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La Veneciana, una pizzería seductora

La reanimación de la gastronomía guantanamera está acompañada del esfuerzo de sus trabajadores, su disciplina y sentido de pertenencia

Autores:

Lisván Lescaille Durand
Haydée León Moya

Durante tanto tiempo la chapucería y el maltrato han perturbado el andar de la gastronomía cubana, que no pocos estigmatizan con tales problemáticas a esa vilipendiada rama de los servicios.

Aunque no le quite toda la «sal» que le ha caído encima, una pizzería que ha devenido símbolo de la renovación de los servicios en Guantánamo, disminuye la pesada carga que lleva sobre las espaldas esa práctica de ofrecer alimentos ligeros en moneda nacional y a precios asequibles. Y demuestra que no tiene por qué andar necesariamente mal acompañada la popular gastronomía.

Le nombran La Veneciana y está en el más frecuentado recodo de la urbe. Su grata apariencia no es solo cuestión de fachada; ni la gran demanda de sus ofertas asunto de poca opción en la llamada ciudad del Guaso. La cuestión está en que muy pocas de sus similares vende tan rico, bonito, barato, y encima de eso rápido, «con sumo gusto y sana distinción».

Por dentro

Recientemente los mismos trabajadores de la unidad construyeron en un espacio aledaño una funcional cafetería-bulevar donde ofertan pizzas, bocaditos, frituras y otros alimentos, con la cual ampliaron a la categoría de complejo gastronómico a La Veneciana, anteriormente nombrada Pizzería Holguín.

Lo hicieron con la misma entrega demostrada años atrás cuando remozaron completamente su centro laboral sin dejar de prestar servicios, pues a partir de las 12 de la noche y hasta el amanecer, cambiaban los implementos gastronómicos por los de constructores. Esa es una de las razones por las cuales la población apenas percibió afectaciones en el servicio mientras por dentro se vivía una verdadera revolución constructiva.

Comienzan a atender a la población a las diez de la mañana y cierran sus puertas a las 12 de la noche. Los precios son bajos comparados con otras unidades de su tipo en el país y mantienen la calidad y variedad de los productos que elaboran: de 12 a 18 variedades de pizza, incluyendo ofertas especiales de pizzas familiares, cuyos precios varían en dependencia del pedido del usuario, y una variante llamada «Caprichosa», que consiste en una pizza rellena de carnes, con un precio fijo de 60 pesos y bien envasada en caja de cartón.

Orlando Benitez Ramírez, administrador de La Veneciana desde hace 14 años, asegura que en 2008 las ventas fueron de 4 millones 842 930 pesos, con 1,7 millones de utilidades e ingresos promedio por trabajador de 750 pesos cada mes.

En 2009 esos resultados económicos fueron más halagüeños, de manera que las ventas mensuales superaron el medio millón de pesos, con una ganancia de 220 000 y un salario promedio de 900 pesos.

A los ojos del cliente

De los indicadores de calidad, esos que no pueden expresarse en cifras, saltan a la vista la higiene y ambientación, el trato afable y la rapidez en el servicio, ofrecido con profesionalidad, aunque los mismos trabajadores y directivos manifestaron el interés que ponen en superarse técnicamente.

También es admirable la presencia personal de los trabajadores, tanto en los dos salones de atención directa al público como en las áreas de elaboración y en la cafetería.

«Tienen la posibilidad de poseer cuantos uniformes necesiten; no se los regalamos, los compran y para eso les damos facilidades de pago a plazos. No se les obliga a tener uno o dos, lo que les exigimos es venir al trabajo muy presentables», asevera Benitez.

A muchos de sus 96 trabajadores el amanecer los sorprende en sus puestos de trabajo. Asegura la cocinera Miriam Pérez que ella es de las que llega casi de madrugada al centro; sin embargo, a esa hora ya están en plena faena las empleadas de limpieza.

Se trata de un colectivo joven—el promedio de edad es de 36 años—, que se siente útil y recompensado no solo por la aceptación de la población, sino por los beneficios que les reportan los resultados económicos de su entidad. Por eso la estabilidad laboral, la disciplina y el sentido de pertenencia condimentan las ofertas de La Veneciana.

No ha sido fácil, añade el directivo, pero ya el colectivo asume con naturalidad algunas exigencias que tal vez no estén suficientemente generalizadas en el sector. En la filosofía de este joven administrador, los servicios gastronómicos requieren de látigo y cascabel. Por un lado, ser un esclavo de tu trabajo para asegurarte de que el cliente quede satisfecho, y por otro elevar la motivación del gastronómico para que no piense en «inventos».

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