Con el bojeo a nuestra isla mayor, los guardiamarinas han demostrado que están preparados para ocupar sus cargos primarios en las unidades militares. Autor: Hugo García Publicado: 21/09/2017 | 05:32 pm
Hace 19 días, Dany y Oranis «se aferran» a sus sueños. Durante cuatro horas diarias estos guardiamarinas han depositado sus anhelos en un objeto de un metro de diámetro, con capacidad suficiente para guiar empeños y llevar la travesía.
Una oportunidad esperada desde que iniciaron la Academia Naval Granma, en 2009, y comenzaron a formarse como «hombres de mar». Este lunes llegaron a Matanzas, penúltimo puerto de su viaje de aprendizaje a bordo de los buques de instrucción XIV Festival y Tuxco, respectivamente.
Timón mediante, se han propuesto gobernar su embarcación durante unas veinte millas cada día «en un ejercicio que constituye la parte práctica de la teoría recibida en el aula, y que una vez graduados les facilitará desempeñarse en los cargos primarios que ocuparán en las unidades de superficie», le han escuchado decir al capitán de fragata Ricardo Hernández Galego, segundo jefe de la cátedra de Cubierta.
Por supuesto que esta responsabilidad la comparten con los oficiales que están de guardia frente a los barcos, quienes velan por mantener el derrotero planificado.
Entonces asumen una postura única: de pie, frente a la rueda de madera y con todos los sentidos puestos en la tarea encomendada, escuchan hacia dónde deben corregir el rumbo según los grados necesarios a babor o estribor.
Mas han aprendido que para desarrollar esta tarea no basta el empeño, necesitan también conocer los datos táctico-técnicos de la embarcación que guían, las características de la región, las señales de ayuda a la navegación y aprovechar al máximo el trabajo en equipo.
Tal vez por ello, durante esta última parte de la travesía hablan de haber redoblado la vigilancia por estar cerca de la cayería y de varios dispositivos separadores de tráfico marítimo; tratan de no salirse ni un grado fuera de lo establecido.
En esos momentos aseguran aplicar lo aprendido en las clases de Navegación, del Reglamento Internacional para Prevenir Abordajes (RIPA) y del Aseguramiento para el Empleo Combativo.
Ahora se prueban como timoneles, sin embargo, no olvidan sus obligaciones de navegantes, y advierten cómo el tramo de la ruta planificada horas antes es por el que se fijan en este momento. Entonces llegan los recuerdos de los cálculos realizados para llegar al rumbo final.
Saben que estas mediciones también las realizan sus compañeros de clases en el buque escuela Carlos Manuel de Céspedes. «Así, de forma práctica o simulada, calculamos la trayectoria real del buque y lo posicionamos en la carta cada media hora. Además, trabajamos con programas como Ofshore y Navi Sailor», rememora Adicney Pérez.
Marinero quiero ser
Tal vez muchos no lo entiendan, pero ellos dominan que guiar una embarcación requiere cuidado, pues aunque sobre el mar no están marcadas las vías de tránsito, deben reconocer las zonas de navegación costera que, por las características físicas del buque, este puede navegar.
«A no menos de tres millas de la costa y cuidando la distancia con el dispositivo por donde transitan los barcos de mayor porte y velocidad», le advirtieron los responsables de las tripulaciones.
Durante este tiempo han aprendido que formar parte de una agrupación naval les impone guardar distancias y realizar maniobras para no colisionar. «Porque cuando hay un accidente en el mar todos somos responsables, pues debemos estar atentos a los buques que se mueven alrededor y hacer maniobras para evitar el abordaje», puntualiza siempre el profesor Galego.
Llevar el timón no es una actividad mecánica. Deben tenerse en cuenta, además de la ruta programada, los factores hidrometeorológicos que afectan a la embarcación, dígase abatimiento, deriva, la evolución del buque hacia una banda u otra, así como la actitud personal frente a la tarea, porque esta responsabilidad necesita mucha fuerza de voluntad para que cuando el mar se ponga malo no pueda sacarte del rumbo, advierte Oranis.
Detrás de sus palabras existe satisfacción, pues conoce que según el segundo jefe de la misión, el capitán de fragata Hernández Galego, ante este compromiso deben demostrar dominio, preparación teórica y práctica, consagración, sacrificio y, sobre todo, vocación marinera.
Oranis y Dany tienen horarios de guardia diferentes y lo saben. Ansían preguntarse en qué piensan cuando terminan. Mas, en este momento tienen un pensamiento común: en sus manos llevan el cuidado de medios y vidas que descansan o aprenden de este bojeo. Ahora les toca soñar con el momento en que desde un puente de mando puedan entrar a la bahía, gobernando una embarcación.
Bojeo por la historia
Los guardiamarinas han demostrado con el bojeo a Cuba, dedicado al Aniversario 60 de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, que han asimilado los conocimientos que adquirieron durante cuatro años en la Academia Naval Granma y que están preparados para ocupar sus cargos primarios en las unidades militares una vez graduados.
El capitán de fragata Ramón Jiménez Romero, segundo jefe de la travesía, añadió que se han cubierto todas las expectativas y cumplido con los objetivos propuestos.
Han visitado sitios importantes como el Cuartel Moncada, el Segundo Frente Oriental y escalaron el Pico Turquino.
En las palabras de agradecimiento, la joven Yanelis de la Cruz, de la especialidad de Cubierta, significó la importancia de este viaje de instrucción para el futuro en sus respectivas unidades militares.
La engalanada flotilla salió el 21 de marzo desde La Habana, rada a la que retornan el próximo diez de abril, a las nueve de la mañana.
En la provincia de Matanzas intercambiarán con estudiantes de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, visitarán el Museo de la Ruta del Esclavo (Castillo de San Severino); la Cueva de Bellamar y el polo turístico de Varadero, programa que pretende ampliar la cultura general integral de los jóvenes.
Las principales actividades realizadas a bordo estuvieron relacionadas con la explotación de la técnica y el armamento, además de ejercicios de mando como la exploración y el abandono de los buques, entre otras fundamentales de la vida en el mar.
En total participan 94 guardiamarinas, de ellos, 15 mujeres. La ceremonia de recibimiento en los muelles del puerto de la bahía de Matanzas estuvo presidida por Tania León Silveira, presidenta del Gobierno provincial, jefes y oficiales de las FAR, la Marina de Guerra Revolucionaria y de la Región Militar de Matanzas, y estudiantes de diversas enseñanzas del territorio.