¿Qué edad tiene mi zapato? Autor: Adán Iglesias Publicado: 21/09/2017 | 06:00 pm
«¡Oye Melanie, deja de dar brincos que vas a romper los zapatos! Quédate quieta, sentada…».
Y Melanie obedeció con la cabeza baja durante dos, tres… cinco minutos, porque de repente quiso unirse al resto de los niños que jugaban con los confetis y los caramelos de la piñata. «¡Niña, estáte tranquila! Compórtate, que luego rompes el taconcito…».
Con poco más de cinco años a la pequeña le exigían que se comportara como si tuviera el triple de su edad, sobre todo porque sus zapatos podían rayarse y romperse. Y como a ella, a Samantha también la regañaba su madre si se ponía a darle puntapiés a la pelota con sus amigos, mientras que a Paolo casi no lo dejaban pararse de su asiento para que su papá no tuviera que pasarle tan seguido el pañuelo a sus mocasines nuevos que «mira cómo están de sucios; tú no los cuidas, mijito».
¿Acaso esos padres no se percataron de que sus hijos son tan solo unos niños? Como tales ansían saltar, bailar, jugar, correr, revolotear sin que unos zapatos se lo impidan… y mucho menos si se trata de un calzado que no se corresponde con su edad.
Lamentablemente, escenas como estas son comunes y a diario podemos ver a niñas y niños que parecen «mujeres y hombres recortados», pues su vestuario y zapatos son piezas hechas a su medida, pero siguiendo modelos de adultos. En el caso de estos últimos valdría la pena preguntarse si el uso inadecuado para su edad de determinados diseños les traería problemas en la estructura de su pie desde el punto de vista médico.
Alelé, Alelé, que me duele un pie…
Deformaciones en los dedos, alteraciones en las uñas y problemas más graves como dificultades de la marcha y empeoramiento de estas u otras patologías que ya existían de forma congénita, son algunas de las consecuencias de un uso incorrecto de calzado en la edad infantil, según señalan los especialistas.
Para ayudar al óptimo desarrollo y crecimiento del niño, los expertos aconsejan prestar especial atención en la elección de los zapatos desde los 12 meses y hasta los tres años, pues en ese intervalo se determina la forma básica del pie, se definen los arcos naturales y los pequeños asientan la facultad de caminar.
Apuntan los expertos que hasta que el bebé cumple un año, la función del calzado es simplemente la de proteger del frío, la humedad y los roces del suelo. El idóneo es precisamente aquel que protege al pie sin deformar la marcha, que facilita la realización normal del paso y que se adapta desde el primer día a las dimensiones del pie del niño.
Es importante que los zapatos estén elaborados con materiales naturales y flexibles que permitan la transpiración y la libertad de movimiento en el pequeño que ya comenzó a andar y que carezcan de costuras internas que causen roces.
Sucede que debemos adaptar el calzado al pie y no al revés, sin dejarnos llevar por las tendencias de la moda y sin querer apurar al niño o a la niña en el uso de lo que aún no está apto para su edad, asevera el doctor Ernesto Fleites, especialista en Ortopedia y Traumatología.
«Niñas que usan sandalias similares a las de las mujeres, pegadas al piso y sin agarre atrás, padecerán una tendinitis extensora, como también puede sucederles a las personas adultas. La fascitis plantar puede ser otra consecuencia, aparejada con un dolor característico en el calcáneo (uno de los huesos del tarso).
«El uso de tacones provoca metatarsalgias y es un predisponente a esas edades a osteocondritis del segundo metatarsiano, así como el uso de zapatos de punteras estrechas condicionará la aparición del juanete».
El galeno se refiere a padecimientos no exclusivos de los pequeños pero que pueden provocar cuadros más graves en edades tempranas, como cuando los padres potencian el uso en sus hijos de un calzado no acorde con la edad.
La ocurrencia de esguinces está asociada en cierto grado al uso de tacones altos, agregó el especialista, quien insiste en que este tipo de calzado no tiene por qué ser empleado en el vestuario de una niña, ya no como una diversión en casa con las cosas de la madre o la abuela, sino como parte de su indumentaria.
A consulta pueden acudir los padres que comprueben la existencia de alteraciones en los pies de sus hijos como el pie plano o cavo, caídas continuas y dolores por la noche, entre otras, principalmente a partir de los tres años.
«Con frecuencia realizamos cirugías correctoras del pie cavo, la mayoría de las cuales responden a enfermedades neurológicas de base. En ocasiones los padres vienen con la intención de someter a una intervención quirúrgica a su hijo por tener un pie plano algo flexible y accedemos si responde a un cuadro doloroso, porque de no ser así las consecuencias terapéuticas pueden ser peores, al lograr un pie normal pero con dolor».
—¿Cuán beneficioso resulta el uso de calzado ortopédico?
—Algunos especialistas no confían en sus beneficios. Lo cierto es que, independientemente de que contribuye a la mejoría de los casos, no siempre se cumple tácitamente lo orientado.
«Las conocidas botas, las correas, cualquier aditamento recomendado debe ser usado por el niño todo el tiempo, excepto al dormir y cuando se bañe. Los padres no respetan las prescripciones como debe ser, pues cuando el niño regresa del círculo infantil o de la escuela y cuando van a salir, les cambian los zapatos.
«En el caso de la curvatura o hiperextensión de las rodillas hacia atrás, por ejemplo, los progenitores sí acatan lo que les decimos en función del uso del calzado del profesor Álvarez Cambras para recurvatum, pues se percatan inmediatamente de la corrección inmediata del defecto».
El doctor Fleites insiste en la supervisión constante del niño por parte del adulto. «No pocas veces recibimos en Urgencias a niños que se hieren sus pies por andar descalzos y las consecuencias pueden ser graves en el momento y a largo plazo, a partir de una osteomielitis del calcáneo que se puede producir por heridas penetrantes, o por la necesidad de operar un granuloma causado por fragmentos de un cuerpo extraño alojado en el pie».
En relación con el uso inadecuado del calzado en edades tempranas, el doctor Fleites es categórico. «Ningún adulto corre en una pista con tacones, lo que quiere decir que cada tipo de calzado tiene su edad apropiada y que su elección depende de la actividad que realicemos, requisito que debe respetarse en el caso de los menores, a quienes no se les deben imponer modas y caprichos no ajustables al momento en el que viven».