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Cuba: una voz autorizada para hablar de derechos raciales

Ante el Mecanismo de Examen Periódico Universal de los Derechos Humanos, el mundo es consciente del trabajo que desarrolla nuestro país contra el racismo y otras formas de discriminación

Autor:

Yailé Balloqui Bonzón

Una buena parte de los esfuerzos de más de 50 años de Revolución Socialista han estado encaminados en Cuba a la lucha contra la discriminación racial, gracias a una política estatal dirigida desde sus albores a beneficiar e igualar a todos los estratos de la sociedad.

Esta estrategia se ha sustentado siempre en las políticas de participación ciudadana e incluyentes, promovidas por la dirección de una nación, abocada hoy a consolidar la erradicación de los principales problemas de discriminación.

Son logros no pocas veces admirados por la mayoría de los países del mundo que señalan a Cuba como paradigma de las luchas antirraciales, libradas no solo dentro de la nación. No puede el mundo relegar jamás los aportes que fuera de sus fronteras ha hecho esta pequeña Isla a lo largo de su historia, y continúa haciendo.

Una página gloriosa escrita por los cubanos junto a sus hermanos africanos fue la lucha contra el Apartheid, una de las formas de discriminación más denigrantes de la historia, y tiene Cuba absolutamente todo el derecho de mostrar al mundo sus logros en ese sentido y, por supuesto, que se le reconozcan.

Cuba ante el EPU

Luego del contundente informe presentado por Cuba el 1ro. de mayo pasado al Mecanismo de Examen Periódico Universal (EPU) del Consejo de Derechos Humanos y el posterior debate que se produjo en torno al mismo, el mundo pudo constatar que el país avanza en su empeño de alcanzar el más amplio disfrute de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales para todos.

Es el EPU un mecanismo de revisión periódica del cumplimiento de las obligaciones y compromisos en materia de derechos humanos, que lleva a cabo el Consejo de Derechos Humanos, y es además un proceso de diálogo, único y universal, al que deben someterse todos los Estados miembros de las Naciones Unidas.

Se trata de un proceso que entró en su segundo ciclo, luego de haber sometido a examen los 193 Estados miembros de la ONU. En febrero de 2009 Cuba se presentó a su primer ciclo del EPU, con un resultado muy positivo.

En esta segunda ocasión, y con la participación de 132 naciones, Cuba recibió el apoyo de la mayoría de los países que reconocieron los avances en materia de derechos humanos alcanzados por ella.

Como parte de la delegación cubana que sustentó el informe presentado en mayo ante el EPU, Zuleica Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro (ICL), describió ante los Estados miembros cómo trabaja la Isla por alcanzar el más amplio disfrute de todos los derechos y libertades fundamentales.

En conversación con JR, la intelectual cubana dijo que la diversa delegación de la Isla al ejercicio del EPU estuvo integrada entonces por funcionarios del Gobierno y por personas que en instituciones culturales o de otro tipo han desarrollado trabajos profesionales, creaciones artísticas o literarias, o activismo relacionado con prejuicios, estereotipos y manifestaciones de la sociedad que caen dentro del campo de los Derechos Humanos.

En su caso particular, explica, su trabajo estuvo encaminado hacia los derechos de tipo cultural o social a partir de su profesión de socióloga, de su cargo como Presidenta del ICL y de escritora interesada en los temas que tienen que ver con los asuntos interraciales en Cuba.

Luego del informe que presentó el ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, las delegaciones de los diferentes países expresaron sus sugerencias, recomendaciones u opiniones relacionadas, en gran medida, con los derechos civiles en Cuba.

La también autora del libro Elogio de la altea o las paradojas de la racialidad, relata que las naciones que intervinieron son conscientes del trabajo que en el país se ha desarrollado a lo largo de más de 50 años para contrarrestar los estereotipos y prejuicios asociados a la inferiorización por concepto de género, de raza o de origen social.

Sin embargo, a juicio de Romay, teniendo en cuenta la resistencia que estos estereotipos y prejuicios siempre tienen en la intersubjetividad de una sociedad, el trabajo para solventar esta situación es a muy largo plazo.

Hoy de forma explícita nadie, por el color de su piel, puede prohibirle a otro ir a ningún lugar público, ni puede condicionar su participación en ningún proceso o acontecimiento o suceso cultural, social, deportivo, económico. Negros y blancos estudian en las universidades y aspiran a las profesiones y distinciones y gratificaciones morales o materiales asociadas a su capacidad profesional, sentencia.

Esta situación se contrapone con la de otras sociedades burguesas y desacreditadas donde los negros están en la base de la pirámide social y la mayoría no logra lo que hasta hoy se ha alcanzado en Cuba.

«Creo que nosotros tenemos un avance social y general que se ha constituido en un sedimento que nos permite hacer progresiones en esta lucha de una forma más profunda, más rápida y más radical que los demás».

Zuleica Romay, quien alienta el debate crítico y constructivo del tema, lamentó que en el país se adolezca de un entramado legal más definido para enfrentar actitudes de rechazo o maltrato por el color de la piel.

«Es cierto que tenemos muy bien fijados en nuestros preceptos constitucionales la igualdad desde todos los puntos de vista, lo cual incluye la condición racial, pero también es cierto que los asuntos relacionados con la subjetividad humana no se resuelven solo con declaraciones de principios, que es el papel de una Constitución, sino que la sociedad necesita crear un marco jurídico que permita orientar a los ciudadanos acerca de cómo denunciar un abuso, un irrespeto, alguna acción que las personas consideren discriminatoria o inferiorizante».

Combinar acciones de carácter educativo, campañas de bien público y acciones en el terreno cultural para que la ciudadanía vaya asumiendo que el respeto también es una demanda inherente a los derechos humanos, son herramientas poderosas para concientizar a la sociedad en ese sentido, considera la socióloga.

El respeto a la orientación sexual, la valorización por igual de las personas independientemente del color de la piel, o de su origen social es algo que tiene que ver con el ejercicio pleno de los derechos humanos. O sea —reafirma la intelectual—, «que nuestra actitud cotidiana parta de respetar ese derecho; asumir la diferencia como lo natural es una tarea de la sociedad toda, no solo de lo institucional y del Estado».

Los procesos de toma de conciencia son más efectivos cuando se hacen desde la diversidad social y cuando los diferentes miembros de la sociedad se sienten implicados en el avance de esos procesos.

Además, apunta, no se debe parcelar el tema de las discriminaciones. «La sociedad debe crear un marco legal que impida todas las discriminaciones y todos los prejuicios que se ejercen contra otro con cualquier tipo de diferencia. No delimitarlas solo al tema racial o de género o de orientación sexual. Tenemos que lograr que la sociedad entienda lo natural de la diferencia y tenemos que luchar contra todo el que codifique esas diferencias en términos de inferiorización».

Como lo ha podido comprobar el mundo, en Cuba estamos llegando a la cima de la cuesta en el largo camino por concientizar a todos en la igualdad plena y en la total erradicación de los prejuicios, no solo raciales, sino de cualquier índole. Sin dudas esta Isla es una voz autorizada para hablar de derechos raciales.

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