Cada universidad debe parecerse a la provincia donde está ubicada, opinaron los rectores en su diálogo con nuestro diario. Autor: Vladimir Molina Publicado: 21/09/2017 | 06:06 pm
Los Centros de Educación Superior tienen prestigio ganado en el país. Sin embargo, la dicotomía existía en sus direcciones: pertenecían a diferentes ministerios, lo que hacía que en cada provincia los recursos destinados a la formación y superación de los profesionales estuvieran dispersos.
Antes del proceso de integración en marcha, la Universidad pertenece al Ministerio de Educación Superior (MES), la de Ciencias Pedagógicas al Ministerio de Educación (Mined), las facultades de Cultura Física al Inder y las de Ciencias Informáticas han pasado por distintos organismos, lo que mostraba un complejo abanico que repetía objetivos y disgregaba empeños.
La unificación de los organismos formadores contribuye a la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, en particular a la prioridad número 11: «La reorganización de los sistemas de Educación, Salud, Cultura y Deportes, con un uso racional de los recursos, asegurando la calidad de estos servicios».
El proceso de integración comenzó por Artemisa, Mayabeque y la Isla de la Juventud. Por tratarse de territorios que nacían o eran pequeños, el recorrido fue más fácil. Sin embargo, al avanzar hacia provincias con universidades consolidadas por años de trabajo y resultados, así como con un alto número de estudiantes y profesores, el empeño se volvió más complejo. En un reciente recorrido por Camagüey, Ciego de Ávila y Sancti Spíritus, provincias que iniciaron ese camino en el actual curso escolar, JR pudo constatar que el proceso avanza, se consolida, aunque no sin dificultades y retos.
Con diseño propio
Los doctores en Ciencia Naima Trujillo Barreto, Anisia Ruiz Gutiérrez y Santiago Lajes Choy, rectores de las universidades de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey, en ese orden, iniciaron el actual curso escolar con la altísima responsabilidad de guiar el proceso de integración hacia el interior de sus casas de altos estudios.
Para el rector de Camagüey, «no se trata de sumar instituciones, sino del diseño y puesta en marcha de una nueva universidad, con un carácter más multidisciplinario, con matrículas superiores».
En igual sentido, la rectora de Ciego de Ávila asegura que la integración se está construyendo, porque no es mudarse de sede u oficina, sino integrar los procesos sustantivos de docencia, investigación y extensión.
Mientras, la máxima representante de la Universidad de Sancti Spíritus expresa que es un proceso complejo, gradual, que requiere sobre todo de la comprensión de todos los cuadros. «Cada provincia diseña su propia universidad, en perfeccionamiento constante, con visión clara de hacia dónde vamos y con la flexibilidad de que habrá cosas que cambiar».
En opinión de los tres rectores, la posibilidad de aprovechar las potencialidades de capital humano existentes en cada uno de los centros universitarios de la provincia eleva la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje y optimiza los recursos materiales a disposición por igual, de todos los estudiantes y profesores de nivel superior, lo que hace que el esfuerzo valga la pena.
Sentido de pertenencia
De pie, con la solemnidad que merecía el momento, recibieron los profesores de la universidad de Sancti Spíritus la comunicación de que su institución llevaría el nombre de José Martí. «Fue muy emotivo y trajo consigo un gran compromiso. Somos la única institución de Educación Superior del país que lleva a partir de este curso escolar el nombre de nuestro Héroe Nacional y tenemos que ser dignos de esa distinción», asegura la Doctora Naima Trujillo Barreto.
En el caso de Camagüey y Ciego de Ávila, ambas asumen el nombre que poseían las universidades del MES, Ignacio Agramonte Loynaz y Máximo Gómez Báez, respectivamente.
En cada una de las tres universidades visitadas, se reubicó un promedio de cien trabajadores no docentes, a quienes se les buscó una labor acorde con su perfil ocupacional, pues no hubo proceso de disponibilidad.
Sobre esa reubicación, los rectores entrevistados afirman que fortalece los procesos administrativos, en equipos centralizados capaces de unificar las diversas culturas organizacionales para crear una propia a partir de la preparación de los cuadros.
«Logramos que todas las personas liberadas de sus funciones se mantuvieran con nosotros, puntualiza la Doctora Naima. Los trabajadores no docentes fueron reubicados, y los profesores que tenían cargos y cesaron en sus funciones continúan apoyando, porque son líderes naturales en sus áreas. No tuvimos ninguna reclamación oficial, y hemos apreciado en la conducta diaria un compromiso extraordinario».
Por su parte, el Doctor Lajes Choy destaca que el ambiente es favorable en la comunidad universitaria y se aprecia un reconocimiento del liderazgo de los principales dirigentes de la institución.
Obtener fortalezas de las debilidades
La integración de las universidades tiene entre sus objetivos el ahorro de recursos materiales y la mejor utilización de los que disponen.
La unificación de departamentos que rigen las disciplinas básicas, como Física, Biología, Lengua Inglesa, asignaturas comunes a numerosas carreras, es un logro, porque eleva el nivel del profesorado.
Igualmente, en el caso de las especialidades pedagógicas, los profesores imparten clases en otras facultades que no tienen ese perfil, por ejemplo, las vinculadas a las Ciencias Sociales o las Ciencias Técnicas.
Ahora tenemos profesores que dan clases en las tres sedes, refiere la rectora de Sancti Spíritus, y aunque hemos dado pasos en la recuperación del transporte, se requiere de un esfuerzo adicional.
«Hemos trabajado en la recuperación de laboratorios que no se utilizaban hace mucho tiempo, explica la rectora de Ciego de Ávila, que propician las prácticas de nuestros estudiantes. La nueva organización de facultades y carreras en las tres sedes posibilitó un mejor aprovechamiento de locales. Además, con la integración del potencial científico, también ha sido posible el fortalecimiento de la enseñanza de las disciplinas básicas».
«La disponibilidad técnica en Computación era mucho mayor en la universidad del MES, mientras la pedagógica tenía menores recursos, indica el rector de Camagüey. Ahora todo es de todos y, por supuesto, los estudiantes son los principales beneficiados.
«Lo más complejo ha sido la integración económica, porque partimos de tres sistemas independientes. Comenzamos con los procesos académicos, científicos, que son más nobles. La complicación mayor está en poder cumplir eficientemente con el presupuesto que nos ha dado el plan de economía, que no es la suma de los presupuestos anteriores. Ya tenemos complicaciones, pero no son insalvables».
Si bien todos refieren mejorías en las condiciones materiales constructivas, en Sancti Spíritus disminuye el hacinamiento en la sede central, en Camagüey mejora ostensiblemente la alimentación de los estudiantes y en Ciego de Ávila una gran parte de los alumnos internos disfruta de muy buenas condiciones en sus residencias estudiantiles. No todo está hecho y se requerirá de mucho esfuerzo y dedicación para que las tres universidades exhiban condiciones constructivas óptimas.
Más carreras, más alumnos, más profesores, demandan también mayor rigor y organización. Los pasos se dan, pero no todos son fáciles.
En este sentido, hay labores que no se completan en corto tiempo como el reordenamiento de las especialidades —algunas se repiten en la universidad pedagógica y en la universidad del MES—, el empeño de que todos los estudiantes reciban una preparación pedagógica, el acceso para todos a los fondos bibliográficos y a las nuevas tecnologías.
Por último, todos los directivos enfatizaron en que cada universidad debe parecerse a la provincia donde está ubicada. Por ello, su capacidad para diseñar programas que la acerquen a su entorno, a partir de la extensión universitaria y de la investigación científica, es también prioridad en el nacimiento de estos centros.