Seriocha Amaro Valdés, autor del libro. Autor: María Antonia Valdés Publicado: 21/09/2017 | 05:33 pm
El pasado 25 de abril se presentó en el hotel El Bosque, en el municipio de Playa, en la capital, el libro Lista Roja de la fauna cubana, fruto de la investigación del biólogo Seriocha Amaro Valdés, del Instituto de Ecología y Sistemática del CITMA.
Por vez primera se compilan todas las especies y subespecies (táxones), terrestres y marinas, que han sido evaluadas por la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN) y especialistas nacionales, desde 1994 hasta 2011.
La Lista Roja de la UICN, o Lista Roja global, es el inventario mundial más completo y de mayor autoridad del estado de conservación de las especies y subespecies de animales y plantas. Su fin general es transmitir la urgencia y magnitud de los problemas de conservación al público y a encargados de tomar decisiones, y motivar a la comunidad internacional a tratar de reducir la extinción de las especies.
En la presentación del libro, Seriocha Amaro expuso que entre los usos de la Lista Roja de la UICN están atraer la atención sobre la magnitud e importancia de la diversidad biológica amenazada, identificar y documentar aquellas especies que más necesitan acciones de conservación, proveer información a trascendentales eventos internacionales y establecer una línea base desde la cual vigilar el estado futuro de las especies, brindar información para ayudar a establecer prioridades de conservación en los niveles locales, guiar estas acciones y ayudar a influir en las políticas nacionales e internacionales.
La UICN adoptó en 2001 un sistema de nueve categorías estandarizadas de fácil comprensión para clasificar especies en alto riesgo de extinción global. En 2003 esta ONG estableció directrices que facilitan el empleo de las categorías de la Lista Roja global a nivel regional o nacional, que posibilitan publicar una lista roja solo referida a esos niveles.
La nuestra
La Lista Roja de Cuba fue prologada por Vicente Berovides Álvarez, profesor titular de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, quien expuso que «todo país que realmente se interese en la conservación de su biodiversidad debe hacer tres cosas de manera inmediata: crear áreas para su protección, elaborar una lista roja de sus especies amenazadas, y emprender acciones efectivas de manejo para mitigar o eliminar las amenazas mayormente antrópicas (humanas) que hoy afectan a un gran número de especies. En el primer aspecto ya hemos avanzado algo, el segundo se logra, ¡al fin!, con esta Lista Roja de la fauna cubana (ya tenemos la de las plantas…) y del tercero aún queda mucho por hacer».
El autor reseña en la Introducción de este libro los cinco factores fundamentales que afectan a la fauna cubana: la destrucción del hábitat (identificado como el principal, debido a la limitada distribución de múltiples especies y subespecies), la caza furtiva, la introducción de especies exóticas, el comercio ilegal y la contaminación ambiental.
Amaro expone un riguroso bosquejo histórico sobre las evaluaciones del estado de nuestra fauna por parte de diferentes naturalistas, que comenzaron en 1839, cuando el zoólogo francés Alcides D’Orbigny en el tomo dedicado a las aves de la obra Historia física, política y natural de la Isla de Cuba, de don Ramón de la Sagra, se refirió a la disminución del guacamayo cubano (Ara tricolor) y que posteriormente el naturalista alemán Juan Gundlach declarara extinto en estado silvestre.
En el acápite Categorizaciones, el autor recoge las diferentes evaluaciones realizadas por especialistas nacionales que comenzaron en 1974, cuando un colectivo de especialistas del entonces Instituto de Zoología de la Academia de Ciencias de Cuba, guiados por Gilberto Silva Taboada, elaboró una serie de criterios análogos a los de la UICN. La mayor evaluación de táxones de la fauna cubana realizada por especialistas nacionales aparece en el libro Estudio nacional sobre la diversidad biológica en la República de Cuba, publicado en 1998 e incluido entre los 50 hitos de la ciencia revolucionaria.
Otra importante categorización de especies de nuestra fauna fue realizada entre 1996 y 1999 con la celebración de los talleres para el Análisis de la Conservación y Plan de Manejo de una selección de especies cubanas (CAMP: Conservation Assessment and Management Plan), convocados por el Jardín Zoológico de La Habana, que contaron con la participación de Ulysses S. Seal (ya fallecido), presidente entonces del Grupo de Especialistas en Conservación y Cría (CBSG, por sus siglas en inglés) de la Comisión de Supervivencia de Especies de la UICN, y de especialistas cubanos de varias instituciones. En los cuatro talleres efectuados fueron categorizadas 62 especies y subespecies de invertebrados y vertebrados cubanos.
