Las parrandas son tradición viva en el centro de la Isla. Autor: Archivo de JR Publicado: 21/09/2017 | 05:43 pm
Punta Alegre, Chambas, Ciego de Ávila.— Las Parrandas de Punta Alegre, una de las festividades más antiguas y arraigadas de la provincia de Ciego de Ávila, arribaron en diciembre de 2013 a sus cien años de vida, en un fenómeno cultural del cual forman parte 17 territorios de Cuba, como Remedios, en Villa Clara, o la ciudad de Chambas, al norte del territorio avileño.
Los historiadores recogen al 24 de diciembre de 1913 como el inicio oficial de estas fiestas, aunque algunos también coinciden en que desde mucho antes tenían lugar esas festividades, con un carácter más modesto, en el poblado donde se demarcó el realengo de San Juan de Nepomuceno de Punta Alegre, en 1848, al norte de la actual provincia de Ciego de Ávila.
A la usanza de las remedianas —donde la comunidad se agrupa en los símbolos—, las de este poblado pesquero se dividen en dos bandos, El Yeso y la Salina, lo cual fue idea original de dos hermanos de apellidos Lastra, quienes se inspiraron en las dos actividades económicas fundamentales de la localidad, la salina Estrella del norte, de la familia Blanco-Florido, y la fábrica de yeso, ubicada al oeste del poblado.
Como es tradición en estas fiestas, las carrozas, caracterizadas por su gran tamaño y colorido, tienen un papel protagónico, pues identifican los barrios y representan temas mitológicos, litúrgicos y tradiciones del lugar. Su construcción se realiza en el mayor secreto posible y en esta intervienen los pobladores y artistas aficionados.
El otro protagonismo de las parrandas puntalegrinas está en los fuegos artificiales, que junto a la exhibición de las carrozas, la música y el baile a ritmo de conga y changüí convierten a esta expresión cultural en una verdadera festividad de fuego, que ha atravesado la prueba del tiempo como una de las huellas más palpables de identidad.