La ceiba martiana de Puerto Padre entraña cuánto ha significado para esa pintoresca villa la figura y el pensamiento del Apóstol de la independencia cubana. Autor: Julián Puig Publicado: 21/09/2017 | 05:29 pm
PUERTO PADRE, Las Tunas.— Este 28 de enero cumple 60 años de existencia una ceiba igual a cualquiera de su especie… ¡pero diferente! En efecto, se trata del ejemplar que despliega su follaje y entierra sus raíces frente a la iglesia parroquial de esta ciudad. ¿Qué distingue a este árbol del resto de sus congéneres? Nada menos que su relación con el centenario del natalicio de José Martí.
«Para celebrar tan importante efemérides en 1953, se creó en la Villa Azul un comité, presidido por Antonio Amado Escalona Mastrapa, alcalde municipal, y de instituciones sociales y educacionales tales como escuelas públicas, academias privadas y el periódico El Localista —recuerda Ernesto Carralero Bosch, historiador de la Ciudad—. El grupo efectuó su primera reunión el día 10 de enero».
El programa del los festejos —previstos para desarrollarse entre los días 25 y 31 del propio mes— se concibió con diversas actividades. Incluía la siembra de una postura de ceiba a la izquierda del templo religioso citado, en las cercanías del Rincón Martiano del parque que, precisamente, ostenta el nombre del más universal de los cubanos.
«La postura fue un regalo de la Estación Experimental de San Antonio de los Baños —prosigue Carralero—. Se plantó en la mañana del 28 de enero, con tierra de los 13 barrios del antiguo término municipal de Puerto Padre, que se extendía desde La Yaya hasta Naranjo. La siembra corrió a cargo del alcalde. Acudió mucha gente del pueblo, incluidos estudiantes, todos interesados en ser testigos de aquel suceso que intentaba perpetuar la memoria de Martí.
El acto se inició con el Himno Nacional, interpretado por la Banda Municipal. Hubo discursos, entre ellos el de Gilberto Fajardo, director y dueño de la Academia Fajardo, y el de Alcides Ramírez, director del periódico El Localista, quien redactó las actas de la ceremonia.
«Un libro firmado y anotado por los participantes se unió a las actas, que fueron depositadas en el mismo hueco donde se sembró el árbol simbólico —acota Carralero—. Un asistente, José R. Balmaseda, escribió: «Maestro, aún a los cien años de tu nacimiento, tu concepción de Patria no existe. El pueblo te añora, te recuerda. Vuelve, Maestro».
La ceiba martiana de Puerto Padre entraña cuánto ha significado para esa pintoresca villa la figura y el pensamiento del Apóstol de la independencia cubana.