calles adoquinadas y en sus aldabas en las viviendas coloniales.

Esas piezas de bronce o hierro, de singular valor estético y patrimonial, que penden todavía en las puertas de antiguas casonas, devienen, igualmente, elemento distintivo de esta ciudad.

La utilización de estos aldabones resultaba indispensable para alertar de la llegada de personas a las casas, debido a que estas eran de una gran extensión.

En esa época se perfeccionó la forja en hierro, y herreros remedianos lograban verdaderas obras de arte para confeccionar las aldabas, inspirados en réplicas de manos de mujeres, así como con rasgos de animales o diablillos.

Ese conjunto de símbolos ha sobrevivido durante 500 años en una ciudad con alma, que atrapa y deleita sobremanera, poseedora de un embrujo gozoso.

Estatua de La Libertad, en el centro histórico.

Las aldabas, de singular valor estético y patrimonial, símbolos de una época.

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