Algunos de los documentos confiscados al viajero holandés. Autor: Hugo García Publicado: 21/09/2017 | 06:02 pm
VARADERO, Matanzas.— Hay algo extraño en el actuar de este viajero, se dijo, con su pericia acumulada, Leonel Ruffín Llorens, segundo jefe de turno de la Aduana en el aeropuerto internacional de Varadero.
«Me manifestó que los documentos que llevaba no los compró en Cuba. Afirmó que lo hizo en una subasta en Holanda, y que los había traído para ver si a alguien le interesaban en nuestro país».
En un aeropuerto como este la vida transcurre aparentemente entre el jolgorio y la añoranza. Unos turistas llegan y otros emprenden el regreso después de sus vacaciones. Pero en esas instalaciones un grupo de especialistas velan porque nuestras fronteras permanezcan seguras, una responsabilidad que demanda de mucha pericia, porque los infractores de la ley siempre actúan subrepticiamente, con mucha habilidad y sangre fría.
Precisamente de esa forma actuó Leonel, junto al grupo de enfrentamiento en el aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez; un colectivo que no pudo ser burlado por un turista holandés quien trataba de extraer del país bienes patrimoniales, incluida la presunta acta original que recoge la oficialización del matrimonio de José Francisco Martí Zayas-Bazán —el hijo del Héroe Nacional—, con María Teresa Bances y Fernández.
Ruffín Llorens recuerda que el pasajero chequeó su boleto casi a última hora, prácticamente al momento de la salida del avión, y que la mayoría de los documentos los llevaba en una pequeña maleta, y otros pocos en una mochila.
«Fue mediante una revisión física que descubrimos los documentos, ya que ese pasajero había sido controlado a la entrada al país, y después a la salida se decidió volver a chequearlo. Tenía bastantes documentos, fotos, revistas, periódicos. Nos llamó la atención el grado de antigüedad y los bordes deteriorados de los documentos», agregó el Jefe de turno.
Refirió que el éxito en descubrir cualquier intento de burlar los controles aduanales depende de la sagacidad de los inspectores radiológicos, que estos marquen bien los equipajes, y luego es preciso el control riguroso en la revisión física.
«Entre nuestras misiones está proteger el patrimonio cubano. Mi mayor sorpresa fue que en el pesquisaje, entre el grupo de análisis de la Aduana y los compañeros de Patrimonio, detectaran un documento del hijo de Martí», recalca el especialista.
Proteger y estudiar los documentos
Sahilí Acosta Albelo, coordinadora del departamento de Patrimonio Cultural en el aeropuerto matancero, explicó que aunque los documentos están sujetos a estudios más profundos, para lo cual fueron resguardados en la Oficina del Registro Provincial de Bienes Culturales, después del primer pesquisaje siguieron investigando. Incluso llamaron a la Directora del Museo Casa natal de José Martí, la cual corroboró los datos del documento de matrimonio.
«Por ello consideramos que el documento del matrimonio es original, teniendo en cuenta todas sus características físicas, y con alto valor histórico y documental», detalló.
Enrique Arturo Ramírez, especialista de Patrimonio Provincial, sostuvo que al certificado de matrimonio se le ve la antigüedad por el color y el tipo de papel y tinta.
«Este pasajero traía consigo un lote de 96 certificados de defunción y notas aclaratorias, puesto que en aquella época era la manera de inscribir las defunciones de los esclavos, mulatos, cimarrones y negros congos. Algunos de los documentos están maltratados, pero se pueden leer y proceden de hospitales y parroquias de La Habana, como San Felipe Neri, Santiago y Monserrate».
Ramírez precisó que el certificado de matrimonio del hijo de Martí estaba escondido dentro de otro certificado de matrimonio de dos negros pardos, que al parecer eran esclavos de un hacendado.
«Esa manera de esconderlo indica que el viajero estaba asegurando bien el certificado de matrimonio del hijo de Martí, porque sabía el valor de lo que sustraía del país. Al principio los contamos todos como actas de defunción, sin embargo, cuando comenzamos a clasificarlos por época, hospital o parroquia, fue que nos percatamos de la existencia del certificado de José Francisco.
«Cuando leímos el nombre y los apellidos nos sorprendimos, porque Martí puede ser un apellido común, pero Zayas-Bazán es raro, y sería mucha coincidencia. Nos parecía increíble estar frente al certificado de matrimonio de José Francisco Martí Zayas-Bazán, el Ismaelillo; por eso casos como estos nos convocan a seguirnos preparando, logrando una armonía laboral y respeto mutuo con los especialistas de la Aduana.
El certificado de matrimonio está fechado en 1916, mide 21,5 x 15,5 centímetros; está considerado como de Grado de Valor I y Valor documental/histórico, y se conserva en buen estado. El mismo cuenta con el cuño de la parroquia de término del Sagrado Corazón de Jesús y con la firma del párroco de la iglesia, además de aparecer asentado con el número 101 del Libro 24.
El Registro Provincial de Bienes Culturales, adscrito al Centro Provincial de Patrimonio Cultural, dictaminó que el documento en cuestión tiene valor patrimonial y museable, a tenor de la Resolución No. 3/89, por tratarse también de un documento que posee más de 50 años de antigüedad y valor histórico.
Según los especialistas de Patrimonio Provincial y de la Aduana, frecuentemente enfrentan intentos de extracción del país de objetos, fotos, libros o documentos con valores históricos y patrimoniales.
En el aeropuerto de Varadero el pasado año fueron decomisadas 23 piezas patrimoniales y 717 no patrimoniales, estas últimas porque necesitaban ciertos requisitos de certificación para su exportación.
Por ese motivo los aduaneros persisten, junto a los especialistas de Patrimonio, en preservar y evitar las expoliaciones de inescrupulosos que tratan de lucrar con los bienes culturales, en la mayoría de los casos únicos y de alto valor histórico.
Cubano consecuente
José Francisco no solo es una figura importante por haber sido el hijo adorado del Apóstol, sino que supo ser un cubano de pundonor hasta sus últimos días.
En 1897 arriba a Cuba en una expedición y se incorpora a la tropa del mayor general Calixto García, en la cual se le asignó el caballo que montaba su padre al caer en combate, además de entregársele la leontina que este le prometiera antes de morir.
Ocupó el cargo de artillero y fue ascendido a capitán por su valiente actuación durante la batalla de Las Tunas.
Según EcuRed, al terminar la guerra trató de continuar sus estudios de Derecho en la Universidad de La Habana, pero la carencia de recursos le hizo aceptar un modesto puesto como empleado público en la Aduana. Se convirtió en un fiel amigo de Gonzalo de Quesada y este, en enérgica protesta ante el Gobierno, pidió reincorporar a José Francisco al Ejército. Reincorporado a las fuerzas armadas, fue el oficial que ordenó la tropa en el cambio de banderas ante el Palacio de los Capitanes Generales, el 20 de mayo de 1902.
Durante el mandato de José Miguel Gómez fue ascendido, primero a comandante y después a coronel, hasta Jefe del Estado Mayor. Durante el Gobierno de Mario García Menocal, José Francisco fue designado como secretario de Guerra y Marina, con el grado de General.
Un año antes había contraído matrimonio con María Teresa Bances y Fernández Criado. No tuvieron descendencia. Al cesar su cargo en esa Secretaría, José Francisco se acogió al retiro.