Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Entre los trabajadores hay muchos Lázaro Peña

El pueblo cubano recuerda al líder de la clase obrera en el centenario de su natalicio

Autor:

Hugo García

Matanzas.— Siempre me ha llamado la atención cómo un hombre de la estatura de Lázaro Peña no fue asesinado por las causas que defendió. Quizá su grandeza sorteó los tortuosos caminos que los explotadores bifurcaron para limitar su alcance en la sociedad trabajadora cubana en los años de la seudorrepública.

Este domingo los cubanos celebran el centenario del natalicio de quien recibió el justo calificativo de Capitán de la Clase Obrera, lo que significaba estar en la vanguardia pese a la represión y otras conductas tenebrosas de los patrones.

Apenas con diez años ya andaba entre los desposeídos, pues con esa corta edad se convirtió en aprendiz de herrero, carpintero, yesista y cuanto trabajo apareciera para recabar unas monedas o apropiarse de un oficio que le abriera paso.

¡Cuántos lamentos habrá escuchado durante esas jornadas agotadoras! Le ocurrió como a Martí en Caimito del Hanábana, donde presenció los rigores de la esclavitud. Así Lázaro forjó su carácter y su condición de cubano: al lado de los humildes.

Nació el 29 de mayo de 1911. Su familia era extremadamente pobre y quedó huérfano de padre a los diez años. En la fábrica de tabacos El Crédito lo colocaron como auxiliar del cafetero, lo que alternaba a veces con las lecturas de tabaquería y el oficio de torcedor.

Con solo 18 años ingresó al Partido Comunista y sufrió encarcelamiento en 1932. Dos años después lo eligieron secretario general del Sindicato de Tabaqueros de La Habana y se convirtió en miembro del Comité Ejecutivo de la Confederación Nacional Obrera de Cuba, la que dirigió al año siguiente.

Su extensa biografía consagrada a la causa revolucionaria recoge que fue el primer Secretario General de la CTC (Central de Trabajadores de Cuba), fundada en enero de 1939, y que participó además en la fundación de la Federación Sindical Mundial en 1945.

Antiimperialista por excelencia, defendió siempre las causas de los pueblos explotados y oprimidos.

En los años iniciales de la Revolución retornó a la dirección de la CTC hasta 1966, cuando asumió responsabilidades al frente del Departamento de Organizaciones de Masas del Partido Comunista de Cuba. A propuesta de los trabajadores, en 1973 fue elegido nuevamente Secretario General durante el XIII Congreso obrero, unos cuatro meses antes de fallecer, el 11 de marzo de 1974.

Durante el sepelio del líder sindical, el Comandante en Jefe ratificó que como una vez había dicho que en el pueblo hay muchos Camilo, «hoy decimos que entre los trabajadores hay muchos Lázaro. A ellos corresponde continuar su obra».

¿Quién lo hizo, quién lo forjó incansable luchador revolucionario? Lo hizo el pueblo, lo forjó su clase sufrida y explotada. Esta le dio su conciencia, le impregnó su rebeldía y lo levantó como exponente y bandera de sus aspiraciones y reivindicaciones revolucionarias. Su escuela fueron la fábrica, el taller, el trabajo, la explotación, la lucha misma, expresó el líder de la Revolución Cubana.

Su temple venía de los valerosos líderes Jesús Menéndez y Aracelio Iglesias, quienes en el campo y en los puertos ponían en jaque a los opresores.

Da gusto encontrar a personas que lo conocieron y admiraron, que testifican sobre su sencillez, la fácil manera de convencer, de movilizar a las masas, o de acompañar el pensamiento de Fidel forjando el futuro.

Precisamente en el año del centenario de su natalicio el pueblo cubano se empeña en afianzar su modelo socialista con más eficiencia y productividad, siempre fieles al legado antiimperialista que hombres como Lázaro Peña sembraron para siempre en la clase obrera cubana.

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