En el capítulo sobre la Metodología, el autor recoge las 11 categorías (y su significado) y los criterios para las categorías de amenaza, que establece la Lista Roja de la UICN para las evaluaciones que se realizan a nivel nacional o regional. Así técnicos y especialistas de nuestras áreas protegidas pueden interpretar y valorar las categorías que han sido asignadas a las especies bajo su protección y estudio, y relacionarlas con el estado actual de sus poblaciones.
El autor no evaluó la totalidad de los táxones que aparecen en esta Lista Roja, sino que incorporó las categorías asignadas por la de la UICN (estatus global) y las otorgadas por especialistas nacionales (estatus regional). Solo le asignó a la bijirita de Bachman (Vermivora bachmanii), un ave norteamericana —rara visitante invernal en Cuba que no ha sido observada desde hace más de 40 años— la categoría de Extinto a nivel regional. En el sur de Estados Unidos, donde crían esta pequeña ave, no existen registros confiables desde hace varias décadas, y aparece evaluada en la Lista Roja de la UICN como En peligro crítico (posiblemente extinta).
En la metodología se señalan los cambios recientes en los nombres científicos de las especies cuando estos no coinciden con el que tienen en la Lista de la UICN o en las evaluaciones anteriores realizadas por especialistas de Cuba, y se citan en cada caso las fuentes (108 en total) donde aparecen los nuevos arreglos taxonómicos.
Se analiza el estatus de presencia en Cuba de algunas especies, excluyendo aquellas que han sido referidas a nuestro país en la Lista de la UICN, pero que son de presencia no confirmada en el país. Entran ahí fundamentalmente una serie de especies de crustáceos, peces, aves y mamíferos marinos. Se incluye una serie de invertebrados, peces, aves y mamíferos marinos de presencia confirmada en Cuba, pero no referidas a nuestro territorio en la Lista Roja global. La revisión sobre el estatus de presencia en Cuba de estas especies actualiza las cifras sobre el estado de la fauna cubana en los grupos tratados en la nueva obra.
En esta se categorizan 1 113 táxones de nuestra fauna, de ellos 1 027 especies y 86 subespecies, pertenecientes a cuatro phyla (filos), 15 clases, 81 órdenes, 231 familias y 538 géneros. De estos, 408 (333 endémicos de Cuba) se incluyen dentro de alguna de las categorías de amenaza: En peligro crítico (58), En peligro (79) y Vulnerable (271).
La Lista incluye un total de 284 táxones (204 especies y 80 subespecies) que no figuran en la Lista de la UICN, ya que solo han sido evaluados por especialistas nacionales. En especial 89 especies de moluscos terrestres, 40 de arácnidos y 61 especies de reptiles, grupos pobremente representados en la Lista Roja global.
Las referencias incluyen unas 700 citas de trabajos relacionados con la conservación de nuestra fauna desde 1839 hasta marzo de 2012, las que unidas a las de carácter taxonómico, o para justificar o no el estatus de presencia en Cuba de las especies, suman 811.
Valoraciones sobre este libro
Dos eminentes zoólogos cubanos —junto a otros ocho especialistas— participaron en la revisión de la obra de Amaro Valdés. Sus sentencias formaron parte de los avales presentados al Consejo Científico del Instituto de Ecología y Sistemática para su aprobación el 12 de febrero de 2009.
El aracnólogo Luis F. de Armas Chaviano, por ejemplo, planteó que «La Lista Roja de la fauna cubana viene a suplir una necesidad perentoria de la zoología cubana y caribeña, y constituye una importante contribución a la conservación de la fauna cubana, a la vez que enmienda desaciertos y supera insuficiencias presentes en otras fuentes».
El octogenario Gilberto Silva Taboada, decano de los zoólogos de Cuba, expresó que la obra, «aparte de su utilidad para la comunidad internacional involucrada en la esfera de la conservación faunística (…) constituye, sin duda, una contribución significativa al trabajo de los zoólogos cubanos implicados en su cobertura taxonómica».