La campiña ganadera se vistió con cara feliz y una juventud casi proverbial. Autor: Yahily Hernández Porto Publicado: 21/09/2017 | 05:47 pm
Camagüey.— La campiña ganadera se vistió con cara feliz y una juventud casi proverbial. La campiña agramontina, esa que resguarda como nada la tradición campesina, invitó a los más pequeños de casa, adolescentes y jóvenes, a enlazar su cuatro de abril, de manera diferente.
El espectáculo, añejo por sus orígenes montunos, legendarios, cubanía, se adueñó de la destreza de quienes a pesar de su corta edad, no temieron ni al toro bravo ni al caballo cerrero.
Las amazonas, niñas ágiles y astutas, asombraron a los duchos en el idioma del « ¡so caballo!» y la monta, el enlace de terneros y hasta la equitación, fueron puros derroches del manejo del arte equino.
Nada escapó al gran espectáculo. Ingeniosos acróbatas, deslumbraron por su dominio, y la cocina de casa, exhibió los más ingeniosos platos tradicionales y sus miles de maneras rusticas de prepararlos.
¡Y pa´ qué hablar de los bailes campesinos, el son montuno, el zapateo cubano! Los pioneros pusieron bien en alto a la Caringa de antaño y al papalote de tantos….
La apertura de la gran fiesta de pioneros y jóvenes en la verde llanura camagüeyana enlazó la tradición, las raíces con los cumple, con los abriles del nuevo aniversario.